viernes, 7 de noviembre de 2025

TRABAJOS del REINO - de Yuri Herrera


Trabajos del reino es una novela vinculada a la frontera y al narcotráfico en México, pero contada como una fábula palaciega. No interesan tanto los cadáveres y la brutal violencia como narrar una especie de alegoría donde hay un Rey, un Reino, una Corte y un trovador para cantarlo todo. Una especie de narcocorrido sin fin. El estilo fabulado que adopta Herrera juega con esta percepción. Al fin y al cabo en el texto nunca aparecen las palabras drogas ni narcotráfico. El propio autor ha reflexionado que «el centro temático de la novela está dado por las relaciones de poder que se dan en México en cuanto a la criminalidad, y también a la vida política y social mexicana». 

El protagonista y narrador es Lobo, un humilde cantante de corridos que vive marginado; pero una tarde presencia cómo un capo del narcotráfico descerraja cuatro tiros a un pobre imbécil y queda obnubilado: «La única vez que Lobo fue al cine vio una película donde aparecía otro hombre así: fuerte, suntuoso, con poder sobre las cosas del mundo. Era un rey, y a su alrededor todo cobraba sentido. Los hombres luchaban por él, las mujeres parían para él; él protegía y regalaba, y cada cual, en el reino, tenía por su gracia un lugar preciso. Pero los que acompañaban a este Rey no eran simples vasallos. Eran la Corte.» 
Ⓒ Matt Taylor


Sin más habilidad que su talento trovador para convertir en canciones la brutal realidad que le rodea decide seguirlo y colocarse bajo su ala protectora: «Las noticias verdaderas eran cosa de él, materia de corrido, y había tantas por cantar que bien podía olvidar las que no servían al Rey

Haciendo abstracción de la violencia y crueldad que anega su hermoso país, Yuri Herrera esquematiza a sus personajes para adecuarlos al juego de la fábula. En este reino nadie tiene nombre sino que está definido por un tópico, está el Rey, el Artista, la Bruja, el Heredero, el Gerente, el Cualquiera o el Doctor. De este modo el relato se convierte en un cuento un tanto extraño, a la vez brutal y poético. Despegándose de la realidad el autor consigue nombrarla con mayor precisión. 

La novela es brevísima, de lectura ágil, sin descripciones. Está dividida en fragmentos cortos y fulgurantes que, como dijo Elena Poniatowska, "saben a pólvora". Aunque el texto se aleja del manido realismo brutal de las novelas del narcotráfico, el colorido y el lirismo del lenguaje no esconde la cruda realidad de las armas, las drogas, los prostíbulos y la desesperación de quien quiere cruzar la frontera y no puede. Pero sobre todo prima la psicología de los arquetipos que conforman su galería de personajes y un lenguaje de gran sonoridad que capta maravillosamente el submundo que retrata. 



Buena parte de la novela transcurre dentro de los límites del Palacio: «el Palacio reventaba un confín del desierto en una soberbia de murallas, rejas y jardines vastísimos». Allí viven el Rey y su corte rodeados por una reja electrificada. El Palacio, como dice el narrador, es una suerte de ciudad con lustre en la margen de la ciudad. Una ciudad que vive en un estado de excepción (¿como México?). Allí no rige más ley que la que dicta el Rey. 

El Artista nos guía hasta el interior de este reino feliz y engrasado. Apenas llega se convierte en el favorito de la corte. El Rey le otorga la mano de la Niña y todos se disputan el privilegio de protagonizar sus canciones. Recorre los pasillos, penetra en la maquinaria de ese mundo y atestigua las conspiraciones del Heredero y sus cómplices. Porque el reino hierve en intrigas soterradas. El recorrido del Artista es el del aprendizaje de la traición, las maquinaciones y el horror.
«Eso es, pensó el Artista, eso somos. Un aparato del que nadie se acuerda, sin propósito. Quizá Dios había puesto la aguja, pero luego había ido a curarse la cruda. El Artista ya estaba consciente de que no había nadie sobre el cielo o bajo el suelo para protegerlo, que cada quien para su santo; pero ahora, en la Corte, se le aclaraba que uno podía gozarse antes de que el diamante se hiciera polvo. No esperar nomás.»


Pero llega el tiempo en que la tormenta se cierne sobre el Reino. Primero se tuerce una alianza entre capos y a continuación algunos cortesanos aparecen asesinados en medio del Palacio. ¿Significa eso que intramuros hay un Traidor?. Es entonces cuando el Artista se gradúa y recibe un encargo de lo más chungo: «El Artista, aunque le pesara, debía hacerse pasar por disidente y averiguar si alguien conspiraba desde adentro».

En este sentido se pueda decir también que esta novela es un bildungsroman, una novela sobre el aprendizaje de un marginado mientras asciende por el escalafón de la Corte. Comprobará por sí mismo que en la cima no hay ningún tipo de grandeza, sino un brutal juego de poder donde todo, incluida la lealtad, se compra y se vende.
«A los muertos no se les pide permiso. Al menos no a los pinches muertos. Se hace lo que se hace. Se agarra el modo y se presume, como quien pronuncia el nombre, y no se fija en lo que les buiga a los demás. O sí: para sentir su espanto, pues, porque el susto de los otros alimenta bien, remacha que la carne de los buenos es brava y necesaria, que hace bulto y zarandea las cosas.»
Tras recorrer los pasillos de la brutalidad, la ambición, el erotismo, la traición y la avaricia, el Lobo manso y leal que abrió la puerta del Reino, saldrá de allí fiero y salvaje. 








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Yuri Herrera es un escritor mexicano nacido en Actopan, México, en 1970. Estudió Ciencias Políticas en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. A continuación estudió Creación Literaria en El Paso y culminó con un doctorado en literatura en Berkeley. Actualmente enseña en la Universidad de Tulane en Nueva Orleans.
Obras:
*Trabajos del reino (México, 2004). Reeditado en España por Periférica en 2008 y 2010.
*La transmigración de los cuerpos (Periférica, 2013).
*Diez planetas (Periférica, 2019)[19]
*La estación del pantano (Periférica, 2022).

lunes, 3 de noviembre de 2025

PELÍCULAS PARA LA ´FIESTA del CINE´











Hoy ha comenzado la Fiesta del Cine y me he apuntado a ver Los Tigres, del tándem creativo formado por el director Alberto Rodríguez y el guionista Rafael Cobos
Una gran película. 
Seca, precisa, por momentos agobiante, ya que contiene una serie de secuencias rodadas bajo el agua de gran intensidad dramática. 
Los Tigres son dos hermanos (interpretados por Bárbara Lennie y Antonio de la Torre) que continúan la tradición del padre, ser buzos profesionales. De él recibieron la alegría de un trabajo único para los que aman el mar; pero también los sinsabores de una profesión que poco a poco te mina la salud. Los problemas familiares y de dinero del hermano les aboca a llevar a cabo un plan temerario, hacerse con un alijo de droga que descubren escondido en los bajos de un petrolero. El plan es arriesgado y mezclarse con los narcos peor. No son conscientes de que se están jugando la vida. Alberto Rodríguez nos sumerge sin concesiones en el mundo de estos Tigres (un apodo que les viene de la infancia) cuya vida transcurre a salto de mata. No en balde una de las expresiones más repetida cuando tienen que afrontar algo es, "ya veré qué se me ocurre". Muy buena. 

Pero ya abundaré en ella en la entrada que estoy preparando.
Ahora quisiera repasar lo que hay en cartelera por si alguien se siente interpelado.

La cena, de Manuel Gómez Pereira, es una comedia de guante blanco y viandas conseguidas de estraperlo. Todo porque el generalísimo dictador quiere organizar un gran banquete para sus generales. Acaban de ganar la guerra, los fusilamientos van viento en popa y quiere celebrarlo en el Hotel Palace de Madrid con lo mejor de lo mejor.... pero resulta que los mejores chefs y cocineros del Palace son rojos y están en la cárcel, esperando el paredón. 

La comedia está perfectamente hilvanada con su juego de equívocos y traiciones. Lo mejor es que está muy medida y nunca peca de ridícula o de exceso. Quizás se eche de menos una ironía más profunda -a lo Berlanga- o los malabares a los que nos acostumbró el maestro Lubitsch; pero es una buena propuesta que, además cuenta con una interpretación soberbia y llena de gracia de Alberto San Juan


La deuda, de Daniel Guzmán, nos pone en la calle, como a esa anciana a la que un fondo buitre quiere desahuciar. Aunque es una película un poco irregular, le sobra honestidad y emoción. La gentrificación viene avasallando y no tiene compasión.

Los trazos de thriller (hay que buscar dinero como sea) mezclados con una gran sensibilidad social nos premian el pago de la entrada.




Del Frankenstein de Guillermo del Toro ya dije aquí lo que tenía que decir. Hay que ir a verlo. Es verdad que patina un poco en su primera parte y que de emoción anda muy justa, pero las imágenes que desfilan por la pantalla son cine de calidad.

He dejado para el final mi favorita de estos días, La vida de Chuck, un film de Mike Flanagan que adapta un relato de Stephen King, de los que escribe lejos de monstruos y terrores. Estoy acabando un artículo sobre ella que pronto publicaré. 

El relato es un puzzle con historias y momentos de la vida de un contable llamado Chuck. Tiene la particularidad de que está contado desde atrás hacia adelante, por lo que primero conoceremos a Chuck ya adulto y terminaremos visitándolo en su infancia. 

La historia está contada sin alharacas, con una sencillez asombrosa, como esos dos vecinos que recorren su barrio a pie mientras charlan de su vida en la primera parte de la película, que es el capítulo III. O como ese entrañable abuelo (Mark Hamill) mientras alecciona a su nieto sobre la magia de la vida, el universo y las matemáticas. 

Todo es sencillo, íntimo. Al fin y al cabo no es más que la vida de un muchacho criado por sus abuelos; pero esa composición de escenas sueltas logra trasladarnos esa filosofía tan vital que anida en un verso de Walt Whitman, "soy grande, contengo multitudes". Una adorable maestra se lo inculca al pequeño y un chispazo fantasmal al final de la película nos hará colocar las piezas logrando una descarga de auténtica emoción. Si además contiene una secuencia de baile fabulosa con Tom Hiddleston y Annalise Basso deslizándose sobre el pavimento de una calle comercial, miel sobre hojuelas.


No he visto todavía Los Domingos, de Alauda Ruiz de Azúa, pero la veré esta semana. Tengo las mejores expectativas para esta historia a contrapelo de los tiempos que corren. 

La que tengo prevista ir a ver mañana es Together, de Michael Shanks (tengo inclinación por el terror). Promete ser una propuesta perturbadora y un poco salvaje; pero muy sugerente, sobre una relación tóxica de pareja con los trazos de body-horror.







¡¡Las películas hay que 
verlas en el cine!!

sábado, 1 de noviembre de 2025

LA POESÍA de M. V. ATENCIA



Con motivo de haber sido reconocida con el Premio Nacional de las Letras 2025, traigo aquí un puñado de poemas de la poetisa malagueña María Victoria Atencia.




                     SAZÓN 


Ya está todo en sazón. Me siento hecha,
me conozco mujer y clavo al suelo
profunda la raíz, y tiendo en vuelo
la rama, cierta en ti, de su cosecha.

¡Cómo crece la rama y qué derecha!
Todo es hoy en mi tronco un solo anhelo
de vivir y vivir: tender al cielo,
erguida en vertical, como la flecha

que se lanza a la nube. Tan erguida
que tu voz se ha aprendido la destreza
de abrirla sonriente y florecida.

Me remueve tu voz. Por ella siento
que la rama combada se endereza
y el fruto de mi voz se crece al viento.


                                   
         De      Arte y Parte     (1961)




                                              ☙❦❧





         EPITAFIO PARA UNA MUCHACHA

Porque te fue negado el tiempo de la dicha
tu corazón descansa tan ajeno a las rosas.
Tu sangre y carne fueron tu vestido más rico
y la tierra no supo lo firme de tu paso.

Aquí empieza tu siembra y acaba juntamente
-tal se entierra a un vencido al final del combate-,
donde el agua en noviembre calará tu ternura
y el ladrido de un perro tenga voz de presagio.

Quieta tu vida toda al tacto de la muerte,
que a las semillas puede y cercena los brotes,
te quedaste en capullo sin abrir, y ya nunca
sabrás el estallido floral de primavera.


                                          
  De Cañada de los ingleses (1961)


 



                                   ☙❦❧


 



                          DEJADME

 

Dejadme como cuando nací desnuda y sola,
vacía de palabras, sólo aire en el pecho,
y en mis venas corrían los cursos de un arroyo.
Que vuelvan a su origen los gestos usuales
y que al abrir mis ojos sólo penetre en ellos
un punto de luz pura.
Que por la enredadera de las horas se pierdan
mi memoria y mi nombre. Que el tacto de las rosas
me abandone en la tarde, y en la humedad del alba
retorne nuevamente al olor de las juncias.

Dejad que sin zapatos siga andando y regrese
de muy lejos al pecho caliente de mi madre.


                                                             
de Marta y María (1966)




                                     ☙❦❧



                              VOYEUR

 

                                                                  Algarve
Me llegué, ya sin voz, junto al acantilado
y tiré roca abajo cuanto me estaba impuesto.
No sé qué verde mano removía los fondos
o qué agua sucia o costra corroían la piedra
con el mar avanzante,
retrocediente, hiriente,
allá abajo,
y las grajas electrizaban su plumón, y tuve
cierta satisfacción contemplando mi vértigo,
con certeza sabiendo que al fin
y al cabo esto es sólo un poema,
que sigo aquí y que aún puedo escribirlo.


                                                       
de La pared contigua    (1989)



 

                            ☙❦❧ 




                 CASA DE BLANCA 

No llamaré a tus puertas, aldaba de noviembre:
el árbol de las venas bajo mi piel se pudre
y una astilla de palo el corazón me horada.

Porque tú no estás, Blanca, tu costurero antiguo
se olvida de los tules, y el Niño de Pasión
va llenando de llanto el cristal de La Granja.

Tiene el regazo frío tu silla de caoba,
tiene el mármol tu quieta dulzura persistida
y bajo tu mirada una paloma tiembla.

Perdidamente humana pude sentirme un día,
pero un mundo de sombras desvaídas me llama
y a un sueño interminable tu cama me convoca.

 

                                                     De Marta y María (1966)
 


                         ☙❦❧
  




                                 JARDÍN


Vuelvo a cruzar tus verjas, jardín, vergel amable
una noche, hace tanto, sabiéndome perdida
y deslumbrada, pero cierta en el rumor del agua
y el aroma que alzaba hasta un mirlo el parterre.

Vuelvo a cruzar tus verjas, desolación de hoy,
crueldad del tiempo y tuya, mientras canta el autillo
y los topos horadan el césped bajo el suelo;
tú, plenitud que fuiste,
ya olvidado el afán con que ibas penetrándome
por si yo mismo fuera, acaso, tu jardín.


                                                                                De De pérdidas y adioses  (2005)



 


                        ☙❦❧

 


                        LA MALETA

Bajo la cama tengo otra vez la maleta
pero no con la ropa en espera de un hijo.
Esta vez voy poniendo aquello que carece
de consistencia y forma, y es moneda, no obstante
¡qué otras cosas habrían de servirme llegada,
de improviso, la hora!

Ediciones preciosas de San Juan de la Cruz,
rosas de Alejandría,
los Cuadernos de Malte...
Mas no podré pasarlos: se va allí de vacío
si, por añadidura, no se nos ofreciera
otra riqueza contra la que no prevalece
el paso de los tiempos.

                                                                             De Marta y María - 1976



                          ☙❦❧ 




                        EL VACÍO

Sabré si he de durar lo que queda del día
cuando me sepa -como ahora- sola,
descubierta y sola
y a vuelta de una esquina que da entera al vacío,
en el tierno ejercicio de
aprender a quererte cada vez más deprisa,
porque la historia puede perderse en retrocesos
y el pasado emprender un camino de vuelta
que
ya estuviese, inadvertidamente, a punto de alcanzarme:
cuando huye el tiempo lo hace de puntillas.


 

                                                         DE    De pérdidas y adioses - 2005


 

                              ☙❦❧ 






               COMO UN ROCE EN SUS LABIOS

Que alguien pase mis páginas, pues que debo perderme
en la oscura raíz de mi arboleda. Puedo
escuchar cómo gime el silencio, y ya soy
solo un roce en sus labios, aunque el escribidor de versos
solo sea alguien que habla de cosas que no entiende.
Que me recorra un soplo, y pueda ya alcanzar
-sin que quizás me entienda- a escribir cada día
una línea distinta para inventar la vida que me falta,
y me aprenda, y me olvide, pues me sé de memoria después de tantos años,
No deteriora el tiempo la belleza
la perfecciona en otra manera de hermosura.


                                                                             De De pérdidas y adioses (2005)






                    ☙❦❧



 

QUÉ PUEDO HACER SINO INVENTARTE

Qué puedo hacer en lo que va de instante 
de un tiempo sucedido y ya hueco de ti, 
si es que te tuvo; corazón, qué puedo 
hacer sino inventarte, alto tallo de luz 
que me haga a tu medida y tu abandono, 
sin dormición final, mi aliento frío. 
 
                                                                              De El umbral   (2011)










María Victoria Atencia nació en Málaga en 1931, ciudad a la que está vinculada su vida y su obra, tal como recoge el último verso de su poema "Exilio", «Andar es no moverse del lugar que escogimos». 
A los veinticuatro años contrajo matrimonio con Rafael León quien se convirtió en su guía y editor, incitándole a dedicarse de lleno a la poesía. Es una profunda admiradora de la poesía de San Juan de la Cruz y de  Rilke. Su propia obra se caracteriza por una forma de interiorizar la realidad como búsqueda hacia lo espiritual. Su poesía tiene la capacidad de acercarse a lo cotidiano de la experiencia para extraer matices insospechadamente trascendentes. Jorge Guillén la denominó como “María Victoria Serenísima”

Es una de las exponentes de la generación de los años 50 (Valente, Goytisolo, Gil de Biedma, Ángel González, Fco. Brines) que, desde muy joven, estuvo ligada a los poetas del grupo Caracola 
Su veintena de libros abarca medio siglo. Desde su inicial Arte y parte (1961), hasta El umbral (Pre-textos, 2011) ha desgranado su poética en libros tan señalados como Cañada de los ingleses (1961), 
Marta y María (1976), 
Los sueños (1976), 
El mundo de M. V. (1978), 
Paulina o el libro de las aguas (1984), 
La pared contigua (1989), 
Las contemplaciones (1997) o 
El hueco (2003).  
Quienes deseen acercarse a su poesía tienen a su disposición una excelente antología poética (1955-2010), en la editorial Renacimiento, con Prólogo de Guillermo Carnero: "Como las cosas claman".

María Victoria Atencia añade este Premio Nacional a una lista innumerable de galardones entre los que figuran el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2014, el Federico García Lorca que obtuvo en 2010 y el Nacional de la Crítica que ganó en 1998, entre otros.
 


LA POESÍA DE ATENCIA - según Sharon Keefe Uglade



LA POESÍA DE MARÍA VICTORIA ATENCIA O CÓMO CONTENER EL VUELO DE LA GENTIL OROPÉNDOLA 

Sharon Keefe Uglade
SOUTHWEST TEXAS STATE UNIVERSITY


Detengamos la sombra del sol en sus relojes, 
las aguas en sus ríos. Y por sólo este día 
que contenga su vuelo la gentil oropéndola.¹ 
María Victoria Atencia

EL VALOR TRANSCENDIDO

        Al hablar de la poesía de María Victoria Atencia es inevitable abordar el tema de la transcendencia, como pone en evidencia esta declaración de la autora sobre su propia poética: «Quizás la poesía no sea más que un modo de substitución por correspondencias personalmente halladas y de las que se espera una mayor luz hacia dentro y hacia afuera; de las que se espera un valor transcendido»². Según asevera Atencia en la misma poética, lo circunstancial, lo ocasional, lo coyuntural son una mutilación «de las infinitas posibilidades que el poema ofrece, de todas las infinitas posibilidades de un sueño»³. Traspasar la frontera del mundo sin límites de los sueños, de la imaginación, y de la creación posibilita la revelación de las últimas esencias de la realidad, pero llegar a ese «otro mundo» requiere un estado de total disponibilidad. La poeta-hablante de los textos atencianos se entrega a la espera, intensificada en las solitarias horas nocturnas.
        Entre los textos de Atencia que inducen a meditar sobre el proceso poético figura el siguiente titulado «La llave»⁴:

Me despoja de mí el silencio en las torres
que una llave de piedra o de plata me abren,
y a las veras del agua se desnuda de aljófar
y nácar la nostalgia. Deja escurrir el mirto
una gota de aroma que sacude a la alberca.
Puedo ungirme las yemas para dar luz a un ciego.
Discurro con la noche. Los cipreses se alzan.
Soy el vacío ya. Ni una voz me sostiene.

        El poema expresa que tanto la contemplación de objetos de arte, sugerida al nombrar sustancias naturales elaboradas por los escultores y los plateros («piedra» y «plata»), como la intensificación de los sentidos («aroma del mirto») sirven como llave de la disponibilidad poética. El título formula un concepto de la poesía como llave del espacio infinito de la imaginación. El poema describe el proceso de la espera y en el último verso el estado logrado de disponibilidad creativa: «Soy el vacío ya». 

        Además, el texto expresa el anhelo de alcanzar la esencia del pasado -la nostalgia desnuda de anécdota- y de transcender el fluir del tiempo y con ello la amenaza de la muerte. En el penúltimo verso la declaración «Los cipreses se alzan» hace presente la muerte pero simultáneamente, por el gesto del alzamiento, la transcendencia. En la obra de Atencia el estremecimiento del vuelo anuncia la anulación de la temporalidad. La palabra poética lograda detiene el fluir del tiempo confundiendo el pasado y el presente y transformando la memoria en texto. Para la poeta la poesía es también la llave de la epifanía de la belleza y de la plenitud de descubrir las esencias ocultas de la realidad. Contener el vuelo de la gentil oropéndola es una declaración metafórica de la poética atenciana: magnificar la belleza, parar el transcurrir de la vida, y traspasar los límites de este mundo. 



EL MUNDO REAL Y EL MUNDO POÉTICO 

        Antes de analizar un aspecto específico del discurso poético atenciano, el écfrasis, que se enlaza tanto con la visión «más allá donde las tablas vigentes de aquí no sirven» como con la manera original de expresar esa visión, es conveniente señalar otro aspecto general de su poesía. Aparte de la transcendencia es importante tener en cuenta lo que Pedro Salinas llama «mundo real y mundo poético» y Roberto Juarroz denomina «poesía y realidad». En el caso de nuestra autora se podría hablar con mayor precisión de la relación entre el mundo imaginario y el mundo cotidiano. 

        Hay en la obra atenciana algún reflejo de la depuración de la realidad que para Salinas ejemplifica Garcilaso y de la estetización que caracteriza a Góngora. Pero, en términos generales, la presencia del mundo real en la poesía de Atencia se asemeja más plenamente a la que Salinas propone como característica de las primeras décadas del siglo XX. Desde la perspectiva de los años 1930, el poeta de la generación del 27 observa como la realidad impone cada vez más su presencia en el texto poético: «He aquí por qué me parece que podemos afirmar que las relaciones entre mundo poético y mundo real son hoy más dramáticas que nunca lo fueron. La realidad maravillosa, múltiple, cargada de elementos poéticos se yergue e intenta colocarse, colocar su mundo real en ese espacio en que los poetas labraron siempre otro mundo, el mundo suyo, el poético»

        Con la ventaja del transcurso de unos sesenta años, las palabras siguientes de Juarroz refinan la formulación de Salinas: «La poesía es una mística de la realidad... El poeta mediante el verbo no expresa la realidad sino que participa de ella... El poeta es un cultivador de grietas. Fracturar la realidad aparente o esperar que se agriete, para captar lo que está más allá del simulacro». La poesía de María Victoria Atencia nos permite precisar aún más la relación poesía/realidad afirmando que la poeta es Receptora de la realidad, cuya presencia la punza invitándola a indagar su esencia en el poema.



Estos son los primeros párrafos del ensayo de Sharon Keefe Uglade,  de la Universidad Southwest de Texas, experta en la poesía de M. V. Atencia. El artículo completo está incluido en las Actas XIII Congreso AIH (Tomo II) y está publicado aquí, en la web del Instituto Cervantes.






_____________________________________
1.- María Victoria Atencia, El mundo de M. V., Madrid: ínsula, 1978, pág. 15. 
2.- María Victoria Atencia, «Poética», Nave de piedra, Málaga: Col. Tediria I. B. Sierra Bermeja, 1990, pág. 7. 
3.-  Ibid., pág. 8. 
4.- María Victoria Atencia, Paulina o el libro de las aguas, Madrid: Trieste, 1984, pág. 34.
5.- Pedro Salinas, Mundo real y mundo poético y dos entrevistas olvidadas. 1930-1933, Valencia: Pre-textos, 1996, pág. 34. 
6.- Ibid
7.- Roberto Juarroz, Poesía y realidad, Valencia: Pre-textos, 1992.
8.- Salinas, op. cit., pág. 72. 
9.- Juarroz, op. cit., págs. 21 y 24

miércoles, 29 de octubre de 2025

FRANKENSTEIN - de Guillermo del Toro


Víctor Frankenstein logró insuflar vida a su monstruo, pero Guillermo del Toro no ha logrado insuflársela a su película. Y es una lástima porque la cinta es un exceso tan deslumbrante como malogrado. La escenografía, la música, los planos son excelsos pero la trama y el conflicto de los personajes no tienen consistencia y se acaban descomponiendo como un monstruo de arena.

Del Toro quiere darle la vuelta al mito; centrarlo en la criatura a la que presenta de un forma realista y atormentada. Aquí el monstruo ya no es el ser recompuesto sino su creador, alguien que juega a ser dios sin objeto alguno. De hecho cuando el doctor Frankenstein (Oscar Isaac) se encuentra por primera vez con su criatura mirándole de frente, reconoce que no sabe qué hacer con él...y parece que el guionista y director tampoco. Hasta hay un tramo en que el ser quiere convencer a su creador para que le produzca una compañera; pero el capítulo se acaba como una calle sin salida. Por otro lado el hecho de vencer a la muerte -dando vida a un cuerpo hecho de pedazos muertos- hace derivar a la criatura hacia una inmortalidad que nadie entiende. Sus heridas sanan solas, no se ahoga, no puede morir. Tampoco la criatura lo entiende y persigue a su creador hasta el mismísimo polo norte para que le restituya el don de morir.



La película tiene dos partes, una primera narrada desde el punto de vista de Víctor Frankenstein y una segunda desde el punto de vista de la criatura. La primera da vueltas y vueltas sin fijar el tiro. Este moderno Prometeo parece un simple joven rebelde que quiere superar los logros de su padre cirujano. Viktor Frankenstein habla y grita, se desespera y conoce al rico benefactor (Christoph Waltz) que financiará su experimento; pero el centro de la película no está en la maldición del titán que robó el fuego de los dioses, el conocimiento. En esta parte todo es muy farragoso y lleno de diálogos que no añaden nada.

En la segunda parte está lo mejor de la película, con el foco puesto en una criatura que ha sido arrojada al mundo sin saber por qué, ni quién es o cual es su objeto. Ese es el corazón que busca Del Toro aunque su pálpito es muy tenue. Por los diarios de Mary Shelley -autora de la novela Frankenstein- sabemos que mientras ella escribía su esposo, el poeta Percy Bysshe Shelley, le leía fragmentos de El Paraíso Perdido de John Milton. Por eso no nos extraña que los personajes de su novela guarden paralelismos con los del poema épico de Milton: un Dios creador todopoderoso; un ángel caído que pretende usurpar a Dios (aquí Víctor sueña con la escultura de un ángel que cobra vida y le guía en su propósito), y Adán, una creación abandonada por su creador en un mundo que no comprende. 
 


De ahí que los minutos en que la criatura se refugia en una granja y convive con un anciano ciego (David Bradley) que le enseña a leer y a orientarse en este valle de lágrimas son los más genuinos. Allí aprende a leer con el poema de Ozimandias y El Paraíso Perdido de Milton. Es entonces cuando el anciano aprovecha para comentarle que en el poema es el hombre el que hace preguntas a Dios; pero que también puede ser que Dios haya puesto al hombre en este mundo porque también él tiene preguntas que espera que le respondamos.

El problema de la película es que el dramatismo y el tono aventurero del Preámbulo, con los protagonistas varados en el polo norte, no vuelve a aparecer y la profundidad filosófica que se pretende infundir al personaje no se ha logrado. Falta emoción. Del Toro intenta insuflar poesía y compasión por un ser desamparado, sometido al miedo, a la soledad y al frío; pero no consigue establecer una conexión emocional. Tampoco con la introducción de una chica (Mia Goth) que se enamora de la inocencia del monstruo. Comparada con la intensidad emocional que destila esa maravilla que es La forma del agua, la distancia es enorme.




En cambio visualmente Del Toro nos deslumbra. Es su mundo y nos lo muestra con todo lujo de detalles. La imaginería gótica que desfila por la pantalla es asombrosa. La película está llena de escenarios fastuosos como el barco en el hielo, el torreón que alberga su sala de disección en el borde del acantilado, estatuas, relieves, casquería fina y todo un atrezo diseñado con mimo. 



También el preámbulo es impactante. Nos sitúa en 1857, en un barco encallado entre los hielos cercanos al polo norte. De pronto una explosión lleva a los soldados hasta un pequeño campamento donde encuentran a un hombre moribundo, el barón Víctor Frankenstein. Cuando le están asistiendo se oye un potente rugido y en el horizonte aparece una figura gigantesca. Es el monstruo que viene a atormentar a su creador. Los soldados le disparan pero no logran matarlo. Finalmente rescatan al barón y hunden al monstruo bajo el hielo. Todo este preámbulo está rodado con un dramatismo que no tiene el resto de la película.



He salido de la sala haciendo un cálculo. La película dura 240 minutos que divididos entre 40 minutos nos dan 6 episodios que Netflix -la productora- podrá programar en pocas semanas. Ese es otro problema de la película. Es muy prolija y el ritmo sufre excesivos altibajos. Parece ser que cada vez se hacen menos películas para el cine, de 90 minutos, con una tensión mantenida y una historia consistente cuyas peripecias y diálogos ha pulido un puñado de guionistas abnegados. Siempre hemos sabido que el cine era un negocio; pero creo que ahora, en demasiadas ocasiones, es un producto que encargan unos creadores de contenidos. San Guillermo del Toro que estás en los cielos no lo dejes caer.