martes, 5 de noviembre de 2024

EL 47 - de Marcel Barrena

España,2024

En serio, tenéis que ver esta maravillosa película.  Un monumento a la autenticidad. Un tipo de cine donde la pantalla se convierte en una ventana al mundo de la gente común y los héroes anónimos que luchan contra la miseria y la injusticia buscando una vida mejor.

La película relata la epopeya de un grupo de inmigrantes -extremeños y andaluces- que llegan a Barcelona en los años cuarenta huyendo del hambre y la represión franquista. Las chabolas que empiezan a construir detrás de la montaña se acabarán convirtiendo en casas de ladrillo hasta conformar todo un barrio construido con sus propias manos y un esfuerzo ímprobo, el de Torre Baró. Uno de tantos barrios que se formaron en la periferia de la ciudad condal para absorber el flujo migratorio que llegaba de otras partes del país. Pero estos barrios eran inexistentes para las autoridades, vivían excluidos del tejido urbano de la ciudad, sin acceso a servicios básicos como el agua corriente, la electricidad o el transporte público.  

Esta es la historia que cuenta la película, la del barrio y la de Manuel Vital que desde su Valencia de Alcántara natal, en Cáceres, llegó a Torre Baró en 1947, con 24 años. Aquello era un terreno despoblado y baldío en medio del monte y allí fue donde los inmigrantes comenzaron a construir sus chabolas aprovechando un resquicio legal: Si el chamizo que se empezaba a construir un día conseguía tener techo antes del amanecer del día siguiente, la policía no podía echarlo abajo. Esa primera batalla con la Guardia Civil destruyendo sus chabolas es el comienzo de la película y del aprendizaje de aquellas pobres gentes: si no es todos a una nunca saldrían de la ruina. De modo que en medio del monte, en la sierra de Collcerola, se fue forjando un fuerte movimiento asociativo que no cejó de luchar para que el Ayuntamiento de Barcelona atendiera a los barrios y los dotara de servicios.

Barrio de Torre Baró y al fondo Barcelona




Con el tiempo fueron consiguiendo que llegara la electricidad y el agua, aunque no sin constantes cortes; pero los trabajadores y amas de casa tenían que andar varios kilómetros para ir al trabajo o a hacer la compra. Para ellos el autobús también era un servicio básico. Manuel Vital visitó todos los despachos del Ayuntamiento. Él mismo trabajaba como conductor de autobús urbano y sabía que sólo había que extender un tramo su misma línea, la del 47, para llegar a Torre Baró. Pero la respuesta fue siempre la misma, era imposible que un autobús subiera esas cuestas infames. Además "quién va a querer coger un autobús para subir allá arriba" le cuestiona a Manolo un concejal. A lo que él responde cargado con todo el sentido común del mundo: "los mismos que han bajado por la mañana a trabajar y a comprar". Ni con la llegada de la democracia lo consiguió.

Así que después de muchos años de esfuerzos baldíos, en 1978 Manuel Vital pasó a la acción, decidió demostrar que el autobús podía subir la montaña, retorcerse por aquellas estrechas calles llenas de boquetes y llegar hasta el barrio que había construido con sus manos y sus vecinos. El 7 de Mayo secuestró su propio autobús de la línea 47 y lo condujo colina arriba hasta Torre Baró. Así consta en la prensa de la época. 
“El 7 de mayo de 1978, Manuel Vital, un conductor de Transportes de Barcelona y líder sindicalista, en su doble condición de vecino de una zona olvidada, secuestró un autobús articulado de la línea 47 para demostrar que el transporte público que reclamaba Torre Baró podía llegar a través del único acceso que tenía el barrio."
Foto histórica del secuestro del autobús 47

Manolo Vital (interpretado magistralmente por Eduard Fernández) fue militante en la clandestinidad del PSUC y de CCOO. Como líder vecinal encabezó muchas protestas respondidas con contundencia por las fuerzas de orden público; pero siempre tuvo claros sus derechos como ciudadano de Barcelona. La película no lo muestra, pero en 1969, con el sello de CCOO, repartió una octavilla en el barrio por lo que también fue llevado a juicio ante el tenebroso Tribunal de Orden Público. La octavilla solo era una reflexión.
“¿Por qué se preocupan de nosotros para vigilarnos y no se preocupan de que tengamos alcantarillado, agua en las fuentes, dispensario, farmacia, pavimento, etc., etc.?”.
Uno de los momentos más dramáticos de la película es cuando se produce un incendio en una casa del barrio y los bomberos se quedan a mitad de camino aduciendo que no pueden continuar por aquel camino de cabras. Sin embargo poco tiempo después pudieron constatar con amargura que los bomberos de la época no subían a Torre Baró en caso de incendio, pero sí podían hacerlo si la autoridad les ordenaba descolgar una bandera roja con la hoz y el martillo que ondeaba en un poste eléctrico.





Manolo Vital fue el padre fundador y presidente durante muchos años de la Asociación de Vecinos de Torre Baró, Vallbona y Trinitat, origen del potente movimiento vecinal de Nou Barris. Con el tiempo, en 1977, pasó de agitador y villano para las instituciones a héroe reformista, recibiendo la Medalla de Honor del Ayuntamiento de Barcelona. Incluso Pascual Maragall, siendo ya alcalde, llegó a vivir unos días en la casa de Manolo, "el rojo que se casó con un monja". Porque no hay que olvidar a su mujer Carme Vila, también extraordinariamente interpretada por Clara Segura. Una monja y catalana que no hacía remilgos con aquellos "charnegos" y siempre estuvo a su servicio como educadora y asistente social. 




Clara Segura y Eduard Fernández aportan veracidad y dramatismo a sus personajes; lo mismo que un buen grupo de secundarios encabezados por Salva Reina como el insolente colega de Manolo y David Verdaguer como el concejal bien queda.

La película captura de manera vívida la situación social del barrio, centrándose en las precarias condiciones de vida de sus personajes; pero no afronta las tensiones sociopolíticas de esa Barcelona que emergía ignorando a los trabajadores que la estaban levantando. Así lo explicaba el director en su presentación: “la película es un homenaje a la clase obrera y a los hombres y mujeres que construyeron nuestras ciudades no solo físicamente sino también culturalmente”.

En la pantalla se reproducen los hechos históricos pero desde un punto de vista íntimo, de las personas. La Guardia Civil aparece amenazante y llega a tirar alguna chabola, pero poco más. En el Ayuntamiento por su parte, ya se sabe, a dar largas. No hay mucha mas crítica. Esto es quizás lo más decepcionante, que se hurta la militancia del protagonista y el retrato político-social de la época. Aunque no por ello la película desmerece. La subida de Manolo con su autobús articulado se convierte en una epopeya y la película en un viaje sentimental a una época en la que había que atarse los machos. Así se explica que al concluir la proyección todos en la sala nos pusiésemos a aplaudir. Para celebrar el éxito de la solidaridad y la resiliencia de los nadie. 

jueves, 31 de octubre de 2024

LA DESAPARICIÓN de ADÈLE BEDEAU - de Graeme Macrae Burnet



El escocés Graeme Mcrae Burnet se estrenó como autor con esta novela, publicada en 2014, y eligió escribirla como si fuese un clásico de otra época, al estilo de Georges Simenon: con personajes triviales viviendo su anodina vida en un pueblo aburrido de la Alsacia francesa. Pero ¿Quién dice que en esos remotos puebluchos no existen almas que palpitan como un volcán?

Lo primero que salta a la vista es la impecable ambientación provinciana. Como el Restaurante La Cloche donde cada día se reúnen los mismos parroquianos que mantienen inalterables sus horarios y hábitos desde hace décadas. Allí acude todos los días el taciturno Manfred Baumann, director de una sucursal bancaria. Primero a comer y por las tardes a tomarse unos vasos de vino acodado en la barra. Todo es adusto, tedioso y repetitivo. Una vida con encefalograma plano...hasta que la joven camarera Adèle Bedeau desaparece una noche. 

Lo segundo en lo que destaca la novela es en la disección de los personajes. Graeme Macrae va penetrando como un cirujano en las distintas capas de sus antagonistas –sospechoso e inspector– hasta desnudar completamente sus almas. Para conseguirlo utiliza una narración en paralelo donde se van alternando sus puntos de vista aportando flashbacks sobre su vida previa y formación. Así conoceremos la infancia solitaria de Manfred y una adolescencia donde tuvo lugar un suceso trágico que no cesa de atormentarlo. El otro punto de vista nos lo ofrece el inspector Gorski, un tipo atrapado en una ciudad de provincias y en un matrimonio rutinario. Siendo todavía un novato dejó un crimen sin resolver por el que fue condenado un hombre inocente. A día de hoy es un fiasco que lo sigue mortificando. 

E. Hopper, "Halcones de la noche" (detalle) 1949




Resultan muy llamativos los paralelismos que establece el relato entre ambos, incluso en el hecho de que los dos traicionaron las expectativas de sus padres y de que, ya adultos, tienen que seguir atravesando el antiguo negocio de sus progenitores para acceder al piso donde ahora los visitan ya mayores. Baumann una floristería y Gorski una casa de empeños. Además el inspector tuvo su bautizo de fuego hace veinte años precisamente investigando un caso en el que Baumann estuvo implicado. Actualmente y gracias a la actitud esquiva y reticente del banquero, éste se convierte en el primer sospechoso de la desaparición de la camarera. 

Aunque lo que más les une es un carácter muy semejante. Efectivamente los dos son torpes, inseguros con las mujeres y solitarios. Sufren en público. De algún modo ambos padecen el síndrome del impostor. Carecen de habilidades sociales y les angustia su creencia de que todo el mundo los está examinando. "Manfred se había acostumbrado a vivir con la impresión de que lo observaban continuamente", se dice en un momento dado. También llegan a reconocer la "presión de tener que actuar con naturalidad" en su vida diaria. Este es uno de los rasgos más interesantes de la novela, que más que investigar un caso se centra en hurgar en esos miedos y contradicciones que todos escondemos, celosos de nuestros secretos más vergonzosos y de nuestras mentiras más procaces.

Jean Beraud, En el café, bebedores de absenta (detalle) -1909-

Se puede decir que la obra está montada como un laberinto de espejos donde policía y sospechoso se reflejan, en una trama que nos empuja a considerar por igual la inocencia y la culpabilidad de Manfred. El hilo de tensión que mantiene la novela es precisamente esa sensación de difusa culpabilidad que todos albergamos, sobre todo cuando un policía se dirige a nosotros.
"Después de todo, ¿no vivía ya su día a día como si estuviera sometido a una vigilancia constante, como si esperase de un momento a otro que lo desafiaran a ofrecer una explicación de sus acciones o a responder a quién sabe qué oscuras acusaciones? ¿Acaso no estaba plenamente convencido de que tarde o temprano emplazarían a cuantos lo rodeaban a testificar en su contra?"
Saint-Louis es un villorrio anodino, situado cerca de Estrasburgo en la frontera franco-suiza. En él la vida se marchita. El protagonista es torpe, obsesivo y solitario. La investigación es somera. El caso no es sangriento ni de altos vuelos, entonces ¿Por qué atrapa esta notable novela?. Por el lúcido retrato de estas palpitantes almas y su forma de narrarlo. Sin olvidar el placer de su último giro metaliterario.

Tan francesa se muestra esta novela de autor escocés que hasta las referencias que citan sus protagonistas para iluminar sus desvelos son tan galas como Zola o el propio Simenon.
"La descripción que Zola hacía de sus personajes, atrapados por su temperamento y desprovistos de libre albedrío, fue como una liberación para Manfred. Le quitó una pesada carga de encima. Él también era prisionero de las fuerzas que lo habían moldeado: la naturaleza torpe e insociable con la que incomodaba a todo el mundo; su deplorable posición como impostor en el hogar de sus abuelos; su incertidumbre acerca de qué camino tomar cuando acabara el colegio. Ya no controlaba su propio destino. Después de todo, ¿qué le había llevado a conocer a la chica del vestido amarillo? ¿El libre albedrío? No, había sido el destino."
Pueblo de Alsacia

Y queda el desconcertante Epílogo que tras la resolución del caso nos asalta. Un broche final en forma de juego metaliterario en el que el autor se presenta como mero traductor al inglés de una obra de culto que viene reeditándose con éxito en Francia desde 1982. Su supuesto autor, Raymond Brunet (qué cerca de Burnet), habría volcado en la novela el trasunto de su propia vida, incluido el Restaurante de la Cloche y sus parroquianos, donde él mismo almorzaba a diario. Todo ello bajo el designio de Georges Simenon, y lo que escribió en el Prólogo de su novela autobiográfica Pedigrí: "Todo es verdad, pero nada es exacto". Este nuevo giro, que ofrece un efímero éxito a Raymond Brunet, no logra hacerle escapar ‒como a su protagonista‒ de un frustrante destino.

Graeme Macrae continuó por este derrotero en su siguiente novela, Un plan sangriento, publicada en 2019; pero de una forma mucho más sofisticada. Un falso true crime en el corazón de la Escocia más oscura.
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                                                     A continuación.....

Un PLAN SANGRIENTO - de Graeme Macrae Burnet


Publicada en 2019, Un plan sangriento es un falso true crime que se desarrolla en las remotas Highlands escocesas, a mediados del siglo XIX. Si Graeme Macrae remataba su primera novela, La desaparición de Adèle Bedeau (2014), con un giro metaliterario tan brillante como postizo; en esta segunda se lanza ya sin disimulo a explorar los límites de la ficción con un excelente y elaboradísimo artefacto literario.

En 1869, el jovencito Roderick Macrae asesinó brutalmente a tres personas en la aldea de Culduie, en las Tierras Altas de Escocia. El juicio posterior cautivó tanto a la prensa como al público británico. El libro pretende acercarse a aquel suceso como si de un documental se tratase, aportando todo tipo de testimonios, informes y artículos de prensa. No en balde el subtítulo en inglés ya es notoriamente descriptivo, "Documentos relativos al caso de Roderick Macrae". Efectivamente el volumen tiene la forma de un completo dossier donde conviven la confesión manuscrita del asesino, su informe psiquiátrico, las declaraciones de la policía y de testigos así como un jugoso relato sobre el desarrollo del juicio mas un epílogo donde se recopilan las caprichosas interpretaciones que se publicaron en prensa sobre el asunto. Todo un compendio para intentar llegar a la verdad más allá de la admisión de culpabilidad, puesto que ¿Por qué un joven más bien apocado cometió actos tan atroces? ¿Por qué no intentó encubrir el crimen? ¿Tenía indicios de locura o sus míseras condiciones de vida fueron el detonante?.

En el Prólogo del libro Graeme Macrae afirma que se encontraba "escarbando un poco" en la vida de su abuelo cuando acabó "encontrando" un documento extraordinario: las memorias manuscritas que su antepasado, Roderick Macrae, escribió en la prisión de Inverness mientras esperaba su juicio. Había asesinado a tres personas, el alguacil de su pueblo, su hija adolescente y su hijo de cuatro años. Para narrar aquel suceso el autor se sumerge (y a los lectores con él) no solo en la psicología del criminal sino también en las circunstancias sociales de aquella época sombría. 


La obra comienza así: 

"Prólogo

ESCRIBO ESTO A INSTANCIAS DE MI ABOGADO, el señor Andrew Sinclair, quien, desde que me encarcelaron aquí, en Inverness, me ha tratado con un grado de cortesía que no merezco en modo alguno. Mi vida ha sido breve y de escasa consecuencia, y no es mi deseo eximirme de la responsabilidad de los actos que recientemente he cometido. Así pues, no es por otra razón que la de corresponder la amabilidad de mi abogado que consigno estas palabras por escrito.

De esta forma arrancan las memorias de Roderick Macrae, un campesino escocés de diecisiete años, acusado de cometer tres brutales asesinatos en su aldea natal, Culduie, en Ross-shire, la mañana del 10 de agosto de 1869.
No pretendo demorar en exceso al lector, pero creo que un puñado de observaciones preliminares proporcionarán cierto contexto al material aquí reunido. Aquellos lectores que prefieran pasar directamente a los documentos propiamente dichos son libres de hacerlo, por supuesto."
El libro se presenta como un completo archivo de testimonios e informes en torno al caso; pero yo lo dividiría en tres partes principales. La primera, por supuesto, es la declaración incriminatoria del asesino donde él mismo nos explica su situación personal y familiar y su vida miserable. En ella da cuenta de los acontecimientos que desembocaron en los asesinatos. La redacción es aseada y coherente, a veces hasta poética; de ahí que algunos la tilden de falsa. La impresión que nos queda es la de un ser condenado simplemente por haber nacido pobre.

El contrapunto a este memorándum lo encontramos en el análisis mental y social que el reputado médico Bruce Thomson hace del acusado. El capítulo se titula "Viajes por los confines de la locura" y en él nos muestra una postura llena de prejuicios en torno a que el origen genético, social o racial (era un seguidor de las teorías fisiognómicas) determina la inclinación al crimen de una persona.

La tercera y muy suculenta parte de la novela es la reproducción del juicio que nos proporciona comentarios agudos y contradictorios. De hecho son jocosas las discrepancias entre los testimonios acerca de la personalidad de Roderick. Testimonios que Graeme Macrae sabe caracterizar con un lenguaje y estilo propio.



Es evidente que la obra tiene una estructura compleja y original que el autor ha declarado deudora de un clásico que leyó siendo estudiante: "Yo, Pierre Rivière, habiendo degollado a mi madre, mi hermana y mi hermano... Un caso de parricidio del siglo XIX presentado por Michel Foucault". Este es el título completo y está editado por Tusquets. Rivière fue un joven campesino francés que en 1835 asesinó a toda su familia. El libro lo integran la crónica real del crimen escrita por el propio asesino y los documentos (informes psiquiátricos, declaraciones de testigos y artículos de prensa) que Foucault reunió en torno al caso. El paralelismo es manifiesto.

También muchos críticos han comparado esta novela con A sangre fría, de Truman Capote. Sin embargo hay un factor diferencial concluyente, los libros de Foucault y Capote parten de un hecho real, mientras que esta novela de Macrae ¡es pura ficción!. Sólo el pueblo es real, así como la figura del cirujano-psiquiatra James Bruce Thomson (1810-1873), que evalúa al asesino confeso. Sus puntos de vista precientíficos y clasistas aportan a la novela el contexto cultural de la época.

Las declaraciones, actas y testimonios que leemos poseen una gran verosimilitud, como demuestran los informes médicos de las víctimas que llegan a ser escalofriantes. Además el período histórico y sus gentes queda perfectamente reflejado, en especial "la férrea ideología calvinista de la iglesia de Escocia, (...) que planteaba que los pobres tenían que resignarse ante el sufrimiento por su condición, que les venía impuesto por su nacimiento". También cobran relieve las teorías sobre la demencia que comenzaban a expandirse en la época, de ahí que las memorias del médico, incluidas en el capítulo "Viajes por los confines de la locura" ejerzan de contrapunto al memorándum del acusado. Detrás de los crímenes ya no se veía el mal, sino los desequilibrios mentales o condiciones materiales. 
Campesinos en Escocia

Macrae Burnet ha elaborado un falso 'true crime' plagado de puntos de vista contrapuestos, pistas falsas y testimonios poco fiables en la seductora tradición del manuscrito encontrado. Su ingenio literario es capaz de montar todo un mecanismo que juega con el lector, haciéndole dudar sobre verdades que parecían aceptadas y cuestionar cada nueva revelación. Incluso la confesión de Roderick acabará roída por las dudas.

La novela es apasionante y evidencia una formidable investigación histórica y cultural sobre las gentes y costumbres de aquella región. Su lectura está salpicada de momentos emotivos y no falta el sentido del humor. Es patente que no se trata de un thriller convencional, ya que cuenta con un profundo tratamiento antropológico y judicial; pero no por ello resulta menos emocionante y legible.

La obra nos seduce por la secuenciación y profundidad de la información que aporta; pero sobre todo por la construcción de los personajes. Los vecinos del pueblo son enigmáticos y rudos, mientras que el psiquiatra es rígido y engreído. Por su parte el asesino confeso nos provoca sensaciones contradictorias. En ocasiones parece una víctima y en otras un ser amoral. Unas veces muestra destellos de inteligencia y otras parece un simple estúpido. 
«No es suficiente que pienses que ningún hombre podría cometer actos tan atroces y estando en su sano juicio. Hombres cuerdos pueden cometer y cometen tales crímenes, y el mero hecho de cometer tal acto no coloca, en sí mismo, a un individuo fuera de los límites de la razón».




En una entrevista el autor reconocía que su novela no trata sobre el mal o su origen: "en mi forma de entender la creación de una novela, lo que menos me interesa es el tema. Lo que más me preocupa son los personajes y los lugares, a medida que voy hablando de ellos surge el tema. Los personajes y el lugar crean los novela".

La obra me provoca variadas reflexiones. En torno al concepto de culpabilidad o al de la frontera entre locura y cordura. También sobre la definición de justicia o del criterio moral; pero señalaré otras dos. 
 
La primera surge de las memorias del doctor James Bruce Thomson, una persona real cuyos artículos mencionados en la novela pueden encontrarse en internet. En la trama es llamado por la defensa para intentar alegar locura, pero cualquier lector quedará perplejo con su actuación. Mr. Thomson es un tipo arrogante y ferviente seguidor de las teorías fisiognómicas de la época. No le interesa la locura o la culpabilidad de Roderick. Su interés es rígidamente antropológico. Ve la pobreza como el caldo de cultivo propio para el criminal. Para él nacer pobre ya te convierte casi en un criminal: 
"El estudio de la clase criminal no debe centrarse exclusivamente en la herencia, sino que debe también prestar atención a las condiciones en las que mora el individuo degenerado. La herencia, por sí sola, no puede explicar la perpetración de un crimen. El aire viciado de la barriada, el hambre y un entorno de inmoralidad generalizada deben ser admitidos también como factores en la manufactura del criminal."
Highlands - Escocia





La segunda reflexión afecta a la posición del lector ante el libro. El descendiente Graeme Macrae se topa por casualidad con la declaración de un asesino y reúne sobre su mesa todo tipo de testimonios, actas e informes. Con ello intenta entender los hechos más allá de la referida confesión. Pero no nos ofrece sus conclusiones. Entregando el dossier completo y abierto el autor logra implicar al lector, situándolo a su mismo nivel. Porque tanto policías, como testigos y médicos sólo son capaces de decirnos "su verdad"; de modo que el lector tendrá que recomponer este puzzle y crear la suya propia... siendo así que ya no podrá olvidar que cada testimonio acarrea su propia mochila de prejuicios e intereses.





  El caso Rivière:  El 3 de junio de 1835, un campesino normando de 20 años llamado Pierre Rivière asesinó a su madre, su hermana y su hermano con una podadera. Al salir de casa le dijo a un vecino: "Acabo de liberar a mi padre de todas sus tribulaciones. Sé que me darán muerte, pero no me importa". A continuación se refugió en el bosque donde vivió durante meses. Cuando lo detuvieron varios testigos declararon que era un demente y que siempre había mostrado un comportamiento "extraño".  En la cárcel el parricida escribe una Memoria donde expone cómo, deliberadamente, planeó y llevó a cabo el crimen. 
En el volumen se nos presenta el expediente de los procedimientos judiciales del caso, luego su notable autobiografía y finalmente una colección de ensayos modernos sobre Rivière, objeto de un seminario del Collège de France dirigido por el eminente psiquiatra e historiador Michel Foucault, autor de "La locura y la civilización".
Para el fiscal, la aberración de Rivière se debía a su negativa a aceptar la disciplina que una sociedad orgánica necesariamente impone a sus miembros. El psiquiatra de la acusación confirmó que Rivière no estaba loco, sino que estaba «sobreexcitado» por un largo conflicto con sus padres. Según todo ello fue condenado a muerte, pero el rey conmutó la pena por cadena perpetua en respuesta a la intervención inusual de un grupo de los principales psiquiatras de París. Estos declararon que el criminal era deficiente mental y añadieron que «debería haber sido puesto en confinamiento» mucho antes del crimen.
Foucault realizó este trabajo colectivo de compilación y ordenación de todo tipo de  documentos, desde los legales hasta los periodísticos, durante un seminario en el Collège de France. Uno de sus objetivos principales fue el de revelar al lector cómo un mismo hecho puede ser manipulado, tergiversado e interpretado por los distintos lenguajes que codifican la opinión pública : jurídicos, médicos, policíacos y periodísticos.
 La entrevista completa a Graeme Macrae Burnet de la que se han sacado estos dos extractos se encuentra en el blog totalnoir.



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Graeme Macrae Burnet
 nació en Kilmarnock, Escocia, en 1967. Vive y trabaja en Glasgow, donde estudió literatura inglesa antes de continuar sus estudios en la Universidad de St Andrews y trabajar después en televisión y dar clases en el extranjero. 
Ha sido nominado al premio Booker en dos ocasiones: en 2016 por Un Plan Sangriento (His Bloody Project) y en 2022 por Caso Clínico (Case Study), su cuarta novela, que consiste en una serie de cuadernos aparentemente enviados al autor en 2020 para ayudar en su investigación sobre un psicoterapeuta rebelde de los años 60.  También es autor de dos novelas ambientadas en Francia y escritas en un estilo influenciado por el novelista belga Georges Simenon: La desaparición de Adèle Bedeau (2014) y El accidente en la A35 (2017). 

lunes, 21 de octubre de 2024

BACCHUS - The Animation Workshop


Este corto se podría haber titulado, la Realidad y el Deseo o Cómo romper la rutina que nos acaba enterrando: despertador, metro, trabajo, bar, cama, despertador, metro, trabajo, bar, cama, despertador....la cadena de montaje del más puro aburrimiento. Pero en una de esas tardes tediosas la protagonista acaba conociendo a Baco... y le sigue a su mundo por un túnel caleidoscópico como una Alicia redimida.

El mundo que encuentra contrasta enormemente con el suyo. Allí hay color, música, personajes fascinantes, baile y aventura. Se dice que el que sigue a Baco es poseído y empoderado por el propio Dios.

El corto es sólo el proyecto de unos estudiantes pero el diseño, el contraste, el colorido y la utilización del 2D y el 3D resultan fascinantes.


viernes, 18 de octubre de 2024

La INFILTRADA - de Arantxa Echevarría

España, 2024


Que nadie lo dude. Esto es un thriller. Y de los buenos.
Vibrante, con una factura técnica impecable, actores creíbles y un ritmo y tensión de los que no dan respiro.

La película cuenta la historia real de una agente de policía que estuvo infiltrada en ETA y que ayudó a desmantelar el comando Donosti. Pero no es una película sobre ETA. Ni sobre política antiterrorista. Ni sobre la reivindicación de la mujer. Aunque el contexto histórico y social está perfectamente perfilado con un par de certeros trazos y sin necesidad de subrayado alguno. "La Infiltrada" es el relato de una operación policial contada con un ritmo admirable.

Parece mentira que hayan transcurrido trece años desde el fin anunciado de ETA cuando todavía hay políticos que quieren sacar rédito de esta carta marcada. "ETA está más fuerte que nunca", hemos tenido que oír hace pocos días, demostrando que algunos partidos y políticos juegan cualquier tipo de baza si calculan rédito. Por deleznable que sea. No representan a una sociedad española que ya está en otra época, orgullosa de haber puesto fin a una de sus más dramáticas lacras.




También he leído comentarios en redes quejándose de la abundante presencia femenina en la película, protagonista, guionistas y directora. Como si esto distorsionase la realidad o la propuesta. Al contrario. Tradicionalmente la historia la cuentan los hombres y de ahí viene un sesgo que suele ignorar la acción de las mujeres. Sea en arte, política o lo que sea. En este caso no hay ningún subrayado político o de género porque resulta innecesario y, además, el propio contexto histórico del argumento define por igual el machismo de la policía (todo el mundo desdeñó la elección de una mujer) y el de ETA, llena de tíos decididos a todo.

Yo creo que los hechos que cuenta son suficientemente potentes como para seducirnos sin necesidad de sandeces ideologizadas.



"La infiltrada" cuenta la historia de Elena Tejada, una agente de policía recién salida de la Academia de Ávila quien, con solo 20 años, fue reclutada para una de las misiones más peligrosa, infiltrarse en la banda terrorista ETA. Allí donde otros agentes fracasaron, ella consiguió permanecer infiltrada entre 1991 y 1999, logrando información clave para identificar a numerosos terroristas, desmantelar el comando Donosti y desvelar una parte importante de la red de colaboradores y pisos francos. 

El asunto no era baladí. La banda era un grupo muy cerrado, tejido con lazos muy estrechos y avales de hierro. Elena Tejada pasó a ser Aránzazu (Arantxa) Berradre Marín (interpretada con mucha solvencia por Carolina Yuste), una supuesta militante del Movimiento de Objeción de Conciencia de Logroño y llegó a convivir con dos etarras en un piso mientras preparaban los atentados.

El guión de Arantxa Echevarría y Amelia Mora se tensa entre dos polos, los personajes y la acción. Por supuesto en su centro está la evolución de esta agente sometida a presión máxima. Sola, intentando ganarse la confianza de gente desconfiada, en peligro constante de ser descubierta y fingiendo un personaje 24/7. Sus picos de confianza o de frustración y miedo están perfectamente reflejados y Carolina Yuste nos traslada con intensidad dramática esa situación límite. Elena/Arantxa tuvo que abandonar su vida. Estuvo ocho años en otro mundo convertida en otra persona, sin hablar ni ver a ningún familiar o amigo desde los 22 a los 30 años. Eso sí, exigió poder llevarse a su gato. 



Pero lo que más me ha llamado la atención es el formidable ritmo que la directora ha imprimido a su película. Las escenas y el montaje son precisos como un metrónomo. 
Todo está medido. Nada falta ni sobra. 
Todos los asuntos de interés tienen su expresión y encajan y suman. Las secuencias son cortas e intensas. Los diálogos lo expresan todo en tres frases. No necesita más de 20 segundos el jefe de policía (Luis Tosar) para advertirle sobre lo que será su vida (no podrás ver a tu familia, si te pillan nadie sabrá de ti, tendrás que jalear sus asesinatos como uno de ellos). En 20 segundos terribles ella vive su iniciación cuando está pegando carteles y se cruza con Txapote, justo al salir del restaurante donde ha asesinado a Gregorio Ordóñez. No necesita más de 20 segundos uno de los policías para calificar a los etarras de simples asesinos y descerebrados. En otros 20 segundos el etarra con el que convive le expresa sus ideales. Durante 10 segundos aparece el ministro del interior hablando de una tregua trampa. En 20 segundos intensos ella le grita a su jefe de policía que está harta y no puede más y él logra recordarle la importancia de su misión. 
Eso es lo bueno. 
Está todo pero muy medido y nada estorba en el derrotero de esta policía que se está jugando la vida. 

Y además tiene suspense. La tensión es constante en todo el metraje reflejo del riesgo y la opresión diaria que experimenta la protagonista. La tensión máxima la vivimos cuando llegan las cagadas (hay varias) en las que Arantxa se asoma al precipicio de ser descubierta, haciendo que se nos encoja el corazón. 



Carolina Yuste demuestra un enorme talento en escenas de gran complejidad emocional. Es capaz de pasar con fluidez, a veces en el mismo plano, de la contención al desgarro, del miedo a la repugnancia o de la angustia al sentido del deber. La película también demuestra que la directora Arantxa Echevarría es una excelente directora de actores. No hace falta que hable de Luis Tosar, ya es un grande que como John Wayne sólo tiene que aparecer y decir su texto.

Pero ahí están unos secundarios muy bien caracterizados. Como los tres policías que prestan apoyo a la misión (interpretados por Víctor Clavijo, Nausicaa Bonnín y Pedro Casablanc) o los dos etarras con los que llega a convivir a Arantxa (interpretados por Iñigo Gastesi y Diego Anido). Ninguno resulta plano. Cada uno tiene un dibujo diferenciado. El Kepa que interpreta Iñigo es más novato e idealista, mientras que Diego Anido nos traslada el carácter de un asesino despiadado.
 


Arantxa Echevarría busca reflejar en sus películas experiencias verídicas que posean un gran trasfondo social y carga emotiva. Así se puede apreciar en Carmen y Lola (2018) y en Chinas (2023). Aquí sigue esa tónica. 

En palabras de la directora: “Ha sido un viaje personal y emocional al País Vasco de mi infancia, al dolor, al recuerdo, a intentar comprender el sinsentido. Lo que me llamó la atención del proyecto, cuando me lo presentaron fue la propia Arantxa, la policía infiltrada. Hicimos un viaje. El viaje de meternos en la piel de una chica de 22 años en el momento en que uno tiene sus primeros amores, sus primeras fiestas, sus primeros viajes… En ese momento vital decide ponerlo todo en pausa y estar ocho años fingiendo ser otra persona. Ocho años dentro de una mentira para conseguir algo tan intangible como el bien común. Era una mujer en los 90. Y solo por eso pasó desapercibida. Esta película pretende darle las gracias”.





Bonus Track________________________________________________________
En este artículo hay un estupendo resumen de las películas y puntos de vista sobre el asunto ETA en el cine español.