Ciencia Ficción
España, 2016
Ed. Aristas Martínez
La novela discurre por esos mismos agujeros y túneles donde se escondía la agonizante humanidad que sobrevivía a Matrix (Wachowski Bros.). Una ciencia ficción de rostro mugriento que nos arrastra como gusanos bajo tierra, por túneles que huelen a vómitos y meados. En Matrix reinaba la tecnología y la realidad virtual, mientras que en este universo imaginado por Guillem López reina el dios de la biomecánica, un numen feroz que obliga a obreros, matones y al común de los mortales a fusionar sus cuerpos con mejoras mecánicas que suplantan los biceps por pistones y los ojos por cámaras. Un futuro que vive sin futuro.
"La rebeldía siempre sale cara. Uno emerge de las profundidades para eso, para ser rebelde, aunque con el tiempo lo convierten en un montón de chatarra con engranajes, tuercas y soldaduras por todas partes. Y en el proceso, en el camino que transcurre desde el primer grito y el puño en alto, hasta el quirófano o el pozo de reciclaje, se vive como en un sueño, en un paisaje blando y tibio por el que deslizarse. Pensamos que nuestros pasos son nuestros, que las huellas que seguimos son de otros, y no es así. Somos títeres que caminan en círculos, tras la pista de sus propios tropiezos.La reflexión es odiosa y complicada y un mundo violento es más sencillo y fácil de masticar. A quién le importa." pág 89
Pero esto no es más que el paisaje, degradado y embrutecido, dibujado con gran pericia por el autor.
Lo sorprendente es la trama, inusualmente depurada y que me recuerda, en la travesía de manipulaciones que sigue su protagonista, a otra genial película, Muerte entre las flores (Miller´s Crossing) de los Coen Bros. Basada a su vez en la novela de Dashiell Hammett, La llave de cristal.
Las coordenadas de ese espacio denominado el Pozo son ambiguas. Cavan y cavan sin parar, pero nadie sabe porqué. Sospechan que en la superficie se vive como en un paraiso y sueñan con escapar allí; pero los riesgos son tantos y los guías tan caros y traicioneros que el mero intento es una quimera.
El protagonista es todo un hallazgo, el típico buscavidas al que se le acaban los años de molicie y juventud. Un don nadie al que el dios de la biomecánica tiene ya en su lista, de modo que o se espabila o acabará convertido -como su padre y tantos otros- en una máquina taladradora.
"Cuando alcanzas la edad te convierten en algo útil. Hasta ese momento eres una idea, un proyecto. Sobrevives en las grutas, te defiendes de las violaciones y los abusos. Eso te curte, te hace duro por fuera. Pero hay un tiempo, una frontera difusa en la que ya no eres un crío, ni lo suficientemente adulto como para aguantar las amputaciones y los implantes del mecatacto. En ese lapso eres otra cosa: algo que no es carne ni hueso, a pesar de que sangre; que no tiene una verga ni un chocho, pero folla; que mata de una cuchillada en el cuello o muere si le aplastan la cabeza; alguien que no existe, aunque se arrastra oculto en la mugre. Somo eso sin nombre. Más que niños y menos que adultos. Salvajes, alimañas de los túneles que roban los huevos de las serpientes." pág 26-27
Veintiuno se llama este protagonista que medra por las grutas. Un tipo que trafica con palabras, que miente y manipula a diestro y siniestro dejando caer insidias por aquí, para recoger sus frutos por allá. Pérfido y manipulador como pocos, logra embaucar a unos y traicionar a otros para salir siempre airoso y prosperar en un mundo implacable.
-¿Qué puedes tener tú que interese a Papi Piszkos?
-Palabras.
-¿Palabras? -Soltó una risa ronca-. Las palabras no pueden venderse y, aunque así fuera, ¿por qué pagaría Papi por escucharte?
-Esa es la diferencia entre tú y yo. Donde tú ves aire yo veo una posibilidad de negocio. Quiero prosperar en esta vida, Ñam. ¿Lo entiendes? Quiero ascender. " pág 85
Matrix art concept, de Simon Murton |
Guillem López traza con sutileza el hilo de esta compleja trama que tiene su mejor metáfora en el laberinto de túneles donde transcurre. Las Polillas es el nombre de una banda, la Casa del Humo es la casa del opio (el bok) donde todos obtienen refugio para olvidar su condena.
El estilo de López es vivo y directo, muy cinematográfico. Logra crear escenas unas veces turbadoras, como cuando Veintiuno, hasta arriba de bok, medita la trampa en la que caerán las Polillas y de pronto se da cuenta que entre el humo y el techo está perdido uno de estos insectos. Y otras divertidamente escatológicas, como cuando Veintiuno vigila la detonación de un crimen impulsado por él mientras es atacado por una diarrea explosiva.
El mundo que imagina López es coherente y nauseabundo. La humanidad sobrevive bajo tierra y él logra que olamos el ácido de la descomposición. Quizás se echa en falta una mayor profundización en esa sociedad brutal y su pasado, en esa secta religiosa que te puede condenar con sólo un gesto, en ese Día de Juicios que atisbamos al final. Pero con todo, una novela de fuste.
"Los juicios morales son odiosos, especialmente en un lugar en que la moral es un cepo abandonado en una gruta oscura, esperado su próxima víctima."
P.D.
Lenta pero segura, la ciencia ficción española en la actualidad avanza hacia su plena madurez.
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