miércoles, 18 de julio de 2012

La olla de oro

de James Stephens






Obra de aliento épico, poético y hasta filosófico, fue publicada en 1912 y da carta de naturaleza a los dioses propios de Erin.

A lo largo y ancho de la obra conviven leprecauns y labriegos  con el dios Pan y Angus Óg, los tuata de Danam, los Hombres Absolutos y los Durmientes de Erinn. El hilo conductor son dos Filósofos cuya inocente sabiduría provoca que los leprecauns de Gort na Cloca Mora pierdan su olla de oro, cuando "un leprecaun sin una cazuela llena de oro es como una flor sin perfume, un pájaro sin ala, o un interior sin exterior."



El texto tiene el poso de lo fundacional, la voluntad de dotar a Irlanda de unos orígenes mitológicos. En un comienzo aparece el dios Pan, que se atrae a una joven campesina. Pero el autóctono Angus Óg acude para llevársela y mostrarse como el señor de los verdes valles.  Es como establecer un lazo y presentar a los dioses de Erin a través de los ancestrales mitos griegos. A Stephens le atraía enormemente la teosofía, el folcklore irlandés y el espiritualismo. La traductora Olivia de Miguel ya nos indica en la introducción cómo los años posteriores a la muerte "de Charles Stewart Parnell, el héroe del nacionalismo irlandés, surgieron diversos grupos que proponían soluciones, no tanto políticas como culturales, al problema de la identidad irlandesa. Este Renacimiento irlandés liderado por Yeats y con componentes tan ilustres como AE (George W. Rusell) o George Moore "redescubrieron la antigua literatura heroica, con sus batallas, mitos y dioses", capaz de ofrecer esa identidad. La olla de oro cumple este liturgia.

A pesar de su ambiente mitológico, la obra tiene humor,
"No hace mucho, en la espesura del pinar llamado Coilla Doraca, vivían dos Filósofos. Eran más sabios que nada ni nadie en el mundo, sin contar al Salmón que habita en la alberca de Glyn Cagny donde el avellano, que crece a su orilla, arroja los frutos del conocimiento. Él, por supuesto, es la criatura viviente más profunda, pero en cuanto a sabiduría, los dos Filósofos eran casi tan sabios como él. Sus rostros parecían de pergamino, tenían las uñas sucias de tinta y eran capaces de resolver al instante cualquier dificultad que les planteasen, incluso las mujeres. La Mujer Gris de Dun Gortin y la Mujer Flaca de Inis Magrath les formularon las tres preguntas que nadie había podido responder jamás, y ellos las contestaron. Así fue como lograron la enemistad de estas dos mujeres, mucho más valiosa que la amistad de los ángeles. La Mujer Gris y la Mujer Flaca se enfurecieron tanto al escuchar las respuestas que se casaron con los Filósofos..." pág. 17
y ofrece sentencias sobre la vida, las relaciones entre hombres y mujeres o entre dioses y hombres. La plasmación en definitiva de un carácter, una filosofía y un panteón nacionales, propios de Irlanda.
"A la Belleza no le gusta el Pensamiento y enviará terror y penas a aquellos que la miren con ojos inteligentes. No podemos ni enfadarnos ni alegrarnos en presencia de la luna; ni atrevernos siquiera a pensar en el alcance de su poder o, con toda seguridad, la Celosa nos atormentará. Creo que no es benévola sino maligna y que su mansedumbre es una tapadera de sus vergonzosas  infamias. Creo que la belleza tiende a ser espantosa a medida que se hace perfecta, y que, si pudiéramos captarla en su totalidad, veríamos que la belleza extrema es de una fealdad desoladora, y la belleza absoluta y última recibe el nombre de Locura." pág. 175

"-Qué es lo que más te gusta en el mundo, Seumas Beg? -dijo Pan.
El muchacho se quedó pensativo un momento y respondió:
-No lo sé, señor.
Pan también reflexionó un momento.
-Tampoco yo lo sé -dijo-. ¿Qué es lo que más te gusta en el mundo, Pastora?
Caitilin tenía la mirada fija en él.
-Aún no lo sé -contestó lentamente.
-Ojalá los dioses te protejan contra ese conocimiento -dijo Pan con gravedad.
-¿Por qué dices eso ? -replicó-. Uno debe averiguarlo todo, y cuando averiguamos una cosa sabemos si es buena o mala.
-Ése es el principio del conocimiento -dijo Pan-, pero no es el principio de la sabiduría.
-¿y cuál es el principio de la sabiduría?
-La indiferencia -respondió Pan." pág. 67
"Ella había descubierto que la felicidad no es risa ni satisfacción y que nadie puede ser feliz por sí solo. Así había llegado a comprender la terrible tristeza de los dioses y por qué Angus Óg lloraba en secreto; porque a menudo le había oído llorar  por la noche y ella sabía que lloraba por los que eran desgraciados y que seguirían siendo inconsolable mientras hubiera en el mundo personas tristes o actos malvados. La propia felicidad de Caitilin también se había infectado de la desdicha ajena, hasta supo que nada le era ajeno". pág. 182

Nos asaltan los mitos vestidos con nombres sonoros como bosques remotos. Así Meehawl MacMurrachu, la Mujer Flaca de Inis Magrath, los leprecauns de Gort na Cloca Mora, los shee de Croghan Conghaile o Angus Mac Óg, hijo del Dagda Mór.

"Los poemas proféticos de Blake, fundamentalmente "Las Cuatro Zoas", escenifican una fantasía cósmica de la lucha entre los cuatro principios, constitutivos del ser humano: razón, pasión, sentidos e imaginación encarnados en Urizen, Luvah, Tharmas y Urthona. Stephens escribe en una primera edición de La olla de oro que "en este libro hay tan sólo un personaje: el ser humano. Pan es su naturaleza sensual; Caitlin, la emocional; el Filósofo, la intelectual y Angus Og, la divina imaginación. Los policías representan la convención y lógica humanas; los leprecauns, su parte elemental, y los niños, la inocencia. No he llevado a cabo la idea con rigidez, pero así es como concebí la historia". Prólogo pág. 11

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