EEUU, 2015
Pete Docter fue capaz de mirar más allá de nuestros miedos infantiles y mostrarnos el fascinante mundo de Monstruos S.A. Del mismo modo ha querido ver más allá del desorden emocional de una niña de doce años y mostrarnos sus procesos mentales de una forma muy viva y dinámica.
La película sigue las peripecias de Riley desde su nacimiento; pero más que centrarse en sus carreras y juegos, la pantalla nos muestra el interior de sus vivencias. Dentro de su cabecita está la sala de mandos donde habitan unos personajes cautivadores: Alegría, Tristeza, Miedo, Ira y Asco. Ellos son los protagonistas.
La mente de Riley alberga un mundo de islas (la de los juegos, la de la familia, etc.) que resguardan lo más valioso de su personalidad; pero también un gigantesco laberinto donde se almacena la memoria a largo plazo, un tenebroso subterráneo donde se embosca el inconsciente y el pozo sin fondo de los recuerdos olvidados.
Al cumplir 12 años Riley va a tener que afrontar varios cambios. El primero, la mudanza de su familia desde Minnesota a San Francisco. El segundo, y no menor, la reorganización de su vida: colegio y amigos nuevos y, sobre todo, el paso a la pubertad.
La cinta es maravillosa porque es capaz de ilustrar con personajes y escenarios muy vívidos y minuciosos, algo tan abstracto como la memoria, las emociones y el subconsciente o la evolución psicológica que va desde la infancia a la adolescencia.
La cinta es maravillosa porque es capaz de ilustrar con personajes y escenarios muy vívidos y minuciosos, algo tan abstracto como la memoria, las emociones y el subconsciente o la evolución psicológica que va desde la infancia a la adolescencia.
Pete Docter encontró en su propia hija la inspiración de Riley; pero tiene razón en que, si algo define a su película, es la originalidad de su punto de vista. No está basada en nada que hayamos antes y nos acerca de forma dramatizada al complejo mundo del cerebro y los resortes de la personalidad. No en balde está en el ADN de Pixar un concepto de historias alejadas del lugar común, imaginativas, con agudos puntos de vista y atravesadas de humor.
La cinta reúne momentos de humor espléndidos (cuando la madre intenta implicar a un despistado marido, ¡Ay, hombres!), también de un gran dramatismo (el sacrificio del amigo imaginario en el pozo de los recuerdos desechados) y sobre todo claves del comportamiento de una gran profundidad.
Uno de los grandes logros es la personalidad con que han plasmado cada emoción, tanto en el guión como en el apartado visual. Sobretodo Alegría, un personaje rebosante de energía que inunda de luz todo a su alrededor (tanto física como anímicamente). La textura de su piel parece compuesta de corpúsculos de luz o doradas burbujas de champán.
Aunque siendo Alegría la protagonista, quien permanecerá en nuestro corazón es Tristeza. En ese sentido la película es muy adulta pues afronta con valentía las paradojas y conflictos que atraviesan nuestras vidas. Del mismo modo recordaremos al amigo invisible de Riley, un entrañable delfínelefantenubedealgodón, a punto ya de perderse en las estanterías de los recuerdos infantiles.
Seguramente esta película figurará en los archivos de todos los colegios del mundo, tal es su capacidad de mostrar de forma gráfica y amena la complejidad de las emociones. El neurólogo Javier de Felipe analiza en ElMundo.es el acierto de representar antropomórficamente el funcionamiento de nuestro cerebro y ensaya una definición de emoción: "una emoción es una manera de percibir el entorno. Una emoción es una interpretación del mundo externo." En el mismo artículo, María Jesús Sancho, psicóloga, nos confiesa que en algún momento le recordó a Alicia en el país de las maravillas.
Es en este punto donde coloco una salvedad. Comparada con ese clásico de Disney u otros de Pixar como Monstruos S.A. o Up! echo en falta una historia de ficción más densa.
Creo que una idea y un desarrollo brillantísimo se han encontrado dos lastres insalvables: Ser excesivamente discursiva (los personajes hablan y hablan como si estuviesen en la sesión de un terapeuta); y transcurrir en un espacio acotado.
Sé que puede parecer una perogrullada decir que una película basada en algo tan abstracto como las emociones, peca de ser excesivamente intelectual o abstracta; pero si la comparamos con la trilogía Toy Story, Wall-e o Up!, podremos apreciar la diferencia. En todas ellas hay ideas sobre la vida y la muerte, sobre la infancia, el valor o la solidaridad; pero situadas en el interior de un caudal denso, donde la peripecia, el conflicto y las relaciones siempre iban más allá de las puras ideas que contenían.
Eso mismo es lo que echo en falta en esta Inside/Out, donde se ve excesivamente la arquitectura de la trama y las ideas están más desnudas de lo deseable en una obra de ficción.
Lo cual no quita para que la considere una obra maravillosa e imaginativa.
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