“J” Cody -el protagonista- se traslada a vivir con su abuela cuyos tres hijos se dedican a negocios ilegales. Al principio asiste como mero espectador, pero la evolución de los hechos acabará implicándole cuando la situación estalla y provoca una serie de asesinatos.
El ritmo, más que de thriller es de un drama donde se dibujan con mimo los personajes y cada situación se va tensando hasta desembocar en el crimen. Está contada en zapatillas, desde el pasillo, con la sequedad que nos provocan unos personajes vulgares, vacíos moralmente. La película juega la baza de la veracidad, pero en algunos momentos resulta plana, del mismo modo que su protagonista -un soso James Fecheville- confunde naturalidad con inexpresión.
De todos modos el juego de esta pequeña panda familiar resulta interesante por su punto de vista, el buen desarrollo dramático y algunos buenos momentos de tensión. Brilla la actriz Jacki Weaver -la abuela instigadora que maneja los hilos del cotarro- mientras que el estupendo actor Guy Pearce aparece como un simple florero. Dado que la cinta es australiana quizás han buscado con su nombre un mayor gancho publicitario.
La película recibió el Premio del Jurado en el Festival de Sundance 2.010.
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