sábado, 8 de agosto de 2015

El DECADENTISMO - de Brian Stableford

Goddes on the rocks - Gustave Moreau

























En la semblanza que Bian Stableford hace del Príncipe Zaleski como introducción a los relatos que escribió M.P. Shiel, se incluye  esta somera historia y certera definición del Decadentismo.


"Incluso en Estados Unidos -la nación menos hospitalaria de la tierra para las ideas y los ideales decadentistas-, esa noción tenía algo profundamente atractivo para unos pocos lectores de Poe: algo que tocaba su propia perversión calculada y su íntima falta de moderación. Sus descendientes literarios inmediatos fueron, no obstante, todos europeos, y casi todos franceses, cosa atribuible en parte a que Poe tuvo un genio por traductor al francés, pero sobre todo debida a que Francia estaba situada en un polo cultural precisamente opuesto al de Estados Unidos; era la nación más hospitalaria de la tierra para las ideas y los ideales decadentistas. Francia era el destino de los exiliados decadentistas de la Inglaterra victoriana, desde el pionero del dandismo George Brummell a Algernon Swinburne y las desdichadas amistadas de Shiel, Oscar Wilde y Ernest Dowson. Shiel también les seguiría, durante un tiempo, pero no lograría establecerse allí -los auténticos decadentistas no pueden establecerse en ninguna parte, porque su carácter paradójico esencial les hace encontrar las circunstancias hospitalarias casi tan insoportables como las inhospitalarias- y continuó regresando hasta que la necesidad le obligó a quedarse.
Es significativo que la"combinación de efluvios" que mostró a Shiel el camino hacia la nube Cucolandia a principios de la década de 1880 no diera fruto literario durante una decena de años. Aunque Baudelaire se convirtió en espíritu dominante de un movimiento decadentista parisino casi para cuando Shiel cumplió los dieciocho años, el movimiento no sería importa a Inglaterra hasta que en 1893 Arthur Symons se convirtió en us portaestandarte inglés. Symons no llevó mucho tiempo la enseña; se desprendió de ella el día de la condena de Oscar Wilde y proclamó su movimiento y a sí mismo simbolistas, manteniendo de este modo el estilo al tiempo que, por absurdo que fuera, repudiaba la sustancia. No fue el único en hacerlo; Théophile Gautier, en su presentación de una edición póstuma de Las flores del mal, había tenido buen cuidado de hacer hincapié en que el triunfo de Baudelaire era principalmente y ante todo, cuando no exclusivamente, una cuestión de estilo. 
John William Waterhouse - The Lady of Shalott
De hecho, fue Gautier el primer en describir y definir "el estilo decadentista" como "ingenioso, complicado, astuto, lleno de delicadas insinuacionesy sutilezas, compendio de todos los refinamientos del habla, con préstamos de los vocabularios técnicos, tomando colores de todas las paletas, tonos de todos los instrumentos musicales, sus contornos imprecisos y elusivos, con el oído presto para traducir las sutiles confidencias, las confesiones de pasiones depravadas y extrañas alucinaciones de una idea fija que se convierte en locura"; reconoció, no obstante, que un estilo semejante, como no podía ser de otro modo, "se utiliza para expresarlo todo y aventurarse hasta los extremos", y citó en tono elogioso la fascinación confesa de Baudelaire, con "la fosforescencia de la podredumbre".

Acosado por tanto desde sus comienzos por una cierta medida de cauta traición intelectual, el movimiento decadentista estaba conformado por escritores abocados a una actitud astuta y furtiva. Aseguraban que la civilización moderna había entrada en un declive irreversible, su vitalidad esencial mermada por el lujo y el confort que había debilitado a las clases dirigentes. A diferencia de sus predecesores y ancestros, los partidarios del romanticismo, los autores decadentistas no veían futuro ni vurtidu en la revelación contra la situación; se propusieron convertirse en entendidos de la perversidad, ensalzando el uso de sustancias psicotrópicas en su búsqueda de "paraísos artificiales" y elogiando los excesos de los estilos de vida exóticos. Mientras tanto, aceptaron, con un suspiro, que el destino inevitable del genio neurótico -sobre todo de uno cuyo linaje lo convertía en víctima de la neurastenia hereditaria- era bregar a la desesperada bajo la tiple opresión de tedio, spleen e impuissance.
Lucien-Lévy-Dhurmer - Le  silence

Ningún escritor decadentista podía alcanzar de veras el grado de genio decadentista según su propia estimación, ya que el mero acto de escribir -sobre todo si lleva consigo unos ingresos y un medio de vida- es una manera de evitar la opresión. Incluso es probable que un personaje en una obra de ficción decadentista tenga problemas para jugarse el todo por el todo, puesto que las exigencias de la tensión dramática imponen unas ciertas obligaciones de acción. un héroe decadentistas no debería hacer gran cosas, pero, por desgracia, tiene  que hacer algo, o su existencia literaria resultaría injustificable. En cualquier caso, el tedio le hará levantarse de vez en cuando de su sofá llevado por la desesperación, exactamente del mismo modo que su autor se siente empujado a tomar la pluma ¿Qué mejor papel puede desempeñar, en ese caso, que el de un detective al que se consulta en su estudio? Alguien que resuelve enigmas de vez en cuando, enigmas que sólo cabe desentrañar por medio de un genuino poder intelectual complementado con un talento único para el pensamiento lateral, constituye sin lugar a dudas un héroe decadentista más admirable que cualquier mero libertino. El único miembro  destacado del movimiento decadentista francés que escribió un relato de detectives fue Catulle Mendès; los demás consideraban indigno chapotear en uno de los géneros preferidos de los feuille-tonistes. Fueron ellos quienes salieron perdienddo, Zaleski es un retrato tan perfecto del genio decadentista como el Jean Des Esseintes de Joris-Karl Huysmans o el monsieur de Phocas de Jean Lorrain."





El Simbolismo de Odilon Redon en "Reflection"



Las corrientes artísticas y filosóficas que afloraron durante el fin de siglo (XIX) me resultan fascinantes.  En el blog ElCastilloDeKafka, se encuentra una entrada, completa y sintética, sobre la crisis de Fin de siécle y la llamada Época de la Modernidad.  En ellas se analizan tanto las bases histórico-filosóficas que la conforman, como las buyentes tendencias estéticas que alumbró: Prerrafaelismo, Parnasianismo, Decadentismo, Simbolismo, Impresionismo y Expresionismo. 

Si todos estos movimientos se pueden colocar bajo el epígrafe del Modernismo, estas serían sus características.



a) Vitalismo. Hedonismo, epicureísmo. Cultura del placer. Relación

  con la secularización y las filosofías irracionalistas.
  Paradójicamente se busca evadirse de la realidad mediante los
 “paraísos artificiales”.
b) Neoespiritualismo. Como efecto del proceso de secularización se
  rinde culto a la belleza y surgen corrientes de religiosidad y
 espiritualidad heterodoxas: la religiosidad modernista.
c) Esteticismo y Culturalismo.
  • Arte por el arte. Culto a la Belleza. Formalismo. Arte para
  minorías. Anti-utilitarismo. Hermetismo. Opacidad. Lector activo.
  Artista como artesano (superación de la inspiración romántica).
  Esmero formal. Conciencia del trabajo (metapoema y
  metarrelato).
  Hacer de la vida una obra de arte. El arte como forma de vida y de
  aprendizaje (y autocomprensión).
 • Gusto por lo suntuoso, el lujo, la decoración, lo exquisito.
  Afición a la Mitología. Decadentismo.
 • Fenómeno de la bohemia y el dandysmo. Artista-maldito
  (refugiado en su torre de marfil).
d) Exotismo-indigenismo. Evasionismo en el espacio y el tiempo.
   Relación con el Romanticismo. Alejamiento del Realismo.
e) Fusión de las artes: se rompen las fronteras entre los géneros y
   surgen géneros nuevos. Intertextualidad. La lírica es el género
   que impregna todas las producciones y contagia otros géneros
   (narrativa y drama). Elaboración formal. Importancia del Ritmo.
  Abundancia de Figuras retóricas. Innovaciones métricas.
  Polimetría.

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