domingo, 14 de septiembre de 2025

SIRĀT - de Oliver Laxe


SIRĀT es un viaje a ninguna parte. Una exploración del purgatorio donde están ubicados sus personajes. O de los límites adonde se acerca el ser humano para comprobar la aleatoriedad y futilidad de la vida. Una película radical, sin ningún género de dudas.

Luis viaja con su hijo hasta el desierto de Marruecos para buscar a su otra hija, una joven ofuscada con la vida que se fue de casa meses atrás. Las pocas noticias que tienen de ella les indican que podría haber acudido a una rave en pleno desierto marroquí. Integrados en el delirio fiestero, con furgoneta camperizada y todo, van mostrando la fotografía de la joven a todo el mundo, pero sin resultado alguno.

Cuando llega el ejército para desmontar el jolgorio Luis logra unirse a un pequeño grupo que huye, adentrándose en el desierto. Según le dicen van a otra rave que se va a celebrar en un lugar más remoto y secreto. Puede que su hija acuda allí.

La película entonces se convierte en una road movie hacia la nada que nos recuerda a "El salario del miedo" (Clouzot, 1953), a 'Easy Rider' (D. Hopper, 1969) o incluso a la primigenia "Mad Max" (G. Miller, 1979), saga renacida para alumbrar estos tiempos oscuros. A ello contribuye el carácter desesperado del viaje, el territorio inhóspito que cruzan y las confusas noticias que llegan a este grupo errante sobre el aparente inicio de una guerra del alcance mundial.  

A Luis no le queda más remedio que encomendarse a estos cuatro exploradores extremos y enredarse en un viaje que -como ya intuimos- lo transformará. El viaje poco a poco se convierte en algo atroz. Ya no será iniciático, sino un descenso a los infiernos de la desesperación. 



La película logra algo casi imposible, convertirse en un trance, como reza su subtítulo. Algo que logra con la ayuda de un paisaje abrumador y una música lisérgica. La búsqueda de Luis se desarrolla en un entorno frenético, con la música de ritmo repetitivo a tope, algo que en la sala de cine se te incrusta en el pecho. Las primeras imágenes ya nos sumergen en esa especie de liturgia. Son unos prolongados minutos donde vemos instalar una larga hilera de altavoces que enseguida escupen sus potentes ritmos electrónicos mientras los cuerpos empiezan a vibrar y a retorcerse. Todo un ritual.

La película no creo que se proponga darnos a entender el por qué de las raves o su sentido pero, por un momento -sometidos como estamos a un ritmo repetitivo que se vuelve hipnótico-, nos parece intuir la poesía que hay detrás. También el desasosiego vital de unas gentes que sólo buscan aplacar la desesperación de una vida sin sentido. Ellos parecen conocer el fondo más oscuro de la vida y se entregan a un ritmo que lo ocupa todo y que parece absorber su consciencia. Aquí puedes escuchar su BSO.

La última esperanza de Luis está unida a esta tribu nómada en su viaje a ninguna parte. Todos ellos tienen sus vidas mutiladas, tal y como subraya el hecho de que a uno de ellos le falta una pierna y a otro una mano. Pero ninguno se rinde. Su viaje por momentos parece una temeridad. Como afrontar la vida. La película en ningún momento resulta moralizante. Sólo nos obliga a estar presentes en esta atormentada travesía. Poco a poco el ejército, las noticias o la civilización quedan atrás. Todo se desnuda. El paisaje, las expectativas, el mundo.



Ver esta película es una experiencia perturbadora. No te regala nada, ni te da tregua. Su periplo serpentea entre lo físico y lo espiritual. Como al propio Luis, este itinerario salvaje te va despojando de todos los engaños e insensateces con los que crees vivir hasta dejarte solo, con tu vulnerabilidad, en medio de la nada. 

Lo dicho. Toda una experiencia que se define desde el mismo título. Sirât, nos dice en su presentación la película, significa para el Islam la vía que conduce a la verdad. También da nombre al delgadísimo puente que une el infierno y el paraíso.

En una entrevista, el director sentenciaba: Con esta película expreso mi visión de la vida. El significado literal de sirât es "el camino". La vida es un camino con curvas; tiene callejones a ambos lados. La vida te sacude; no llama a la puerta. Aparece, te sacude de repente y te pregunta: "¿Quién eres?".






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O. Laxe en el rodaje de Sirât
Oliver Laxe es una figura singular en el cine español. Nacido en París, hijo de padres gallegos emigrantes, regresó con ellos a la tierra de origen. Estudió cine en Barcelona, emigró a Londres y después vivió muchos años en Marruecos, donde se interesó por el sufismo y lo estudió. Allí impartió un taller de cine para niños en riesgo de exclusión, que fue el origen de su primer largometraje, el documental Todos vosotros sois capitanes (2010). Con él ganó el Premio FIPRESCI del Festival de Cannes con el que el director ha establecido un idilio ya que también ganó allí el Gran Premio de la Semana de la Crítica en 2016 por 'Mimosas' y el Premio del Jurado en la sección Un certain regard en 2019 por 'O que arde'.
"Mimosas" es una suerte de western contemporáneo de autor en el que se combinan como monturas los caballos y los destartalados taxis. Rodada en la región montañosa del Atlas marroquí, arranca con un anciano que desea morir y ser enterrado en el lugar en el que nació. Así se desarrollaba un viaje iniciático con dilema moral que termina en redención mediante el sacrificio. Esto último es relevante, porque está vinculado con el nuevo viaje iniciático que se emprende en Sirât.
Entre Mimosas y Sirât, rodó en un valle de la Galicia interior Lo que arde, sobre un pirómano que, tras cumplir condena, regresa a la casa de su anciana madre en el lugar en el que incendió el bosque. Puede sonar a crudo drama rural, pero el cine de Laxe tira siempre hacia la dimensión poética y espiritual. Los hipnóticos cinco minutos iniciales de esta película bastan para evidenciar que estamos ante un cineasta notable. Parte del mérito de la fuerza de sus imágenes hay que atribuírselo al director de fotografía Mauro Herce, con el que ha rodado todas sus obras desde Mimosas. En Sirât el trabajo de Herce es portentoso. 
Perfil extraído de la web Letra Global