viernes, 11 de julio de 2025

TIERRA de NADIE - de Albert Pintó

España, 2025

Acabo de ver una gran película esta noche. Se titula Tierra de nadie y es una sencilla película de género (narco) pero hecha con habilidad y primor. Se sostiene sobre tres patas muy firmes: un ajustado guión de Fernando Navarro, una dirección con un gran sentido del ritmo y la composición y unas interpretaciones impecables de tres secundarios de lujo convertidos aquí en protagonistas: Luis Zahera, Karra Elejalde y Jesús Carroza. Aunque no me quiero olvidar de un cuarto, otro secundario, que es uno de mis actores preferidos de estos últimos 15 años, el gran Vicente Romero. ¡Que cuatro actorazos!

Esa Tierra de nadie de la que habla el título es la costa de Cádiz, convertida desde hace demasiados años en la puerta de entrada a Europa del narcotráfico. Los cárteles sudamericanos son demasiado potentes y violentos como para que una Guardia Civil con escasos recursos humanos y materiales les haga frente. Este es el caldo de cultivo en el que se van a enfrentar tres amigos de toda la vida a los que el destino ha llevado por distintos derroteros. Mateo "El Gallego" (Luis Zahera) es un indomable capitán de la Guardia Civil que vigila las fronteras desde hace demasiados años... y que está a punto de convertirse en un policía quemado. El sistema parece hacer inútil su trabajo. Benito "El Yeye" (Jesús Carroza) es un resignado joven que está viendo cómo la vida se le escapa entre las manos sin lograr sacarle partido. Y Juan "El Antxale" (Karra Elejalde), un hijo de pescadores que el paro empujó al narcotráfico. Tres amigos atrapados en un polvorín a punto de explotar que pondrá a prueba su amistad.



La película se inicia con la detención de un yate que porta un alijo de droga. Este hecho es el punto de inflexión que nos lleva a conocer el entorno de estos tres colegas. Mientras El Gallego ve cómo los traficantes detenidos son soltados al día siguiente, El Yeye regenta el depósito judicial donde se custodia el barco decomisado y El Antxale se reúne con el cártel colombiano dueño del alijo para exigirle cuentas por utilizar su territorio. 
La tensión se masca. 
Los colombianos no se conforman con perder la carga. Son tipos fieros a los que nos les importa nada. Finalmente el traslado rutinario del yate, para que una juez levante acta, se convertirá en un duelo a muerte para dirimir quien controla esa tierra de nadie. 

Tanto el tema criminal como ese territorio andaluz tan inhóspito y sin oportunidades, nos remite irremediablemente a la excelente La Isla Mínima (Alberto Rodríguez, 2014). También un estilo denso y afiebrado, que describe una situación enquistada que amenaza tragedia.



La película es muy directa, como corresponde a una cinta de género. Las circunstancias personales de cada protagonista y la situación general del narcotráfico en Cádiz se nos muestra con sólo dos brochazos. El primero nos ilumina sobre los sinsabores de unas vidas en descomposición. Los tres coinciden una noche de copas en un chiringuito  para certificar su nostalgia de una amistad que la vida fue llenando de agujeros. El otro se ventila en un amargo diálogo entre la juez y el policía. 
No se necesita más. Prima la acción. 
Los colombianos están matando gente para ajustar cuentas y recuperar su alijo. Cuando el barco inicia su traslado cada bando tiene sus bazas bien guardadas y las garras afiladas.

Me ha gustado el guión tan ajustado que firma Fernando Navarro (Verónica, Bajo Cero) y también las escenas de acción, muy bien rodadas. Como la inicial del asalto y detención del yate en alta mar. Aunque todavía es mejor la escena en la que dos guardias civiles detienen un camión en el puente de la Constitución, en la bahía de Cádiz, para realizar un registro. El suspense hace que el tiempo se detenga. Los dos policías se saben en inferioridad y que la situación está a punto de desbordarlos. Lo mismo ocurre cuando "El Antxale", llega a su casa una noche y empieza a oír crujidos en la habitación de al lado. Uff. Tanto él como los espectadores nos tememos lo peor.

La dirección de Pintó es muy efectiva y la música de Sara Cáceres Huerta subraya con acierto el suspense que nos mantiene cogidos por las solapas. El tiroteo de la escena final con los tres amigos acorralados en las marismas por los colombianos es de los que te deja pegado al sillón.



Creo que el cine español ha descubierto un territorio malsano en la costa andaluza que ofrece mucho rédito. Se beneficia de que es una especie de frontera donde se acumulan personajes turbios, buscavidas y fracasados. Así se aprecia en Toro (Kike Maíllo, 2016), El Niño (Daniel Monzón, 2016) o La maniobra de la tortuga, (Juan Miguel del Castillo, 2022). 

Todas ellas lucen lugares emblemáticos, tal y como aquí brillan el puente de la Constitución 1812, conocido como La Pepa, o la maravillosa playa de la Caleta. 

Puente de la Constitución 1812 en la Bahía de Cádiz


















Albert Pintó ha dirigido anteriormente Matar a Dios y Malasaña 32