viernes, 22 de marzo de 2013

LEVIATÁN - ESPEJOS NEGROS - de Arno Schmidt






Asomado al apocalipsis.-

El libro lo componen dos novelas cortas. Comparten ambas la desesperación, el caminar al borde del precipicio. En Leviatan el mundo es un bombardeo constante al final de la segunda Guerra Mundial; las horas, las del hambre y el frío extremo. Un grupo de alemanes desesperados se hacen con una locomotora e intentan huir. El tren termina colgado sobre el abismo, en medio de un viaducto destruido. En Espejos negros el mundo es el del apocalipsis nuclear. El narrador cree ser el último hombre sobre la tierra. Y no echa de menos a nadie.
"¡Recuerde tan sólo el aspecto que tenía la humanidad! ¿¡Cultura!?: la tenía uno entre mil; ¡uno entre cien mil la producía!: ¿Moralidad?: ¡Ja, ja, ja!: ¿En el fondo de su conciencia cada uno de nosotros sabe que hace mucho tiempo que merece la horca!". pág. 144
El estilo es cortante como el hielo. Hecho de frases cortas. Los pensamientos se suceden ágilmente, con un lenguaje que busca lo esencial. Los dos relatos son en primera persona. Secos y fragmentarios como trozos de metralla. El primero marcado por las horas como un diario, el segundo marcado por los párrafos denominados franceses (primera línea llena con la primera palabra en cursiva y las demás líneas sangradas). 

Los pensamientos refulgen como relámpagos. Son narraciones de gran intensidad, con carga autobiográfica, que albergan una honda amargura y un gran desprecio a la humanidad. La fragilidad con la que aparecen estos seres contrasta con su denodado esfuerzo por sobrevivir, por comprender la vida y hasta el universo; que es  en definitiva todo lo que se les escapa.
Sus páginas están salpicadas de demostraciones físicas y matemáticas. En Leviatan se habla de la fuerza de la gravedad y la infinitud del espacio. En Espejos negros se nos explica la fórmula de la rotación de un proyectil y la solución al teorema de Fermat. Incluso aparecen citadas obras del propio Schmidt, como en Leviatan, las anotaciones de Klopstock en La República de los sabios, obra feroz y corrosiva.

Todo el libro está regado de desesperación, anticristianismo, malthusianismo y el vértigo del apocalipsis. 
En Leviatan el grupo lo componen dos soldados heridos y hastiados, dos jóvenes aún fanáticos de las juventudes hitlerianas, tres ancianos, algunos niños, un pastor protestante con su familia y Anne, antigua novia del narrador; el cual mantiene una discusión soterrada con un viejo herido sobre Dios y el diablo.
"Sus retruécanos de 2000 años sobre el pecado original puede ir a contárselos a los que ya no tienen seso: ¿es posible que esta gente no haya considerado nunca la posibilidad de que el culpable pudiera ser Dios? ¿Acaso nunca oyeron hablar de Kant y Schopenhauer, de Gauss y Riemann; Darwin, Goethe, Wieland? ¿O simplemente no lo entienden, y siguen rumiando disparates, impasibles como vacas, a través de los siglos? Éste es el espíritu que rechaza la modificación del curso de un río por considerarla un voto de desconfianza hacia Dios y una intromisión en SU creación. Una vez oí a un teólogo sentenciar fehacientemente a propósito del apéndice: "¡Si no tuviese alguna utilidad, no estaría allí!" - Whatever is, is right: esto debe valer también para la poliomielitis, la bulimia, la Sphaerularia Bombi Dufour y Herms Niels; por lo que parece, los acólitos incondicionales llevan siempre uniforme negro. - Gentuza" pág. 26
Donde Whatever is, is right* cita el famoso poema "Essay on Man" de Alexander Pope (1688-1744) y el uniforme negro equipara a fanáticos de toda índole sea religiosa o política. 

Hermann Hesse escribió sobre el autor de Leviatan, "nos escupe en la cara su asco".

Espejos negros transcurre en un mundo postapocalíptico. El narrador superviviente intenta recomponer su vida con los restos de la civilización. Sus reflexiones adoptan tintes malthusianos, por el excesivo crecimiento de la población. Hacia el final reproduce una carta que dirigió a George R. Stewart, supuesto autor de una historia de la humanidad al que reprocha su ignorancia. Curiosamente Stewart es autor de La tierra permanece, una ficción también postapocalíptica pero de orientación más constructiva. Se relata allí el posible reinicio de la humanidad. Schmidt es mucho más pesimista.

"¡Los bosques son lo más hermoso que existe! Y yo estaba entrando ahora en los cuarenta; si todo salía bien (?) iba a poder seguir vagando por la tierra despojada de seres humanos todavía por un buen rato: ¡no me hacía falta nadie!- pág.73
"Este mundo es algo que sería mejor que no fuera; ¡quien dice otra cosa miente! Piense en los mecanismos del mundo: gula y lujuria. Usura y asfixia." pág 35

Recientemente se ha publicado en España Los hijos de Nobodaddy, título que agrupa tres novelas cortas: Momentos de la vida de un fauno, El brezal de Brand y Espejos Negros. Julián Ríos nos explica en el prólogo que "Schmidt concibió la idea de la trilogía a posteriori, una vez que acabó de escribir el Fauno en enero de 1953, en Kastel, tras tres años de trabajo. Entre enero y septiembre de 1950 había escrito en Cordingen El brezal de Brand, que se publicó en 1951 conjuntamente con la novela corta Espejos negros, escrita en el mes de mayo de ese año en Gau-Bickelheim. El Fauno venía así a cubrir el primer período histórico de la trilogía, los años del Tercer Reich y de la Segunda Guerra Mundial, de 1939 a 1944, al que sigue la posguerra de 1945 a 1946 en El brezal de Brand, que concluye con el pesimista futuro o futurible de 1960 a 1962 en Espejos negros, cinco años después de la tercera guerra mundial." pág. 17


Patricio Pron escribió un artículo muy completo sobre la figura de Arno Schmidt, aquí.
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*  La estrofa final de la Epístola I dice así:
All Nature is but Art, unknown to thee;
All chance, direction, which thou canst not see
All discord, harmony not understood,
All partial evil, universal good:
And, spite of pride, in erring reason's spite,
One truth is clear, whatever is, is right.

La naturaleza toda es un arte desconocido para ti; 
todo acaso, es una dirección, que no eres capaz de ver; 
toda discordia, una armonía que no llegarás a entender; 
todo mal particular, un bien general; 
y en despecho del orgullo y de la razón extraviada 
una verdad está clara: todo cuanto existe, así debe ser.

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