domingo, 18 de junio de 2017

EL VIAJERO bajo el RESPLANDOR de LA LUNA - de Antal Szerb

Novela, Hungría, 1937
Ediciones del Bronce, 2000










Mihály es un joven burgués de Budapest que viaja por la Europa de entreguerras.  Se acaba de casar y su Luna de Miel le conducirá por Venecia, Rávena y Roma. En su interior sabe que con ese viaje acabará cruzando la frontera en la que dejará atrás una juventud intensa y seductora para incorporarse a una vida de adulto que él siente como una losa. "Conformarse" con las circunstancias más mostrencas de la vida, es como lo define en alguna ocasión. También "Aceptación aburrida de los hechos". Abandono de la autenticidad.

Mihály es un héroe siempre desplazado que todavía se está buscando a sí mismo. Un amigo lo describe como un ser "distante y abstracto que tiene muy poco que ver con las cosas y la gente, como un extraño o un marciano en esta tierra". De modo que no es extraño que en uno de los transbordos del tren y casi sin querer, se quede en tierra mientras su esposa continua viaje a Roma. El joven iniciará entonces un itinerario de búsqueda personal que en ocasiones tiene unos hermosos tintes oníricos. De lo que busca no sabe nada más que deberá reflejar el fulgor de aquellas tardes que compartió con los hermanos Ulpius, Tamás y Éva.  
"Más adelante, leí en un famoso ensayo inglés que el principal rasgo de carácter de los celtas era rebelarse contra la tiranía de las cosas. Los hermanos Ulpius eran, en ese sentido, absolutamente celtas. Dicho sea de paso, tanto Tamás como yo estábamos locos por los celtas, por las leyendas del Santo Grial y por Parsifal. Probablemente me sentía tan bien con ellos porque eran así de celtas. Con ellos, me encontraba a mí mismo. Me di cuenta de por qué me sentía siempre como un extraño en mi casa, de por qué me avergonzaba constantemente. Porque en mi casa reinaban los hechos." pág 30
Ya desde el primer día de su luna de miel, el protagonista nos traslada su insatisfacción por lo prosaico y su anhelo de ideal. Nada más llegar al hotel de Venecia se lanza a las calles a tomar una copa. Busca el vino de Samos que recuerda de su estancia en París en su época de formación

"Encontró varios sitios donde se vendían bebidas, pero ninguno le convenció, ninguno se parecía a lo que él buscaba. Todos tenían algún defecto. En algunos, la gente era demasiado elegante, en otros demasiado vulgar, y ninguno le sugería el tipo de bebida que buscaba. Aquella bebida tenía un sabor más secreto. Poco a poco, tuvo la sensación de que esa bebida se vendería en un solo y único lugar en toda Venecia, y él tendría que encontrar aquel lugar, guiado por sus instintos. Así es como se encontró medio perdido entre los callejones". pág. 11

En estas líneas aparentemente intrascendentes está en germen toda la novela: insatisfacción de la propia realidad, recuerdo idealizado del pasado, búsqueda de autenticidad.
Iglesia de San Vitale, Rávena

Después de Venecia, la pareja viaja a Rávena para ver los famosos mosaicos bizantinos. Allí recordará una noche con los Ulpius en que estuvieron contemplando estos mismos mosaicos en un enorme libro. Este recuerdo y el influjo del vino hará que Mihály relate a su mujer, Erzsi, sus recuerdos más embriagadores: las visitas a la casa de Tamár y Éva, sus juegos dramatizando epopeyas y muriendo en defensa de un ideal, los sueños que compartían, el éxtasis de una vida plena.

Ahora Mihály siente que ha desperdiciado su vida y quiere volver a sentirse vivo, buscar aquel resplandor que se ha apagado. Lo encontrará vagando por los pequeños pueblos de los Abruzzos italianos.

Atardecer en un paisaje italiano, Lajos Gulácsy
Las cuatro partes en que está dividido el libro señalan los jalones de esta travesía en busca de la pasión, el conocimiento y la propia y más profunda identidad. También un descenso al infierno de su propia soledad.

     Primera Parte. Luna de Miel
     Segunda Parte. El fugitivo
       Tercera Parte. Roma
     Cuarta Parte. Las Puertas del Infierno

El resumen de la novela habla de un burgués aburrido que busca su juventud perdida. Como asunto novelesco puede parecer superficial o demodé. Nada más lejos. El autor sabe profundizar, capa a capa, en la psicología de sus personajes hasta mostrarnos su esencia vital, muchas veces con forma de temible oquedad.
En Mihály su aliento más íntimo necesita de verdadera autenticidad,  y asistiremos a su búsqueda desesperada. Entre este impulso y la fascinación abrumadora que ejerce el recuerdo de Tamás bascula su espíritu. Tamás es un personaje tremendamente vitalista y brillante. En él conviven con brío parejo, el éxtasis de la vida y la pulsión del suicidio. Por eso no es extraño que nos encontremos todo un capítulo -el 3 de la Tercera Parte- desarrollado como un verdadero ensayo sobre la muerte. Algo que me recordó al famoso capítulo 42 de Moby Dick, donde Melville se explaya sobre la blancura de la ballena. 
También Erzsi, la mujer de Mihály, tiene un tratamiento profundo y complejo en la novela. Igualmente burguesa, una vez abandonada recala en París donde probará las mieles de la libertad.
Siege of a Castle,  de Lajos Gulácsy
La habilidad narradora de Antal Szerb es tal que no necesita de una tragedia previa o un momento abrupto de inflexión, para captar el interés o desarrollar hechos apasionantes. Esto lo consigue narrando los vaivenes de estas almas atormentadas. Por el simple hecho de perder el tren, Mihály percibe ante sí la aventura de la vida en toda su extensión. Hasta entonces sufría los ataques de "la vorágine", cuando en momentos de pánico y ansiedad toda la tierra a su alrededor se precipitaba al vacío... 
Pero incluso liberado y convertido en un vagabundo por los pueblos de los Abruzzos acaba cayendo enfermo: 

"Eran los primeros síntomas llenos de delirio de la fiebre nerviosa.
Los médicos constataron, más adelante, que la fiebre nerviosa se debía al agotamiento. No era de extrañar: Mihály se había estado agotando sin parar durante quince años. Se estuvo agotando por intentar ser otra cosas distinta de lo que en realidad era, por esforzarse en vivir como se debía y como otros esperaban de él, en vez de vivir como él deseaba." pág 77

Finalmente en aquellos montes encontrará el consuelo del retirado Páter Severinus, a quien le confiesa que "sentía su vida de adulto como un fracaso, así como su matrimonio, que no sabía cómo encontrar su verdadero yo... Y sobre todo que sentía muchísima nostalgia de su juventud, y por los amigos de esos años". El Páter acabará recomendándole que viaje a Roma. 
La cita que el autor coloca en el frontis de esa Tercera Parte dedicada a Roma, es reveladora. 

"Go thou to Rome -at once the Paradise,
The Grave, the City, an the Wilderness."

                                Marcha a Roma, a la vez tumba,
                               desierto, ciudad y Paraíso.

Una cita del Adonais de Shelley. 
Allí encontrará a Éva Ulpius, su último engarce con la juventud perdida, su recóndito amor nunca asumido. 
Lo mejor de la novela es cómo reproduce, muy vívidamente, los remordimientos, la melancolía por una juventud arrebatadora y el perfume embriagador de una amistad fascinadora. 

"Encima de unos soportales (de Siena) había una frase inscrita que decía: Cor magis tibi Sena pandit...Siena te abre el corazón más grande... Aquí hasta los soportales son sabios y dicen la verdad: Siena te abre el corazón más grande, para que te llene de éxtasis y de un deseo de vida sencilla y simple, según sugiera la belleza de cada estación."


"Cor magis tibi Sena pandit. De repente, le invadió un deseo aniquilador, un deseo tan fuerte como los de su juventud, pero más mental y también más apremiante, puesto que anhelaba los deseos de su juventud de una manera tan poderosa que le hizo gritar." pág 99
Éxtasis, de Lajos Gulácsy
Toda la novela posee una textura difusa, como de suspensión. La huida de Mihály le ha dejado en tierra de nadie. Budapest representa el puerto seguro, si logra "conformarse con la realidad". Pero su deseo de éxtasis y autenticidad es poderoso. Se puede pensar que toda la novela es la expresión detallada de un sólo instante, tal y como se lo expresa su amigo Waldheim. 
"¿Conoces la siguiente sensación?: vas caminando por una acera cubierta de hielo o de nieve, y de repente pierdes el equilibrio, y empiezas a caer hacia atrás. Yo, en el momento de perder el equilibrio, siento una repentina felicidad. Por supuesto, todo eso dura sólo un instante, después cambio mis postura de manera automática, recobro el equilibrio, me enderezo, y constato con alegría que no me he caído. Pero... ¡ese instante! Durante ese instante he logrado librarme de las leyes implacables del equilibrio, me he librado de la gravedad, he empezado a volar hacia una terrible, amenazadora y destructora libertad..." pág 163
Tamás es el ideal y Mihály su novicio. Ambos representan el entusiasmo por la belleza, el conocimiento y el fervor del deseo que choca contra una realidad aplastante y agorera. Ambos pueden ser vistos -la novela se publicó en 1937- como una metáfora de la Europa de entreguerras: un sueño de felicidad que se dirige a la catástrofe. 
"Nació en mí un sentimiento de sinsentido porque me di cuenta de que aquella sociedad era muy poco apropiada para Tamás y para mí: estábamos rodeados de gente con quien sólo teníamos en común el sentimiento de que ya, de todas formas, todo daba lo mismo. Porque yo no era el único en la ciudad que tenía aquella sensación de sinsentido: todos lo sentíamos, aquel sentimiento estaba en el aire. La gente tenía muchísimo dinero, pero sabían que éste pronto no valdría nada, sabían que todo era en vano, que su dinero se perdería de un día para otro: la catástrofe pendía encima del restaurante como las arañas de cristal.
Eran tiempos apocalípticos." pág 48
Tiempos apocalípticos para la Historia y también para el alma del protagonista, batida por el desgarro entre la realidad y el deseo.







P.D.
Las pinturas que acompañan esta entrada corresponden a Lajos Gulácsy, un pintor húngaro que cultivó el simbolismo, el art nouveau y el surrealismo; y que es citado en la novela: Mihály acude a una fiesta en la colina de Gianicolo, en Roma, y de pronto oye unos misteriosos cánticos al otro lado del muro: "Había un sentimiento de dolor profundo y conmovedor en aquel canto, y también algo inhumano, algo animal, algo que recordaba a los aullidos nocturnos, continuados, de los animales, un dolor tan antiguo como aquellos árboles, un dolor que llegaba de la época remota en que aquellos pinos habían sido plantados. Mihály se sentó debajo de uno de ellos y cerró los ojos. "No, no son hombres los que cantan, sino mujeres", pensó y ya las podía ver delante de sus ojos, un grupo extraño que se parecía a los habitantes de Naconxipan, ese país maravilloso, inventado por Gulácsy, el pintor loco y genial." pág 166

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