Este es el primer libro que leo de esta autora y la información que me llevó hasta ella hablaba del "toque Moshfegh".
Tengo que reconocer que una vez leído el libro no sé identificar ese toque. Esperaba una singularidad en el asunto o una extravagancia en la forma de desarrollarlo. O quizás la aparición de un personaje estrambótico o la utilización de unos diálogos mordaces o un lenguaje especialmente punzante. No encuentro nada de ello, lo cual no inhabilita a la novela. Está muy bien escrita y a pesar de disponer de un único personaje y una trama esencialmente mental, la narración resulta siempre inquietante y nunca deja de avanzar.
Hay que reconocer que el comienzo es muy original y sirve para que, desde ahí, la protagonista abra una especie de caja de Pandora de donde saldrá tanto su visión del microcosmos donde vive, como su remembranza de una vida pasada que ahora es capaz de reconocer como cautiva y sojuzgada.
Pero vayamos al grano.
Vesta Gul es una jubilada que, una vez muerto su marido, se traslada a vivir con su perro Charlie a una cabaña aislada junto a un bosque. En uno de sus largos paseos encuentra una nota sobre un aparente asesinato. Está manuscrita y dice: “Se llamaba Magda. Nadie sabrá nunca quién la mató. No fui yo. Este es su cadáver”. Pero allí no hay nada.
"Era la única persona que caminaba por el bosque de abedules a diario. Los vecinos estaban lo bastante lejos para tener su propio bosque de abedules, sus propios senderos. ¿Y por qué vendría nadie hasta aquí arriba solo para andar por mi sendero? ¿Por qué habría venido Blake si no era por mí? No había error. La nota era una carta. ¿Quién si no yo la habría encontrado? Me habían elegido. Bien podría haberla dirigido a mí. ´Querida Vesta: te he estado observando...´"
En medio de su soledad Vesta acaba obsesionándose con Magda. ¿Fue realmente asesinada? ¿De qué manera? ¿Por qué no aparece su cuerpo? ¿Quién era? ¿Cómo vivió?. Quizás todo tenga una explicación banal o quizás esconda una causa siniestra. De todos modos Vesta se obcecará en descubrir el misterio.
Dicho esto ¿merece la pena leer esta novela? Por supuesto que sí. Se trata de una obra muy estimable a caballo entre la novela negra y la metaficción. Nos habla de cómo construimos la realidad y cómo nos construimos y deconstruimos a nosotros mismos recomponiendo los ladrillos de nuestros recuerdos. También trata de la soledad y la muerte.
"La vida era robusta. Era testaruda. La vida arruinaba demasiadas cosas. Había que sacársela a golpes del cuerpo. Hasta la más mínima semilla de la vida, un óvulo fertilizado, había que pagarla: un experto, una máquina y una aspiradora industrial por lo que había oído. La vida era persistente. Allí estaba todos los días. Me despertaba todas las mañanas. Era ruidosa y chillona. Una matona. Una cantante de sala de fiestas con un vestido chabacano de lentejuelas. Un camión fuera de control. Un martillo neumático. Un incendio forestal. Una úlcera bucal. La muerte era distinta. Era tierna, un misterio. ¿Qué era, siquiera? ¿Por qué tenía que morirse nadie? Walter, los judíos, tantos niños inocentes... Perdí el hilo de mi pensamiento. ¿Cómo seguía la gente con su vida como si la muerte no les rodease? Había teorías, cielo, infierno y así, pero ¿sabía alguien la verdad? ¿Había una respuesta? Qué injusto parecía mandar a los vivos a la muerte, a lo desconocido, qué frío. Blake debe de haber entendido también la tragedia que era. Allí estaba, en sus palabras: Nadie sabrá nunca quién la mató."
Para iniciar sus especulaciones, Vesta acude a la biblioteca pública y busca en internet; pero lo que encuentra accidentalmente es un cuestionario para crear perfiles de personajes en una página sobre "Los Mejores Consejos para los Escritores de Novelas de Misterio". Ya sabes, cosas como hay que determinar su edad y su carácter, cómo se gana la vida, quienes son sus amigos, etc. Si admitimos que la nota la escribió un temeroso joven, Magda también sería una adolescente y por tanto se tenían que conocer. La desaparición no ha provocado denuncias, luego vivía sola. Quizás en un sótano alquilado, ¿a quién?. Lo más seguro es que fuera inmigrante. Etc. Siguiendo esa plantilla la mujer elucubrará una identidad completa para Magda. Toda una vida inventada para resolver un enigma en el que todo encaje. Lo sorprendente es que algunas circunstancias, y hasta algunos nombres imaginados, empieza a encontrarlos en la vida real.
Uno de los aspectos más jocosos es que a pesar de despreciar estas recetas para escritores, "como esperaba, las sugerencias eran todas preceptivas, sin dejar lugar a la inspiración, a la verdadera creatividad, a la verdadera diversión"; la narradora sigue la plantilla a rajatabla. Pura deconstrucción.
Los consejos son de lo más variopinto:
"Leer muchas novelas de misterio es esencial. Aquel me pareció un consejo ridículo".
"Delimita exactamente cómo se cometió el crimen. Imagínate todos los detalles. Era ridículo. Si pudiese delimitar exactamente cómo se había cometido el crimen no habría necesidad de resolver el misterio".
"Crea un mundo tridimensional. tus personajes deberían tener vidas más allá de la situación particular. Puedes usar la plantilla para escribir los perfiles de los personajes y empezar a darles vida."
Pero la vida que mejor conoce Vesta es la suya propia, así que sus divagaciones acaban remitiéndola a su pasado que le va revelando quién ha sido ella de verdad.
"Las películas de Agatha Christie sí le gustaban, sin embargo. Le parecían satisfactorias, creo, porque siempre podía hacerse el listo conmigo cuando las veíamos juntos. Traía a casa vídeos de la biblioteca de la universidad.
⏤Son historias muy predecibles, ¿no lo ves? Las puedo resolver. El asesino es siempre la persona descentrada.
Hablaba así y yo sabía lo que quería decir: no tenía al asesino delante de la cara, pero sí la alcance de la mano. Siempre veía la respuesta con la misma claridad que Walter, claro, pero a él tener razón le daba muchísimo gusto. Le encantaba sentirse brillante. Yo tenía que asentir, dejar que me eclipsara para seguir tranquila, pero sabía que yo también era espabilada. No era experta en nada. pero era muy capaz.
⏤Usa la imaginación, Vesta ⏤me decía cuando me veía descontenta⏤. Nada es tan grave. Alégrate, por favor.
Le gustaba decirme que yo era la causa de mi propio sufrimiento, que yo elegía creer que mi vida era limitada, aburrida."
Vivir en soledad y afrontar el misterio de un posible crimen la acaba situando en el camino de una especie de liberación. Ahora es capaz de reconocer la cobardía que le ha venido frenando durante toda su vida, "una vida entera de aburrimiento en Monlith, mis sueños frustrados, mi pasión despilfarrada"; pero sin olvidar al sibilino muñidor de ese fracaso: "Pensé en Walter, en sus caricias asquerosamente dulces. Incluso cuando quería ser tierno, era condescendiente y controlador."
El juego de investigar un crimen se acaba convirtiendo en una indagación sobre sí misma y su insatisfactorio pasado. Además, la historia que va conjeturando sobre Magda no tarda en establecer paralelismos con la suya propia. Qué pasaría si muriese ahora, quién encontraría su cadáver en aquella cabaña solitaria.
La obra tiene dos aspectos muy originales. Uno, que se basa en una escueta nota pero con una capacidad enorme para generar todo un universo de especulaciones. Y dos, que su desarrollo ocurre íntegramente en la mente de la protagonista, eso a lo que alude constantemente como su espacio mental: "Era como si alguien me hubiese estado pasando las respuestas, alguien en mi espacio mental me había estado diciendo qué escribir, con tanta claridad como si fuesen mis propios pensamientos". Esto reviste a la historia de un aire de irrealidad que se hace definitivamente patente en dos escenas. Cuando Vesta visita la granja de sus vecinos y los encuentra extrañamente reticentes a ayudarla, hasta que acaban confesándole que preparan una fiesta temática sobre la muerte (¡!) ya que la esposa tiene cáncer. En la otra escena Vesta coloca una nota suya en el mismo lugar pidiendo más pistas descubriendo pocas horas después que la nota ya no está... aunque sí permanecen las piedras negras que la sujetaban y que ahora forman una B. Excitada acude a la biblioteca donde se tropieza con un libro de William Blake en el suelo... abierto por un poema que a Vesta le parece una respuesta.
Esta irrealidad o poca disciplina mental la llega a reconocer la protagonista en uno de sus diálogos con su marido fallecido.
"Si Walter estuviera aquí, sabría qué hacer con la nota. Tendría una teoría, fija y finita, sin ninguna cláusula vacilante, sin dudas, sin pánico. Me encantaba lo seguro que estaba Walter de las cosas. Echaba eso de menos. No siempre estábamos de acuerdo, pero me parecía que la confianza y la convicción podía convertir una respuesta equivocada en una correcta.
⏤Usa la lógica, Vesta ⏤me decía cuando expresaba alguna de mis opiniones floridas⏤. Es esto o aquello. Decídete y sigue adelante. Te pasas mucho jugando con el pensamiento como si fuese una caja de arena. Todo se te cuela entre los dedos, no tienen nada sólido a lo que agarrarte."
Me parece que esta imagen de una caja de arena que se escapa entre los dedos es la mejor metáfora de esta novela.
La situación actual de Vesta es la de una mujer sola y ya liberada de ancestrales ataduras y convencionalismos; lo que le permite ajustar las cuentas con su matrimonio y su vida pasada de un modo nada complaciente.
"Había creído que era vieja. Ya no había posibilidad de éxtasis. Lo único que me quedaba era el contento y la ecuanimidad, eso creía. Culpaba a Walter por hacerme pensar en todo aquello. Era él el que no era capaz de extasiarse, al que le deban muchísimo miedo la alegría y la libertad. Él eligió la casa de Monlith, lejos del mundo, un casería perdido en medio de hectáreas vacías con hierba que no servía para nada, ni siquiera para que pacieran las vacas. Tierra seca. Digitarias. Siempre aquel zumbido constante de algún insecto feo escondido entre las hojas. Ni siquiera hacía pícnics allí fuera. Walter no me dejaba. Era como si hubiese sido mi captor. Había sido una rehén todo aquel tiempo, pensé. Ahora me liberaría. Me dejaría llevar."
La autora ha reconocido que esta es “una historia de soledad”. Cabría añadir que también de liberación... y de muerte. Moshfegh ha creado un universo fantasmagórico lleno de misterio y soledad que es donde -según ella- "realmente somos nosotros". Un aislamiento que parece el signo paradójico de estos tiempos hiperconectados.
La autora nos hace acompañar a la protagonista hasta el mismísimo borde de su precipicio mental y nos obliga a escucharla. Me llama la atención cómo consigue mantener la tensión con un personaje tan pusilánime: se dejó mangonear por su marido, siempre prefirió la seguridad... Pero creo que Ottessa Moshfegh nos da la clave cuando en una entrevista consideraba a Vesta "coautora" de la novela. Como le ocurre a su protagonista, para Moshfegh la escritura fue una investigación también, en torno al personaje.
"Cada día me ponía como objetivo escribir mil palabras. Nada más. Y cada día iba descubriendo algo nuevo de Vesta, que era la que me ha ido guiando para ir dando forma a su historia; me iba marcando hacia dónde ir y me hacía preguntarme, incluso, a mí misma para ir avanzando, como si tuviera un espejo detrás de la pantalla del ordenador."
La estructura de esta historia tan poco convencional, una mujer sola y aislada frente a un misterio que se desarrolla únicamente en su mente, hasta provocar una vía de escape que la permite liberarse; me recuerda a la estupenda novela de Sara Mesa, Un amor. Ambas protagonistas afrontan una dolorosa pugna que las acabará liberando.
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Ottessa Moshfegh (Boston, 1981) es una escritora norteamericana, hija de madre croata y padre iraní. Siempre ha cultivado una literatura diferente y arriesgada, con personajes aislados que se asoman a su abismo interior. "No quiero vivir siempre de personajes que viven aislados, pero me gusta porque así me sirven de narradores y me dan esa libertad de poder ir descubriendo el mundo que les rodea a medida que voy conociendo también su propia personalidad".
Se estrenó con éxito en 2016 gracias a su novela "Mi nombre era Eileen" que recibió el Premio PEN/Hemingway al mejor debut literario de ese año. Con su siguiente obra, en 2019, causó un enorme revuelo: "Mi año de descanso y relajación", una novela corrosiva donde propone bajar las persianas, meterse bajo las sábanas y cultivarse a sí misma al calor de la apatía. Ha publicado una novela más, Lapvona (2023) y una colección de sus mejores cuentos, Nostalgia de otro mundo (2022).
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