miércoles, 20 de noviembre de 2019

DECLARACIÓN de AMOR AL CINE - por Martin Scorsese


El gran Martin Scorsese se ha visto inmerso en una polémica sobre el cine de franquicias y superhéroes frente al cine como arte. En una entrevista llegó a afirmar que las películas de Marvel no eran cine, sino parques temáticos. Ante el revuelo que se armó publicó un artículo para aclarar su posición; la cual se resume en que "muchos de los elementos que definen el cine tal como lo conozco están en las películas de superhéroes. Lo que no hay es revelación, misterio o genuino peligro emocional. Nada está en riesgo."
Más allá de esta polémica, en el artículo hay unos hermosos párrafos respecto a lo que el cine representa para el maestro. Yo lo comparto, aquí y en mi corazón, plenamente.


"Para mí, para los cineastas a los que llegué a amar y respetar, para mis amigos que comenzaron a hacer películas casi al mismo tiempo que yo, el cine consistía en una revelación estética, emocional y espiritual.
Giraba en torno a los personajes: la complejidad de las personas y su naturaleza contradictoria y a veces paradójica, la forma en que pueden lastimarse unos a otros, y amarse, y súbitamente, enfrentarse a ellos mismos. 
Se trataba de confrontar lo inesperado en la pantalla y en la vida, que se dramatizaba e interpretaba. Se trataba de expandir la sensación de lo que era posible en esa forma artística. 
Y esa era la clave para nosotros: era una forma de arte."



Martin Scorsese 

lunes, 11 de noviembre de 2019

DIECISIETE - de Daniel Sánchez Arévalo

España,2019


Las películas son ficción y por lo tanto artificio; pero de vez en cuando ese artificio adquiere una forma tan sencilla y transparente como un pozo de aguas cristalinas. Eso consigue esta película, ser transparente y profunda, sencilla y genuina.

Héctor (Biel Montoro) está a punto de cumplir dieciocho años y está en un centro de menores por diversos hurtos. Insociable, retraído y ofuscado con la vida y la sociedad está permanentemente cabreado con el mundo. A todo ello se suma un principio de Asperger: es muy inteligente (sus increíbles habilidades para los robos y memorizarse todo el Código Penal ante el reto de la juez de menores, lo demuestran); pero también arrastra dificultades emocionales y sociales. En una de las escenas su hermano le tiene que explicar lo que es una ironía y cómo funciona en una conversación. Pero todo empieza a cambiar cuando participa en un programa de terapia con perros. Aunque en principio no está muy convencido.
-Los perros son para los del módulo de discapacitados.
-No. Son para los que les cuesta integrarse.
-¿Qué hay que hacer?
-Cuidarlos, pasearlos, jugar con ellos, enseñarles trucos...convivir....compartir.
A veces lo fácil es así de complicado. Convivir.
Héctor acaba estableciendo un vínculo con un perro pero, cuando todo parecía encarrilado, desaparece al ser adoptado. Otra vez solo y cabreado
huye del centro para buscarlo. En esta situación lo encuentra su hermano Ismael (Nacho Sánchez) que vive en una autocaravana porque su mujer lo ha dejado. Heridos ambos y sin nada mejor que hacer, emprenden una odisea por toda Cantabria en busca del perro. Una road movie de lo más peculiar, toda vez que en ella embarcan a su abuela moribunda. 


La película va de vínculos, los que existen entre los hermanos y el que Héctor tiene con el perro. Eso sí sobre un sustrato de soledad, dolor, falta de comunicación y un cierto autismo emocional. La autocaravana y la carretera les proporcionará un viaje hacia el conocimiento de sí mismos, hacia la autenticidad y la empatía. Ismael se lo resume a su hermano: La vida es aprender a perder. Aprendamos.

Me resulta llamativo que el personaje aparentemente más débil es quien termina ayudando a los demás. Socializa a un perro descarriado, ayuda a su hermano a reconocer sus prioridades e insufla en su abuela moribunda una nueva vitalidad. Quién da más.(Nadie. Escribo esto en plena noche electoral en España, cuando millones de españoles se han lanzado sin rubor al fango del odio, la intolerancia y la xenofobia. Qué horror.)


En mi entorno mucha gente está hablando de esta película. Sospecho que es por la frescura, la naturalidad y, sobretodo, por la autenticidad que destilan sus personajes. Sus charlas y frustraciones además de las visitas a su pueblo de origen, activan los resortes necesarios para conmover sin grandes alardes y aportar una profunda humanidad. Si a esto se le añade una abuela moribunda discípula de Groot y un perro de tres patas, el viaje está garantizado. 

Cada poco tiempo (aunque a veces pasen varios años), surge algo así. Alguien recoge unas vidas heridas (o simplemente opacas) y las embarca en un itinerario que ilumina los insondables misterios del alma. La lista es larga y variada, pasa por Cuentos de Tokio 
(Tokyo Moinogatari, 1953, Yasujirô Ozu), El mundo de Apu (Apur Sansar, 1959, Satyajit Ray), Indefenso (Naked, 1993, Mike Leigh), Los Puentes de Madison (1995, Clint Eastwood),  Intocable (Intouchables, 2011, Olivier Nakache), Vías Cruzadas (2003, The Station Agent, Tom McCarthy), Alma salvaje (Wild, 2014, Jean-Marc Vallée), La Gran Belleza (2014, Paolo Sorrentino), Campeones (2.018, Javier Fesser) o Roma (2018, Alfonso Cuarón).

Daniel Sánchez Arévalo (Madrid, 1970), director de Azuloscurocasinegro, Gordos, Primos y La gran familia española, se estrena en Netflix con Diecisiete y utiliza para ello su excusa preferida: los lazos familiares. Unos lazos que él considera muy necesarios para que cada persona conecte con la vida y el mundo. 

lunes, 4 de noviembre de 2019

Ad VITAM AETERNAM - de Thierry Jonquet












Llegué a este libro después de leer otra obra del autor, Tarántula, esa densa y enfermiza novela habitada por obsesiones y venganzas patológicas.

En la que nos ocupa sigue habiendo escenas muy turbias y violentas, pero la línea narrativa que parte del crimen no se enrosca en los personajes, sino que se desplaza hasta el territorio de lo fantástico.

Anabel es una joven ex toxicómana que trabaja en una tienda que ofrece tatuajes, piercings y, si eres lo suficientemente rico y depravado, escarificaciones y branding personalizado
. Un día conoce al respetable señor Jacob, dueño de una funeraria, con quien comienza a entablar una extraña amistad. En paralelo conocemos que el anciano criminal Ruderi está a punto de salir de la cárcel, después de pasar allí cuarenta años por crímenes abominables. Una de sus últimas víctimas, ya anciana, riquísima y horriblemente desfigurada, contrata a un sicario para que averigüe la verdadera identidad del viejo presidiario y después lo torture hasta la muerte. Según avanza el relato descubriremos que un secreto inmemorial une las vidas de todos estos personajes.

En los dos primeros tercios de la novela avanzan en paralelo las tramas del asesino a sueldo Oleg y del criminal Ruderi por un lado; y la de Anabel con el Sr. Jacob por otro. De pronto, al inicio de la tercera parte todo confluye. Oleg es contratado por Mme. Margaret Moedenhuik para que siga a Ruderi desde su excarcelación. La sorpresa es que, tras varias peripecias, Ruderi termina acudiendo a casa de Mr. Jacob con quien está relacionado. Lo que hasta ese momento era una simple sospecha, se revela y la acción se convierte en un thriller. 



En la obra se reconocen obsesiones de Jonquet como la fascinación por el cuerpo y sus enfermizas posibilidades de transformación, tortura o juego. Del mismo modo que la patología de una obsesiva venganza o la sugestión de la depravación y la muerte.
"Pregnant" - Gunther von Hagens

También aparecen firmes sus valores como autor dueño de un estilo muy efectivo: lacónico y seco, con frases cortas y certeras. Así como la pericia para gestionar intrigas paralelas y llevarlas con ritmo e intensidad hasta la síntesis final. El libro es muy ameno y sus diferentes enfoques siempre ofrecen interés; pero visto en conjunto, algo falla en el mecanismo. Sus partes no suman, sino que permanecen aisladas.

A pesar de ello hay que decir que la novela tiene secuencias verdaderamente potentes: la sesión privada de escarificación y branding a la que asiste Anabel está narrada en toda su crudeza. La presentación de Oleg es impactante, durante uno de sus asesinatos de encargo. El descubrimiento de una extensísima biblioteca sobre la muerte en los sótanos de la mansión de Mr. Jacob, parece anunciar un saber arcano. También la recepción en Venecia, en la que Margaret Moedenhuik muestra a Oleg su cuerpo torturado y su plan de venganza es una escena donde se respira esa atmósfera malsana donde la muerte se hace esperar mientras se mastica el dolor y se fabula la venganza. 

Por su parte la novela incluye una amplia documentación sobre la muerte y los esfuerzos por esquivarla: La visita al museo de Mannhein para ver la exposición de los cuerpos plastinados de Gunther Von Hagens, la disertación sobre los tardígrados (seres microscópicos que pueden vivir siglos) o el relato sobre la infancia de Oleg, marcada por la fatídica noche del 26 abril 1986 a la 1:23 horas en Prípiat, están perfectamente ilustradas durante varias páginas. Hay un evidente esfuerzo de documentación; pero los asuntos no mezclan entre sí. Son como reportajes que ni inciden en la trama, ni perturban o emocionan.

Gary Oldman como Mason Verger en "Hannibal"
Curiosamente varias escenas de la novela me han recordado algunas de la película Hannibal (Ridley Scott). La anciana Margaret Modedenhuik me recuerda a la piltrafa humana en que quedó convertido Mason Verger, víctima que financia la captura de Hannibal Lecter. Del mismo modo la "fiesta privada" de branding me recuerda la escena de antropofagia que lleva a cabo Lecter con el cerebro del agente Krendler (Ray Liotta).
"Ahora, alrededor de Anabel se exhibía un verdadero festival de marcas corporales. Tatuajes, quemaduras, laceraciones con hoja de afeitar, escarificaciones, piercings en los genitales, todas las preferencias y fantasías se hallaban presentes. Brad se había desnudado. Sobre su torso, antes tan trabajado a base de body-building, ahora lastrado por rollos de grasa, se desplegaba un gran fresco de fantasía heroica, con sus elfos, diablos y vampiros. Dos finas cadenas de planta sujetas a su ombligo, descendían hasta los testículos y se enrollaban con otras, para formar una densa red. Ésta se engarzaba en unos anillos insertados en el escroto, desde las ingles hasta el perineo, en perfecta simetría. Anabel ya había tenido ocasión de contemplar este espectáculo en otras celebraciones "privadas". La anatomía íntima del gerente de la tienda Scar System no guardaba ningún secreto para ella.
Sin embargo, en esta cuestión, Brad era un simple aficionado. Sí, llevaba un gran anillo en la punta del glande, un Príncipe Alberto de diámetro más que respetable, pero eso era una minucia comparado con lo que mostraban otros invitados. Algunos de los participantes de sexo masculino exhibían una verga acribillada de anillos desde la base hasta el meato, cubriendo hasta el más mínimo espacio de la piel o de la mucosa del glande. Se trataba de los invitados de más edad, determinados a vengarse de sí mismos, de esa parte de su cuerpo que ya había tocado a rebato, como si se hubiesen resignado a infligirle sufrimientos infinitos para transformar esos pobres colgajos de carne en una especie de obra de arte patética." pág. 74.
Al final es una lástima que todos esos elementos tan atractivos no acaben de cuajar.
Hay un divorcio entre los pantanos de dolor y tortura que recorre la novela y el desvío final hacia un asunto fantástico. 

Por el camino quedan el envenenamiento radioactivo que está matando a Oleg, la obsesión macabra de Anabel por la alquimia de putrefacción que sufre  el cuerpo de su amigo Marc, el profundo conocimiento que sobre la muerte tiene Mr. Jacob o la sordidez de la prostitución de lujo aderezada con laceraciones hechas con soplete y punzones. Nada de esto tiene un correlato en la trama. Son como callejones oscuros que quedan sin recorrer, mientras el autor elige como resolución un derrotero fantástico.






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Litografía de C. Schwabe que aparece en la biblioteca
Thierry Jonquet (1954-2009), está considerado como uno de los más destacados autores del polar francés.  Bien con su propio nombre o con seudónimos (como el de Ramón Mercader, asesino de Trotsky o el de Martin Eden), ha publicado más de una treintena de títulos entre novelas y cuentos.
Se declaraba fascinado por la violencia y la barbarie que aparece en los noticiarios. Dos de sus novelas, de carácter más policíaco, están extraídas de las páginas negras de los periódicos: Les orpailleurs y Moloch que además comparten los mismos policías protagonistas.

Sus mejores narraciones - Tarántula, Mon vieux (2004), Moloch (1988), Les Orpailleurs (1993), Mémoire en cage (1986), la Bestia y la Bella (1985) y Ad vitam aeternam (2002)- no se conforman con una intriga meramente criminal; sino que plantean la exploración del mal y la perv
ersión en un mundo donde personajes de lo más común albergan en su interior la depravación y la infamia. 

viernes, 1 de noviembre de 2019

TEMPORADA de HURACANES - de Fernanda Melchor





Un crimen y un tornado a su alrededor.
Esa es la estructura de esta abigarrada novela que describe todo un universo centrándose en un miserable agujero de México.

En un poblacho perdido entre un desierto de cañaverales aparece el cadáver de la Bruja Chica. El cuerpo está tirado en el río con el cuello rebanado y a partir de ahí, un puñado de voces implicadas nos irán narrando desde diversos puntos de vista este hecho. Esas voces son los huracanes que agitan el mísero poblacho de Villa y el rancho de La Matosa para conformar una novela desgarradora, violenta y sin concesiones.

El estilo me recuerda al cineasta mexicano Alejandro Cuarón. Éste es famoso por sus poderosos planos secuencia que nos sumergen en la realidad del protagonista, implicándonos hasta dejarnos sin respiración.
Del mismo modo Fernanda Melchor. No te da tregua. 
La atmósfera que recrea está cargada y resulta opresiva. En cada página apenas hay un punto y seguido. El texto es un torrente de lenguaje vivísimo y coloquial que se resuelve con comas y punto y comas para conseguir urgencia e inmediatez. La autora lo tenía claro:

"no podía hacerlo viendo al personaje desde arriba y describiéndolo, porque las condiciones de miseria material y emocional son tan grandes que yo me hubiera sentido muy mal haciendo eso, quién soy yo para estar desde arriba juzgándolos. Entonces lo que decidí fue hacerlo al ras de los personajes para que los lectores también lo sintieran en carne propia. Esa es la distancia reducida."



















Las 224 páginas de Temporada de Huracanes son lacerantes. La narración enfebrecida. El calor, el deseo sexual, las drogas y el alcohol hacen mella en unos personajes que viven en una terrible “indigencia emocional”. Los hombres son jóvenes abandonados a su suerte, ignorantes y condenados en un poblacho del que sólo pueden escapar hacia los paraísos de la droga. Las mujeres son tratadas como animales. Son un simple objeto sexual. El sexo es omnipresente a través de un deseo oscuro y brutalmente animal. Las páginas están repletas de chingadas, pinches, culeros, vergas, putas y chotos.


La propia autora ha señalado que la palabra amor no aparece en toda la novela, siendo así que el libro está inundado por una sexualidad exacerbada:
"Era un poco un juego sacar la palabra amor de todas sus combinaciones, porque la novela no solamente habla de la violencia en Veracruz sino también de la homofobia, y la transfobia. Y no solo de la miseria humana, moral y material, sino también de cómo muchos depositamos esta gran ilusión en el amor y pensamos que éste es el que nos va a salvar pero en realidad ni siquiera sabemos amar porque nunca hemos sido amados. Entonces el amor se convierte en esta suerte de Santo Grial y estamos en su búsqueda pero solo sabemos rumores de él, no lo conocemos. Por eso me interesaba jugar con esta idea de todos los personajes buscando a ese alguien que los va a redimir y salvar pero al mismo tiempo no existe ese amor, todo se reduce a relaciones utilitarias entre ellos.
La condición humana que prevalece es la desesperanza. En sus páginas se citan la ausencia total de expectativas, el alcoholismo, la drogadicción, la homofobia, el estupro, el aborto ilegal y mortal y finalmente el crimen. La novela surgió de una nota roja que Melchor encontró en un periódico local hace más de cinco años: la muerte de un brujo a manos de su amante. Pero más allá de escribir una novela policíaca, el crimen se convierte en un pretexto para revelar un universo mucho más complejo e inclemente.


El capítulo III comienza con Yesenia cruzándose con su primo camino del río y, en una parrafada agobiante y urgente, cuando acaba el capítulo, 29 páginas después, la joven ha puesto en el centro "ese día" que condicionará todas las vidas, a la vez que ha hecho inventario de toda la realidad social de Villa.
 











Yesenia nos acerca a su abuela, verdadera matrona de La Matosa, y a su tío Maurilio que, a pesar de ser un perdido borracho que está en prisión, es el preferido de la abuela. Mientras Chabela, la mujer de Maurilio, se ha amancebado con Munra, el cojo que el día fatídico conducía la furgoneta. Por su parte Luismi es el hijo de Chabela y Maurilio, un pobre diablo adicto a los tranquilizantes que ha recogido a Norma, una joven inocente que se ha dejado seducir por su padrastro. Su embarazo y posterior aborto, ejecutado por la Bruja a instancia de Chabela, se convertirá en el detonante de locura y muerte que recorre la novela.

También está Brando, uno de los amigos de Luismi, incapaz de aceptar su homosexualidad y dispuesto a matar con tal de ocultar sus deslices. Y finalmente no falta el coro fatal de las Güeras, encargadas de hacer correr maledicencias sin importarles sus efectos. Es muy interesante cómo la autora introduce un sistema de rumores y leyendas que hacen estragos en estos pobres ignaros. Así ocurre con las noticias sobre la sexualidad de la Bruja o los rumores sobre sus ocultas riquezas; pero sobretodo con el Cuento de Hadas para Niños de Todas las Edades que encontró la pequeña Norma y donde descubrió el significado de la sangre del "domingo siete".
Todo un microcosmos condenado a la marginación, la pobreza y la violencia. 

Acabado el libro te das cuenta que el ritmo de la narración ha sido trepidante. Creo que como dicta la propia actualidad en México. Al fin y al cabo el monólogo interior de cada personaje está lleno de vértigo.

El lenguaje es un valor añadido al relato. Es muy gráfico y coloquial. Una herramienta más para sumergirnos en el territorio que nos propone Melchor: miseria, abusos, ignorancia, superstición, abandono, violencia física y psicológica. Un territorio desolador que retrata un libro en cuyo frontis figura una cita de Las Muertas (Jorge Ibargüengoita): "Algunos de los acontecimientos que aquí se narran son reales. Todos los personajes son imaginarios."

La novela está divida en ocho capítulos. Cinco para los relatos de unos y otros, y los dos últimos para dos finales en que la historia adquiere, como en la Comala de Juan Rulfo, tintes legendarios.

En el capítulo VII la autora se permite levantar la cabeza y mirar en derredor para comprobar que todo se está quemando


"Dicen que la plaza anda caliente, que ya no tardan en mandar a los marinos a poner orden en la comarca. Dicen que el calor está volviendo loca a la gente, que cómo es posible que a estas alturas de mayo no haya llovido una sola gota. Que la temporada de huracanes se viene fuerte. Que las malas vibras son las culpables de tanta desgracia: decapitados, descuartizados, encobijados, embolsados que aparecen en los recodos de los caminos o en fosas cavadas con prisa en los terrenos que rodean las comunidades. Muertos por balaceras y choques de auto y venganzas entre clanes de rancheros: violaciones, suicidios, crímenes pasionales que dicen los periodistas. Como aquel chamaco de doce años que mató a la novia embarazada del padre, por celos, allá en San Pedro Potrillo. O el campesino que mató al hijo aprovechando que andaban de cacería y le dijo a la policía que lo confundió con un tejón, pero ya se sabía desde antes que el viejo quería quedarse con la mujer del hijo y que hasta se entendía a escondidas con ella. O la vieja loca aquella de Palogacho, la que decía que sus hijos no eran sus hijos, que eran vampiros que querían chuparle la sangre, y que por eso mató a las criaturas a golpes, con las tablas que arrancó de la mesa y con las puertas de un armario y hasta la pantalla de la televisión." Pág. 217
En el último capítulo se rompe el monólogo interior para dejar que sea un narrador omnisciente quien nos acerque al Abuelo, el enterrador que recibe a los cadáveres para enterrarlos en fosas comunes. Él quiere consolarlos e indicarles el camino.
“¿Ya vieron? ¿La Luz que brilla a lo lejos? ¿la lucecita aquella que parece que parece una estrella? Para allá tienen que irse, les explicó; para allá está la salida de este agujero”