lunes, 21 de julio de 2025

SIN PERDÓN - de Clint Eastwood




Vuelvo a ver esta obra maestra y me doy cuenta de que, en realidad, no es un western. Los años del Lejano Oeste son ya pretéritos. Estamos en otra época y muchos personajes hablan de "aquellos salvajes tiempos", incluido el sheriff y el pistolero protagonista, William Munny.
Entonces ¿por qué es un western como la copa de un pino?

Recordemos. 
Una prostituta es rajada en la cara y los pechos por dos vaqueros borrachos en un pueblucho remoto de Wyoming. Sus compañeras claman justicia, pero lo que obtienen es una compensación de siete caballos para el dueño del burdel por haber dañado su propiedad. Las meretrices deciden juntar sus ahorros y ofrecer una recompensa de 1.000 $ a quien mate a los dos vaqueros implicados.

El premio es muy suculento y pronto un pistolero joven y bravucón acude al rancho de William Munny (Clint Eastwood) para sumarle a la causa y repartirse el botín. Munny ya no es aquel brutal forajido famoso por su sangre fría; ahora es un vetusto granjero que malvive cuidando una piara de cerdos mientras intenta sacar adelante a sus dos hijos. Su esposa lo rescató de sus correrías pero ahora está viudo y, harto de su vida miserable, decide acompañar al joven; no sin antes convencerlo para añadir a la partida a su amigo Ned Logan (Morgan Freeman), un experto francotirador.



Mientras los tres pistoleros recorren el camino hasta Wyoming, otro cazarrecompensas se les ha adelantado. Es Bob el Inglés (Richard Harris) que es recibido por el sheriff Little Bill (Gene Hackman) con una brutal paliza. El sheriff quiere dar ejemplo y lanzar el mensaje de que los pistoleros no son bienvenidos en el pueblo. 

En estos trazos ya se ve que no estamos en el Viejo Oeste. En primer lugar el punto de inflexión lo marcan las mujeres, con su iniciativa y su dinero. También es novedoso que Little Bill haya implantado la ley de un pueblo sin armas. En tercer lugar los forajidos están viejos y achacosos. Incluso sienten remordimientos por los asesinatos que cargan en su conciencia. Reconocen que la muerte es un acto terrible y definitivo: «Matar a un hombre es algo muy duro. Le quitas todo lo que tiene… y todo lo que podría tener», reflexiona Munny. 


Estamos ante un western crepuscular, de los que dan la vuelta a las convenciones del género. Ya nada es blanco o negro como solía, todo se llena de tonalidades grises. El sheriff es un hijo de puta que aplica la ley de forma implacable. No es con él con quien empatizamos, sino con un asesino que ha sido capaz de enderezar el rumbo. Tampoco se puede decir que los cowboys maltratadores sean unos tipos perversos. Primero muestran un sincero arrepentimiento por los desmanes de una noche de borrachera y posteriormente, cuando son tiroteados, se muestran como unos vulgares granjeros de reses.

Todo ello hace que el Lejano Oeste aparezca como algo muy remoto, escondido tras una neblina que lo ha acabado convirtiendo en leyenda. El propio jovenzuelo que ha reclutado a Munny, no es más que un niñato que ha escuchado demasiadas historias sobre pistoleros aguerridos a los que ahora quiere emular. Incluso siendo un novato, ya se ha puesto un apodo, Schofield Kid, para que la pose sea completa. Pero finalmente la realidad de esta aventura pondrá a cada uno en su sitio. Y es que la película tiene una profunda textura moral. Cuando Logan está apuntando a los cowboys se da cuenta de que ya no es un frío asesino. Y cuando Schofield Kid busca consolarse por los asesinatos cometidos diciendo, "supongo que se lo merecían"; es el fiero Munny quien le responde con amargura: "Todos nos lo merecemos, Kid".



Está claro que el Salvaje Oeste es cosa del pasado y así lo certifica el periodista que acompaña a Bob el Inglés. El adulador W.W. Beauchamp (Saul Rubinek) escribe artículos y libros donde recoge los testimonios de gente que vivió aquellos tiempos legendarios antes de que su recuerdo se pierda; porque todos ellos ya están viviendo en otra época. 

La presencia del periodista es la ratificación del cambio de época. Además cuando deja la compañía de Bob el Inglés para seguir a Little Bill, éste le contará la auténtica verdad de aquellos tiempos, mucho menos fabulosos de lo que Bob el Inglés le ha relatado. Como la historia de Dos Pistolas Corcoran a quien Bob mató en un duelo. El apelativo no era porque llevase dos revólveres, sino porque su pene era más largo que el cañón de su único Colt Walker. Según Bill, Corcoran se hubiese librado en caso de llevar dos pistolas; pero estaba borracho y acabó disparándose en un pie.

Resulta que la verdad es más grosera que cualquier cuento. 
No había pistoleros que desenfundasen tan rápido como el rayo. Los pistoleros más legendarios eran en su mayoría unos borrachuzos impenitentes. Además los revólveres no eran muy fiables. Se encasquillaban constantemente y con ellos era muy difícil acertar a un hombre. Los testimonios que recoge el periodista, tanto de Bill como de Munny, son notoriamente desmitificadores en cuanto a la figura del pistolero y a la glorificación de la violencia como la ley del más fuerte. Así lo corrobora Munny cuando le responde a Beauchamp tras el tiroteo en el saloon. 
“- ¿A quién ha matado primero?
- ¿Qué?
- Cuando un buen pistolero se enfrenta a un grupo superior de hombres siempre dispara primero sobre quién mejor dispara.
- ¿Es así?
- Sí, me lo dijo Little Bill, seguro que es el primero al que mató.
- Tuve suerte en el orden, pero siempre he tenido suerte cuando se trata de matar.”
Por eso algunos lo llaman "western revisionista".



Pero este Western que no es un Western ha visto cómo la situación se ha venido enquistando hasta forzar a Munny a resolverlo a la manera del Viejo Oeste. Después de destrozarnos todos los mitos ahora sí, en el desenlace, por fin, se nos sumerge en el más auténtico y salvaje Oeste. 

Cuando Munny se entera de que han matado a su amigo Ned y que lo tienen expuesto en el saloon de forma humillante, rompe su abstinencia de diez años y se bebe varios tragos de whisky directamente de la botella. Ese será el fuego que revivirá al antiguo William Munny pendenciero y sanguinario. 
Lo necesita para un último trabajo.
Munny entra solo en el saloon para enfrentarse a Little Bill y a todos los parroquianos con los que está organizando un grupo para perseguirlos. Su mirada y sus palabras son de acero. También sus músculos y sus nervios. El viejo porquero ha desaparecido para dejar paso al pistolero implacable que sabe perfectamente cómo matar personas. Empieza disparando a bocajarro al dueño del saloon, por lo que Little Billy le increpa.
“- Es usted un miserable y un cobarde hijo de perra. Ha matado a un hombre desarmado.
- Pues debió haberse armado cuando decidió decorar su salón con mi amigo.
- Es usted William Munny de Missouri, el asesino de niños y mujeres.
- Así es. He matado a mujeres y niños. He disparado sobre cualquier cosa que tuviera vida y se moviera. Y hoy he venido a matarle a usted por lo que ha hecho a Ned.”
Esta escena gloriosa, confusa y terrible, sí es el epítome del western.














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El género del western es fundacional en el cine estadounidense. Tras su época de esplendor languidecía en los años 70 y 80 cuando precisamente Clint Eastwood lo revitalizó en 1985, estrenando "El Jinete Pálido"; una revisión del clásico "Raíces Profundas" (en el original Shane, de Georges Stevens, 1953).
"Sin perdón" se estrenó en 1992 pero mantiene intacta toda su potencia dramática. El guión se debe a David Webb Peoples (guionista de otras dos obras monumentales como son "Blade Runner" y "12 Monos", casi nada).
La figura del periodista es el elemento de modernidad, pero no es la primera película del Oeste que lo incorpora. Ya en 1962, el gran John Ford contó con un periodista entre los personajes de su historia que se cuenta en El hombre que mató a Liberty Valance
También en esta extraordinaria película se contraponen dos visiones del western, la del violento y lejano Oeste, representada por el desalmado pistolero 
Liberty Valance (Lee Marvin) y la de los nuevos tiempos asentados en el respeto a la ley que encarnaba el abogado Ramsom Stoddard (James Stewart). El paso de una a otra época no fue fácil y este periodista, como el de "Sin Perdón", todavía está impregnado del halo mítico de los viejos tiempos cuando le reconoce al abogado: “Esto es el Oeste, señor. Cuando la leyenda se convierte en hecho, se escribe sobre la leyenda”.

domingo, 20 de julio de 2025

GENOCIDIO en GAZA



Chappatte












Hoy 
domingo 20 de Julio, el Ejército israelí ha matado al menos a 67 palestinos y ha herido a unos 150 tras abrir fuego contra un grupo de personas que aguardaban el reparto de alimentos.


20 de Julio - 67 asesinados

 


Ayer sábado 19 de Julio las tropas israelíes abrieron fuego contra habitantes de Gaza que buscaban ayuda alimentaria, matando al menos a 32 personas, según informaron el Ministerio de Salud palestino y testigos.


19 de Julio - 32 asesinados



Antes de ayer viernes 18 de Julio el Ejército israelí mató a 26 palestinos incluidos 6 que aguardaban el reparto de alimento en Rafah, según confirmó a EFE el Ministerio de Sanidad del encalve.

En el sur, al menos otras cinco personas murieron, entre ellas tres mujeres y un niño, y más de veinte resultaron heridas en el bombardeo contra tiendas de campaña de despalzados en la zona de Al Mawasi, en la ciudad de Jan Yunis.



18 de Julio - 26 asesinados




Antes de Antier...........







Desde el comienzo de la invasión israelí de Gaza, la cifra de palestinos muertos supera ya las 58.000 personas.












Pregunta dirigida a Netanyahu, EEUU, Unión Europea, China, Liga Árabe,....

¿Todos han perdido su humanidad?



miércoles, 16 de julio de 2025

LA EDAD DORADA - creada por Julian Fellowes


Preparados, listos, ¡ya!....¡espadas en ristre! porque el duelo comienza y no habrá piedad...aunque siempre guardando la etiqueta. Estamos en la década de 1880 en Nueva York y la alta sociedad neoyorkina ve con escándalo cómo los nuevos ricos pretenden acceder a sus clubs y salones exclusivos sin ningún recato.
¡Hasta ahí podríamos llegar!
La guerra más íntima, educada e implacable está abierta entre la vieja alcurnia neoyorkina y la nueva élite millonaria e industrial, y nosotros seremos testigos de este acoso tan elegante como descarnado.

John Fellowes, el curtido guionista de Downton Abbey, traslada su afilada pluma a la bullente ciudad de Nueva York que, tras dejar atrás la Guerra Civil, inicia una despiadada carrera hacia la riqueza y la prosperidad. La expansión del ferrocarril y de las ciudades está creando una nueva clase de muy ricos que se apresta a integrarse en los círculos de poder y de la alta sociedad con pleno derecho... pero no cuentan con la defensa numantina que las familias de rancio abolengo harán de su exclusividad. La batalla es sorda pero fiera, muchas veces trivial, llena de sonrisas falsas y desplantes pero, sobre todo, apasionante.



La T1 se inicia con  la llegada de los Russell a la muy noble calle 61, esquina 5ª avenida, donde van a estrenar una ostentosa mansión que pretende dejar a todo el mundo boquiabierto. Justo enfrente viven las hermanas van Rhijn-Brook, Agnes (Christine Baranski) y Ada (Cinthya Dixon), aristócratas sin título que hunden sus raíces en la época de los pioneros. Agnes está escandalizada por el descaro y la fastuosidad de sus nuevos vecinos y jura que nunca cruzará la calle para visitar a semejantes plebeyos.

Por su parte Bertha Russell (Carrie Coon) viene de una familia sin linaje pero una vez casada con el titán de los ferrocarriles George Russell (Morgan Spector) no se conforma con triunfar en los negocios y la industria... quiere reinar en la vida social de Nueva York y sobre sus rancias familias. Las escaramuzas a las que asistimos durante toda la primera temporada son tan incruentas como encarnizadas. Todo vale para figurar en lo más alto del escalafón. Engaños, amenazas, desplantes. Incluso los negocios del marido serán instrumentos para acceder a esa élite tan exclusiva como cerrada. 



El fresco social es lo suficientemente amplio como para sumar todo tipo de conflictos y desafíos. Recordemos que en aquella época se hablaba de Los Cuatrocientos, una exclusiva lista del "dinero viejo" neoyorkino que gobernaba la vida social bajo la autoridad de "La Señora Astor".

A la media docena de familias aristocráticas hay que sumar a la Sra. Chamberlain (Jeanne Tripplehorn), sometida a un estricto ostracismo por romper las reglas del decoro. Todo ello se complementa con los pequeños dramas de las docenas de criados, doncellas y lacayos que habitan cada mansión. Lo paradójico es que con todo este cúmulo potencial de conflictos y disputas, y en medio de un diseño de producción realmente apabullante, la serie resulta extrañamente superficial. La sangre nunca llega al río (salvo un concejal que se enfrenta al poderoso Mr. Russell). Una cáustica periodista llegó a resumir toda la primera temporada en un simple punto climático, ¿tanto dar vueltas sólo para ver si finalmente Agnes cruza la calle?.



Podríamos tildar a The Gilded Age como una fastuosa telenovela, llena de despampanantes trajes de época, sombreros imposibles y escándalos sensacionalistas producto de nimias faltas de etiqueta; pero también tendríamos que decir que esta telenovela tiene un atractivo picante y la suficiente mala leche como para resultar perversamente embriagadora. Creo que esto tiene que ver con representar una paradoja, la de retratar una guerra despiadada en un entorno de lo más refinado.

Pero a esta atracción cabe señalarle algunos debe. El primero es que en general resulta demasiado amable. Fíjate que uno de los problemas más escandalosos de la primera temporada es que se descubre que el chef francés de los Russell es en realidad originario de Kansas. Bueno, pelillos a la mar. Del mismo modo cuando la ruina económica amenaza primero a la sobrina de las van Rick, luego a los propios Russell y posteriormente a la dignísima Agnes, las aguas no tardan en volver a su cauce. Parecería que los ricos tuviesen asegurado su status. Finalmente es notorio que en la mezcla de dramas que viven señores y criados, los de estos últimos están subrepresentados. 

-Los de abajo-




John Fellowes declaró en la presentación de la serie, en 2022, que estaba interesado en representar las clases sociales en Nueva York y el ascenso social que América lleva en los genes; pero su retrato es demasiado estático. Parece que Fellowes sigue la indicación de Ada cuando le dice a su hermana "La sociedad ha cambiado, Agnes. La clave está en adaptarse a lo nuevo sin trastocar el barco".

La serie busca su inspiración en la vida de Alva Vanderbilt y en la novela La edad de la inocencia de Edith Warton; pero parece claro que la mirada crítica del libro está muy reducida y la dinámica de clases muy poco representada. Incluso la única coprotagonista de raza negra tiene cierto status -sus padres son unos burgueses que regentan una farmacia- y una buena educación, que le sirve para emplearse como periodista. Lo que sí tiene la serie es una fuerte impronta femenina. Sus principales protagonistas son mujeres de armas tomar y también están muy presentes los movimientos sufragistas de la época. 

No en balde la vida de Alva Vanderbilt que inspira la obra es muy jugosa y nos muestra a una mujer adelantada a su tiempo. Era hija de comerciantes que, tras casarse con el soltero de oro William Vanderbilt, se convirtió en la reina de la sociedad neoyorkina a golpe de chequera desbancando a Caroline Astor como dueña y señora del "prestigio" que gestionaba su clase a través de bailes anuales, galas benéficas y todo tipo de eventos. Alva Vanderbilt construyó una especie de castillo francés en plena 5ª Avenida de Manhattan para cuya inauguración organizó un baile de máscaras con más de mil invitados. No sólo eso, como alternativa a la rancia Academia de la Música que acogía a la alta sociedad, mandó levantar la Ópera Metropolitana que hasta hoy en día es el templo de la música clásica en la ciudad. Siempre tuvo muy presente que "el dinero da poder". E incluso no tenía inconveniente en repetir que "todas las mujeres deberían casarse dos veces. La primera por dinero; la segunda, por amor". En los albores del siglo XX, ya viuda y en la cúspide de su vida abrazó la causa del sufragio femenino, donando grandes sumas al movimiento tanto en Inglaterra como en Estados Unidos.  




La T2 tiene dos líneas narrativas reconocibles. Por un lado está lo que podríamos llamar la Guerra de la Ópera, ya que a pesar de que Bertha Russell ha conquistado Nueva York, quiere certificarlo accediendo a la propiedad de un palco en la prestigiosa Academia de la Música, cosa que la Sra. Astor todavía le niega. Y eso a pesar de que, como le recuerda su marido, "si ni siquiera te gusta la ópera". A lo que ella responde con el brillo acerado de su ambición: "La ópera es donde la sociedad se exhibe". 

Por otro lado se aprecia que las tramas de esta temporada introducen algo de la más mostrenca realidad en esa burbuja de seda y armiño. Por ejemplo conoceremos cómo y a través de quién el esposo de Bertha Russell amasó su fortuna. También veremos un cambio drástico en los roles de poder de la hermanas van Rhijn. La dominante Agnes verá cómo su alocado sobrino Oscar (Blake Ritson) prácticamente la arruina y será la apocada Ada la que se encontrará con una abultada herencia que la convertirá en jefa de la casa. Eso sin dejar de lado la trama más ordinaria que sigue a Peggy (Denée Benton), la amiga negra de Marian. Es un personaje aislado de las tramas principales, pero nos permite conocer la época fuera del glamour de la Quinta Avenida. Por ejemplo las primeras demandas de los trabajadores por conseguir mejores horarios y condiciones laborales. Además, cuando Peggy se traslada hasta Alabama para realizar un reportaje, podemos entrever el fuego pavoroso de la violencia racista.





Para poder tener una mayor libertad compositiva, Fellowes ha creado personajes protagonistas ficticios a los que acompañan secundarios tomados de la realidad para respaldar los eventos históricos que reflejan la época (como la expansión del ferrocarril, la inauguración del primer edificio con luz eléctrica o la creación de la Cruz Roja). 

La serie es muy placentera de ver y fascinante en el retrato de los usos y costumbres. Su dirección de arte, escenografías y vestuario son de una opulencia exquisita. Fellowes construye su relato con solidez y elegancia en la puesta en escena y clasicismo en la narración, sin olvidarse de unas necesarias gotas de ácido; como cuando Agnes le dice a su sobrino "me voy a subir a cambiar para la cena" y éste le responde "no creo que lo consigas".






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The Gilded Age consta de 3 temporadas y 25 episodios. Retrata un período histórico de EEUU denominado así que abarca desde 1870 a 1890, justo después de la Guerra de Secesión. En esa época se produjo una gran expansión económica, industrial y demográfica que trajo consigo grandes desigualdades económicas y sociales. 
La primera mitad de la Edad Dorada coincidió aproximadamente con la era Victoriana en Inglaterra y con la Belle Époque en Francia. 
Viñeta satírica de la época

viernes, 11 de julio de 2025

TIERRA de NADIE - de Albert Pintó

España, 2025

Acabo de ver una gran película esta noche. Se titula Tierra de nadie y es una sencilla película de género (narco) pero hecha con habilidad y primor. Se sostiene sobre tres patas muy firmes: un ajustado guión de Fernando Navarro, una dirección con un gran sentido del ritmo y la composición y unas interpretaciones impecables de tres secundarios de lujo convertidos aquí en protagonistas: Luis Zahera, Karra Elejalde y Jesús Carroza. Aunque no me quiero olvidar de un cuarto, otro secundario, que es uno de mis actores preferidos de estos últimos 15 años, el gran Vicente Romero. ¡Que cuatro actorazos!

Esa Tierra de nadie de la que habla el título es la costa de Cádiz, convertida desde hace demasiados años en la puerta de entrada a Europa del narcotráfico. Los cárteles sudamericanos son demasiado potentes y violentos como para que una Guardia Civil con escasos recursos humanos y materiales les haga frente. Este es el caldo de cultivo en el que se van a enfrentar tres amigos de toda la vida a los que el destino ha llevado por distintos derroteros. Mateo "El Gallego" (Luis Zahera) es un indomable capitán de la Guardia Civil que vigila las fronteras desde hace demasiados años... y que está a punto de convertirse en un policía quemado. El sistema parece hacer inútil su trabajo. Benito "El Yeye" (Jesús Carroza) es un resignado joven que está viendo cómo la vida se le escapa entre las manos sin lograr sacarle partido. Y Juan "El Antxale" (Karra Elejalde), un hijo de pescadores que el paro empujó al narcotráfico. Tres amigos atrapados en un polvorín a punto de explotar que pondrá a prueba su amistad.



La película se inicia con la detención de un yate que porta un alijo de droga. Este hecho es el punto de inflexión que nos lleva a conocer el entorno de estos tres colegas. Mientras El Gallego ve cómo los traficantes detenidos son soltados al día siguiente, El Yeye regenta el depósito judicial donde se custodia el barco decomisado y El Antxale se reúne con el cártel colombiano dueño del alijo para exigirle cuentas por utilizar su territorio. 
La tensión se masca. 
Los colombianos no se conforman con perder la carga. Son tipos fieros a los que nos les importa nada. Finalmente el traslado rutinario del yate, para que una juez levante acta, se convertirá en un duelo a muerte para dirimir quien controla esa tierra de nadie. 

Tanto el tema criminal como ese territorio andaluz tan inhóspito y sin oportunidades, nos remite irremediablemente a la excelente La Isla Mínima (Alberto Rodríguez, 2014). También un estilo denso y afiebrado, que describe una situación enquistada que amenaza tragedia.



La película es muy directa, como corresponde a una cinta de género. Las circunstancias personales de cada protagonista y la situación general del narcotráfico en Cádiz se nos muestra con sólo dos brochazos. El primero nos ilumina sobre los sinsabores de unas vidas en descomposición. Los tres coinciden una noche de copas en un chiringuito  para certificar su nostalgia de una amistad que la vida fue llenando de agujeros. El otro se ventila en un amargo diálogo entre la juez y el policía. 
No se necesita más. Prima la acción. 
Los colombianos están matando gente para ajustar cuentas y recuperar su alijo. Cuando el barco inicia su traslado cada bando tiene sus bazas bien guardadas y las garras afiladas.

Me ha gustado el guión tan ajustado que firma Fernando Navarro (Verónica, Bajo Cero) y también las escenas de acción, muy bien rodadas. Como la inicial del asalto y detención del yate en alta mar. Aunque todavía es mejor la escena en la que dos guardias civiles detienen un camión en el puente de la Constitución, en la bahía de Cádiz, para realizar un registro. El suspense hace que el tiempo se detenga. Los dos policías se saben en inferioridad y que la situación está a punto de desbordarlos. Lo mismo ocurre cuando "El Antxale", llega a su casa una noche y empieza a oír crujidos en la habitación de al lado. Uff. Tanto él como los espectadores nos tememos lo peor.

La dirección de Pintó es muy efectiva y la música de Sara Cáceres Huerta subraya con acierto el suspense que nos mantiene cogidos por las solapas. El tiroteo de la escena final con los tres amigos acorralados en las marismas por los colombianos es de los que te deja pegado al sillón.



Creo que el cine español ha descubierto un territorio malsano en la costa andaluza que ofrece mucho rédito. Se beneficia de que es una especie de frontera donde se acumulan personajes turbios, buscavidas y fracasados. Así se aprecia en Toro (Kike Maíllo, 2016), El Niño (Daniel Monzón, 2016) o La maniobra de la tortuga, (Juan Miguel del Castillo, 2022). 

Todas ellas lucen lugares emblemáticos, tal y como aquí brillan el puente de la Constitución 1812, conocido como La Pepa, o la maravillosa playa de la Caleta. 

Puente de la Constitución 1812 en la Bahía de Cádiz


















Albert Pintó ha dirigido anteriormente Matar a Dios y Malasaña 32