La historia es tan alegórica y fuertemente satírica como lo son Los Caprichos de Goya. En este caso yo titularía este grabado en movimiento "Nuestros vicios nos condenan pero a pesar de ello perseveramos".
Aunque también nos recordará a películas como El Ángel Exterminador (1962) del maestro Buñuel y por supuesto a la reciente El Hoyo (de Galder Gaztelu-Urrutia, 2019).
Me gusta sobremanera porque el planteamiento es tan sobrio como perturbador. Un festín pantagruélico e interminable de un grupo burgueses, aristócratas y militares servido por una legión de criados. También porque es abstracto y un tanto surrealista. Pero sobre todo me impacta la fuerza de su crítica, que no necesita diálogo para decir muchas cosas y provocar reflexiones.
Además me parece que no es sólo una sátira sobre las élites y sus excesos. También nos incluye a las clases medias y a las personas de a pie, que sólo necesitamos una oportunidad para caer. Las jóvenes sentadas junto a los opulentos asumen el papel de público. Una de ellas inicialmente se resiste y mira con disgusto, incluso pide que no le sirvan; pero al final cede a la codicia (y a la gula, la pereza, la soberbia, la avaricia,...).
El cortometraje se desarrolla entre dos paréntesis, un plano inicial y otro final que son casi el mismo, la mirada del maître. Pero mientras que al comienzo lo que mira con repulsión es ese banquete de la avidez; en el plano final nos mira a nosotros a través de la cámara, como interrogándonos. A mí me parece que dice: "¿todavía vais a seguir comiendo?"
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