sábado, 22 de septiembre de 2018

TODOS LO SABEN - de Asghar Farhadi

España, 2018

UNA HISTORIA VERDADERA.-
Cuando acaba la película no puedo dejar de recordar sus primeras imágenes: Dentro de un campanario y tras el reloj que rige la vida del pequeño pueblo, de pronto comienza a sonar el estruendo de las campanas. Multitud de pájaros y palomas replican  el revuelo. Una tras otra, todas las aves encuentran el hueco roto en la esfera del reloj y huyen al exterior. Todas menos una paloma. Vuela, se golpea, pero no puede salir y allí se queda aguantando el estrépito.

Ahí está la metáfora de la película. Un hecho -un campanazo- provocará todo un revuelo en un pequeño pueblo de la meseta castellana. Poco a poco todo ese revuelo irá sacando los rencores, los miedos y el sentimiento de culpa que esconden unos y otros. Al final, todos huirán indemnes, menos uno que quedará herido y prisionero.

Laura (Penélope Cruz) vuelve a su pueblo desde la Argentina para asistir a la boda de su hermana. En el convite está toda la familia: el padre de Laura ya envejecido, su tía, sus primos y su primer novio, Paco (Javier Bardem), que en esos momentos dirige la vendimia en su finca, junto a su mujer (Bárbara Lennie). De pronto, en la madrugada de la fiesta nupcial, se va la luz y Laura descubre que su hija adolescente ha desaparecido. El secuestro se confirma con un SMS: No llamen a la policía o la niña morirá.

Esta amenaza paraliza a toda la familia y facilita que el director los meta a todos en un olla a presión donde se resquebrajará su coraza. Los secretos dormidos en el pasado, los rencores que después de decenios todavía guardan rescoldos, la vida murmurante de un pequeño pueblo que solo vive en paz porque "no hablan" de los problemas. "No hablar de los problemas no significa que estén resueltos", dice en un momento enrabietada la mujer de Paco. A todo ello se une la consigna que un policía retirado lanza a los padres: no busquéis más allá, vigilad vuestro entorno más cercano. Esto hará que se extiendan las sospechas y que poco a poco se vayan desvelando los secretos que todos han venido acumulando.


Alrededor de este trazo de thriller, Farhadi hilvana las historias de cada uno de los personajes hasta componer un fondo dramático de gran poderío emocional. El thriller es el hilo que hace avanzar la película, pero lo mejor de ella es el drama que alberga cada personaje. El padre de Laura que perdió un enorme legado de tierras en el juego, el marido argentino (Ricardo Darín) que sólo cuando tocó fondo encontró una salida aunque fuese inusitada, la prima cuyo marido ha emigrado a Alemania y ahora se están separando. Paco, el antiguo novio de una juventud loca y perdida. Farhadi nos conduce por este laberinto de pasiones y secretos deteniéndose en cada rincón hasta escuchar una confesión. El drama fluye con una naturalidad y una elegancia insuperable. Allí se convoca al dolor, al pasado y su huella imborrable, a la amargura de las apariencias, a la necesidad de encontrar culpables incluso de nuestros propios errores y a los secretos inconfesables.




El entorno de un pequeño pueblo castellano está reproducido con una viveza y una autenticidad dignas de elogio. Farhadi se ha querido detener en ese típico microcosmos que otras obras maestras han visitado (El extraño viaje, Furtivos, Amanece que no es poco, Tasio, El Olivo, etc). El pueblo, los paisanos, los brindis, las eternas rencillas y los enfrentamientos en la cantina tienen un carácter vivo, nunca rancio y abunda en aquello de que, a veces, lo local es lo mas universal. 

El director iraní ha rodado en español y lo tenía muy claro: "Tenía que evitar los clichés, los tópicos, y a la vez que tuviera la españolidad justa sin parecer localista". 
Con razón, Farhadi declaraba en una entrevista
"En estos casos, la gente cree que la dificultad es el idioma. Creo que ese es el menor de los problemas. Lo importante es conocer el ritmo de la vida en la sociedad que vas a retratar y los detalles de su comportamiento. Los sentimientos son universales".

Aparte de un entorno reconocible y muy vital, el director ha contado con una panoplia de actores que es un lujo. Bardem destila naturalidad a borbotones, Penélope Cruz logra transmitir la angustia y la desazón con plenitud. A ellos se les une Ricardo Darín (¿alguna vez lo vieron regular o sólo bien?), el cínico Eduard Fernández, la luminosa Bárbara Lennie o una Inma Cuesta que siempre aporta un fulgor muy particular. Todo ello sin olvidar a una secundaria de lujo como Elvira Mínguez, sobre cuya poderosa presencia se articula la resolución del enigma. 

Quizás la escena cumbre del relato se produce cuando Paco y Laura están en una habitación solos, perplejos y atormentados. Es hora de confesar. El aire se vuelve pesado e irrespirable, la voz es apenas un susurro por el peso del dolor. Ahí demuestra esta pareja el por qué de su éxito internacional. Sin maquillaje, sin aspavientos, con una contención y una intensidad brutal son capaces de transmitir emociones con enorme autenticidad.

Toda la película la veo como un desván en el que se han colgado a secar las sábanas. Cada personaje es un sábana que hay que traspasar para poder llegar al desenlace. A la vez, en el desván están escondidas las viejas rencillas entre familias, las humillaciones no cobradas, las mezquindades que nadie olvida y el sentimiento de culpa. Asghar Farhadi se dedica a lo que mejor sabe hacer, plasmar el conflicto entre personas de la calle, remover los sentimientos, meter la cámara en esas habitaciones donde se esconde la pulsión emocional. 

Por eso he titulado la crónica, Una Historia Verdadera. Porque rezuma autenticidad. El objetivo de la cámara es la naturaleza humana. Los tormentos del alma, los vaivenes a los que nos somete la vida, los dilemas morales que nos toca afrontar. El guión, obra también de Farhadi, es sencillo y lúcido.




En este blog ya hemos elogiado otras obras de Asghar Farhadi:
Nader y Simin, Una separación y A propósito de Elly.