lunes, 12 de febrero de 2018

BIG LITTLE LIES - creador David E. Kelley

HBO, 2017

No en vano se repiten en la serie las tomas de los acantilados y el mar rompiendo contra ellos, en ese paraje idílico de California que es Monterey: un pueblo idílico, sembrado de mansiones con gente rica y educada que quiere conformar un mundo feliz para ellos y seguro para sus hijos. Pero ahí, al borde del ameno paisaje y bajo ese césped primoroso, existe un sustrato fogoso y violento que poco a poco saldrá a la superficie.
De eso trata esta serie.
De cómo una comunidad idílica alberga en sus entrañas las más pérfidas pasiones: envidia, odio, violencia.


Un trío de brillantes y exitosas mujeres son el centro de este paraíso: Renata (Laura Dern) es jefa en Yahoo!, Madeleine (Reese Witherspoon) ama de casa por elección, Celeste (Nicole Kidman) abogada de éxito en Nueva York, lo dejó todo para casarse con un hombre de negocios que la adora. Entramos en esa comunidad de la mano de Jane (Shailene Woodley), una joven madre soltera que acaba de trasladarse allí y que arrastra un vergonzante secreto.

Pero poco a poco el roce, la vida social, los hijos, van soltando una arenisca que se introduce en este engranaje perfecto hasta hacerlo descarrilar. En el capítulo 3, Renata vuelve a casa y se sienta ante un enorme ventanal observando sus maravillosas vistas al mar. Allí reflexiona: "Estoy admirando lo precioso que es todo. ¿Te acuerdas cuando después de la reforma íbamos caminando y admirando lo perfecto que estaba todo? No podemos crear un mundo perfecto. Siempre acaba pasando algo."
Otros defienden que la serie tiene por asunto central la violencia de género; pero yo creo que esto es accesorio. Sí, es verdad, hay violadores, personajes odiosos, gente maledicente y un asesinato; pero todos están dispuestos a perdonar, a extender una gruesa pátina de amabilidad y comprensión para que todo sea perfecto. El drama es que, a pesar de todos sus esfuerzos, la pulsión bestial emerge con sorprendente vigor.

Ocurre desde el primer capítulo, cuando la hija de Renata es agredida y en una bienintencionada asamblea de padres el niño nuevo (hijo de Jane) es el señalado. Ah. Pero no hay que estigmatizar, hay que hablar y reconducir.... sin embargo el daño ya está hecho. La serie es muy buena buscando esas pequeñas heridas, esos moretones escondidos que todos tenemos y que poco a poco nos van jodiendo la vida: acoso escolar, maltrato, infidelidad, violación, prejuicios clasistas...
























Es muy interesante cómo se afronta el acoso escolar. La situación acaba envenenando tanto la vida de Renata como la de Jane, madres de la presunta agredida y del presunto agresor. Al final se produce una especie de caza de brujas. No juguéis con ese niño, no lo invitéis a los cumpleaños. Este es otro de los asuntos donde se demuestra cómo las buenas intenciones iniciales acaban torciéndose y convirtiéndose en algo monstruoso. (Hoy mismo leía la opinión de Michael Hanecke: "el movimiento #Me too se ha convertido en una caza de brujas".)

Incluso, cuando los intentos son más vehementes por hacerlo todo perfecto (la educación de los niños perfecta, con reuniones de padres dialogantes y comprensivos, las fiestas perfectas y sofisticadas, el perfecto vecindario, los matrimonios perfectos) es cuando más se resquebraja todo. Celeste ama a su marido y éste la adora, pero los accesos de violencia que le sobrevienen a él son brutales y terribles: terminan con Celeste violada o golpeada.






























Madeline es el hilo narrativo de esta historia. Entrometida, irreverente, divertida, leal y amiga de sus amigas. Trata de ayudar en la integración de Jane, también de encauzar el despertar sexual de su hija mayor y también asumir que su exmarido viva muy cerca con su nueva pareja. Pero lo que consigue es estresar a la hija y generar nuevas guerras y rencillas: "dejadme con mis rencillas, son como mis mascotas", llega a decir desesperada cuando todo se tuerce. Es un pilar de la comunidad, colabora en todo tipo de campañas incluido el teatro municipal; pero acaba enfrentada con el alcalde y provocando una recogida de firmas para que se suspenda su último montaje.

Dos son los atractivos del desarrollo de esta sutil serie. Apreciar cómo el paraíso se transforma en un avispero y asistir a una gratísima práctica de sororidad (fraternidad entre mujeres). Tan central es esta cuestión que los maridos son todos secundarios, unos tipos que sólo de vez en cuando cruzan el escenario dominado por mujeres. Ellas llevan la voz cantante... aunque entre medias hayan perdido alguna batalla.

Jean, por supuesto, es la extraña. Ha llegado al pueblo sola, con su hijo y su pasado. Hay un leit motiv repetido a lo largo de la serie en el que ella camina por una playa queriendo alcanzar a un hombre que se desvanece. Esa pesadilla recurrente es una invitación a la intriga que florecerá en todo su esplendor en el desenlace.

No puedo terminar sin subrayar dos aspectos más, magistrales. Las interpretaciones de todo el elenco son modélicas. Destilan naturalidad y logran transmitir con potencia todo su mundo interior. El otro aspecto es el montaje. Lo tildaría de hipnótico. La cadencia de sus imágenes, la música, los recurrentes planos de Jane en la playa o de la fiesta de disfraces en la intro tienen ese punto de magia que te atrapa.

David E. Kelly, creador de aquella delicia tan divertida que fue Ally McBeal, se embarca en escribir y producir esta miniserie basada en la novela de Eliane Moriarty. Con humor y sutileza consigue embaucarnos para recorrer este laberinto de relaciones personales que incluye drama, thriller y comedia. 

Los siete capítulos están dirigidos por Jean-Marc Vallée, el afinado y sensible director de dos piezas más que notables: Café de Fiore y Dallas Buyers Club







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Nota.
Justo esta semana se anuncia que se ha aprobado la realización de una segunda temporada de la serie. La primera recoge toda la historia narrada en la novela de Liane Moriarty, de modo que la novelista se ha implicado en dar continuidad a la historia con estas protagonistas. David E. Kelly continuará de productor y se suma al proyecto una Meryl Streep siempre deslumbrante. Interpretará a la madre de Perry Wright (el personaje de Alexander Skarsgård, marido de Celeste), que llegará a Monterey tras los acontecimientos que cerraban la primera temporada, en busca de respuestas y preocupada por el bienestar de sus nietos.

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Bonus Track. 
Si además, la serie me trae el descubrimiento de un talento como el de Michael Kiwanuka, cuya música de cabecera tiene la capacidad de introducirte en una densa atmósfera de emociones, todo cuadra. Su canción se titula “Cold Little Heart”.
En este artículo (Un drama con playlist) puedes encontrar un análisis de la música que aporta cada personaje y que, un poco, los define.  

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