lunes, 17 de abril de 2017

EL CUBO de BASURA CÓSMICA - por Jeanette Winterson


"Jeanette Winterson fue adoptada a las seis semanas de nacer por un matrimonio de evangélicos pentecostales, integristas y pobres. Su padre era una figura cortocircuitada por su esposa, la señora Winterson, una extravagante depresiva obsesionada con el Apocalipsis, que guardaba un revólver en un cajón de trapos, cocinaba tartas cada noche para eludir el sexo conyugal y tenía dos dentaduras —una mate y otra perlada— que intercambiaba según las ocasiones. Los libros, excepto la Biblia, estaban prohibidos. “El problema con un libro es que nunca sabes qué contiene hasta que es demasiado tarde”, advertía a su hija.

Su madre despotricaba ante conocidos: “Esta niña es una ofensa para el cielo, para los muertos, para la naturaleza”. Repetía a todas horas que se había equivocado de cuna al elegir bebé. La pequeña se convirtió en un ser raro y solitario. “Nunca creí que mis padres me quisieran. Yo intenté quererlos pero no funcionó”, concluye en sus memorias. Le pegaban, la obligaban a dormir a la intemperie —jamás tuvo llaves de su casa— y la adoctrinaban en su fundamentalismo pentecostal. 
“Mi madre, la señora Winterson, no amaba la vida. No creía que nada pudiera hacerla mejor. Una vez me dijo que el universo es un cubo de basura cósmica, y después de pensármelo un poco, le pregunté si el cubo tenía la tapa puesta o no.
—Puesta -dijo-. Nadie se escapa”.

Hizo que Jeanette almacenase rencor —“podría llenar con él una casa”— y furia contra todo. Pero suscitó algo bueno: la prohibición azuzó una rebeldía productiva en su hija. En la biblioteca pública de Accrington se leyó los tomos de literatura inglesa de la A a la Z, que la arrancaron de su mundo ruin y le dibujaron un horizonte infinito. Eso explica lo que ocurrió a partir de los 16 años, cuando la señora Winterson la echó de casa por su lesbianismo (“Has vuelto con el Demonio”, le dice; era su segunda relación con una chica) y protagoniza un memorable diálogo:
“—Jeanette, ¿puedes decirme por qué?
—Por qué, ¿qué?
—Sabes muy bien el qué.
—Cuando estoy con ella soy feliz. Feliz, sin más.
Asintió. Parecía que comprendía y pensé, de verdad, por un instante, que iba a cambiar de opinión, que hablaríamos, que estaríamos al mismo lado del muro de cristal. Esperé. Al final soltó:
—"¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?”.
La señora W, como la llama su hija, merecería ingresar en el olimpo de los arquetipos literarios si no tuviera un pequeño defecto: existió."




Extractos del artículo de Tereixa Constenla en ElPaís.com
sobre el libro de J. Winterson, ¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal? Ed. Lumen




Jeanette Winterson (Manchester, 1959) no se dejó influir por aquellos años nefastos. Quienes la han leído saben que su cosmovisión es generosa y optimista; paradójicamente derivada de aquellos días en que tenía que sobrevivir encerrada en el frío y la oscuridad. Tal y como ella misma explicó en su autobiografía fue capaz de escapar de esos tormentos inventando historias, escapando a los mundos de los cuentos de hadas donde las princesas siempre son liberadas, los tesoros encontrados y la bondad y la esperanza califican como poderes mágicos legítimos. 
Winterson es una de las voces más originales y ambiciosas de la literatura actual. Una autora inquieta que innova en cada obra. Siente predilección por la ambientación en épocas pasadas, la narración fragmentada, la combinación de la realidad con elementos maravillosos de evocación medieval, el tema de la identidad sexual, la presencia opresiva de la religión y el uso de recursos metaliterarios. La Pasión (1987) y La niña del faro (2004) revelan el "estilo Winterson" en todo su esplendor.

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