sábado, 3 de diciembre de 2016

La NOCHE a Través del ESPEJO - de Fredric Brown












Esta vibrante y enloquecida novela negra abarca una sola noche. Transcurre en un pequeño pueblo de California, con su sheriff, su banco, su bar destartalado, su periódico local y su gerifalte; todos ellos envueltos en los velos de un pastoso sueño en el que se multiplican los hechos insólitos hasta producir una atmósfera irreal que amenaza la cordura del protagonista.

Brown era un confeso admirador de Lewis Carroll y sus Alicias (en el País de las Maravillas y A través del espejo) y en esta obra mezcló de forma genial la arquitectura de una novela negra con los vapores oníricos del Jabberwocky.
"Porque los libros de Alicia no eran más que un puro absurdo encantador.
Absurdo encantador, sí, hasta aquella misma noche. Esta noche alguien convertía los episodios más divertidos de Lewis Carroll en un horror incoherente." pág 121

LA NOCHE A TRAVÉS DEL ESPEJO es una novela negra de los años cincuenta con todas sus convenciones. Doc Stoeger es el editor del semanario local. Cuando esa noche sale de sus oficinas bien nos podemos imaginar a un Fred MacMurray o un Dana Andrews enfilando esas plácidas calles del pueblo. Sueña con publicar una noticia de verdadero alcance, una exclusiva con carácter. No puede sospechar que se adentra en una noche de pesadilla: corrupción, atracos, resentimientos y asesinatos. Un cúmulo gigantesco de exclusivas que caen en sus manos y que, paradójicamente, no podrá publicar: el loco escapado del manicomio, el robo del banco, los ladrones de la banda de Gene Kelly...

Como en los relatos de Carroll, realidad y ficción se confunden en esta novela que empieza con el protagonista soñando y que, aunque despierta, no sabemos muy bien si sigue soñando, afectada como está su mente por el alcohol, o si es real lo que está ocurriendo. 
"En mi sueño, me encontraba en medio de Oak Street en plena noche. El alumbrado público no funcionaba: sólo la tenue luz de la luna destellaba en la enorme espada que yo hacía oscilar en círculos por encima de mi cabeza mientras el Jabberwocky se acercaba sigilosamente. Se arrastraba sobre el vientre por la calzada, flexionando las alas y tensando los músculos a la espera de cargar contra mí por última vez; sus garras hacían contra las piedras el mismo ruido que las matrices al recorrer los canales de una linotipia. Entonces, y para mi sorpresa, habló:
—Doc. Despierta, Doc —dijo.
Una mano, y no era la de un Jabberwocky, me sacudía el hombro."
Night of the Jabberwocky, su título en inglés, es un preciso engranaje construido con situaciones y personajes que parecen haber pasado al otro lado del espejo. Un mundo donde nada es lo que parece, donde las cosas funcionan al revés, donde el amigo se convierte en asesino y el perseguidor de noticias en perseguido.


No se trata de un simple juego o de algún guiño con la obra de Carroll, como las citas que encabezan cada uno de sus quince capítulos. 
Lo onírico es una constante. A la afición de Stoeger por los mundos de Alicia, se suman unos extraños asesinatos y la presencia de un anciano misterioso, Yehudi, que aparece y desaparece como si fuera el gato de Chesire, sin que nadie sepa si es real o imaginario.
"-Doctor, ¿alguna vez se le ha ocurrido pensar que las fantasías de Lewis Carroll pueden no ser fantasías?
-¿Se refiere a que la fantasía suele estar más cerca de laverdad esencial que la ficción que quiere parecer real? -pregunté.
-No. Me refiero a que son literal y realmente ciertas. A que no son ficción, que son reportajes." pág.35

Otros dos aspectos que profundizan el disparate son el alcoholismo de Doc, "Hice lo único que podía hacer. Me serví otra copa"; y el anticipo premonitorio de muchas situaciones.

"-¿Qué quieres? ¿Que haya un asesinato?
-Me encantaría que hubiera un asesinato -respondí.
Habría tenido gracia que Pete me dijera. "Doc ¿Qué te parecerían tres en una misma noche?."

Todo el libro está atravesado por las situaciones y los personajes de los mundos de Alicia. Doc Stoeger es autor de una monografía, Lewis Carroll a través del espejo, y un artículo sobre "La reina roja y la reina blanca". Su afición literaria la comparte con su amigo Al, con el que juega a desarrollar diálogos como galimatías. 

"Al Grainger es un joven mequetrefe —sólo tiene veintidós o veintitrés años—, pero es uno de los pocos jugadores de ajedrez de la zona y uno de los aún más escasos que entienden mi entusiasmo por Lewis Carroll. Además, va camino de convertirse en el hombre misterioso de Carmel City. Aunque no hace falta ser demasiado misterioso para alzarse con semejante distinción.
—Hola, Doc. ¿Cuándo vamos a jugar otra partida de ajedrez? —preguntó.—No hay mejor momento que el presente, Al. ¿Aquí y ahora?...
—Ojalá tuviera tiempo, pero tengo trabajo que hacer en casa.Le serví whisky, aunque derramé un poco por fuera al intentar llenarle el vaso. Negó con la cabeza lentamente:
—El Caballo Blanco se desliza por el atizador. No guarda bien el equilibrio —dijo.—Sólo voy por la segunda casilla. Pero el próximo avance será mayor. No olvides que a la cuarta voy en tren.—Pues no lo hagas esperar, Doc, que cada nube de humo cuesta mil libras.Smiley miraba primero a uno y luego al otro.
—¿De qué demonios habláis? —quiso saber." pág 21
En la cabeza de Doc todo tiende al galimatías. No faltan las espadas vorpalinas, ni la botellita con el cartelito "bébeme" (aunque en este caso contenga veneno); pero el personaje que tiene la llave para convertir esta historia de crímenes en fantasía es Yehudi Smith, "el hombrecillo que no estaba allí". Doc habla con él cara a cara y también en una conversación imaginaria en la que él mismo se interpela. Pero nadie más lo ha visto. Sólo él es capaz de sugerirle algunas pistas y también de socavar su sentido de la realidad. Todavía le da tiempo a invitar al editor a una reunión secreta de "fanáticos" de Lewis Carroll; antes de aparecer definitivamente, pero muerto.
“-Que hay otro plano de existencia, además de aquel en el que vivimos. Que podemos tener acceso a él y que, en ocasiones, lo tenemos.
-Pero ¿qué clase de plano? ¿Un plano de fantasía “a través del espejo”? ¿Un plano onírico?
-Exacto, doctor. Un plano onírico. No es una explicación totalmente precisa pero, de momento, no puedo ampliársela más.”

El estilo de Brown es claro y directo. No necesita mucho para soltar un gancho de ironía, 
        "—¿Se va a morir?
          —Sí, pero no como él cree, el Estado tendrá que pagar unos cuantos kilovatios".
E incluso de sarcasmo,
        "Que seas religioso no tiene nada de malo, si quieres serlo. Algunos hombres buenos
          son religiosos"
Pero su originalidad, y hasta rareza, pasa por la capacidad de inyectar fantasía y absurdo a una truculenta historia criminal.
"Yo permanecía sentado intentando asimilar el hecho de que, al menos aparentemente, la tarjeta de visita de Yehudi Smith había sido impresa en mi propio taller. No me levanté para examinarla. No sé por qué, pero estaba dispuesto a creer lo que Kates me había dicho.
¿Por qué no? Formaba parte del patrón. Tenía que haberlo imaginado. No por el tipo de letra, casi todos los talleres tienen la Garamond ocho, sino porque la botella del “bébeme” contenía veneno y Yehudi no iba a estar allí cuando Hank fuese a buscarlo. Seguía un patrón y yo ya sabía cuál era: el patrón de la locura.
¿La mía o la de quién? Empezaba a tener miedo. Ya me había pasado lo mismo varias veces en lo que iba de noche, pero ahora se trataba de un miedo distinto. Me daba miedo la noche en sí, el patrón que aquella noche seguía.
Necesitaba una copa urgentemente."

En el prólogo, Juan Salvador condensa las muchas virtudes de esta obra: 
´La noche a través del espejo´ es una novela redonda, de embriagadora precisión. Por eso es complicado decir qué me gusta más de ella. La trama llena de giros y sorpresas, los tragos de whisky, la crítica a la política y al periodismo, los personajes cercanos y creíbles, el bar de Smiley, la atmósfera nocturna y onírica, el despliegue de humor y paradojas, o el juego de espejos y distorsiones con Alicia en el país de las maravillas y A través del Espejo y lo que Alicia encontró allí, de Lewis Carroll.

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