lunes, 20 de junio de 2016

UNA EXTRAÑA CONFESIÓN - de Antón Chéjov











Esta es la primera novela larga publicada por Chéjov y la única policíaca que escribió; un verdadero paseo por el amor y la muerte, ambientado en la Rusia rural. Originalmente llamada por su autor Un drama de caza, por nuestros lares siempre lució el título de su adaptación cinematográfica, Extraña confesión, dirigida por Douglas Sirk e interpretada por George Sanders y Linda Darnell. El colmo es que el original inglés de la película era Summer Storm, la tormenta que se cierne sobre los protagonistas.

A pesar de tener más de un siglo, el planteamiento de esta novela es sumamente moderno. Escrita por su autor a los veinticuatro años, la novela adopta brillantemente el recurso del relato dentro del relato. Iván Kamishov le entrega una novela al editor en la que relata, en primera persona, los acontecimientos relativos a la muerte violenta de una mujer y su investigación posterior. Él mismo, como juez instructor, fue testigo de los hechos y protagonista de las pesquisas. 
Efectivamente la novela de Kamishov compone el cuerpo principal del relato, está escrita en primera persona y relata un crimen pasional; pero el libro se completa con el punto de vista del editor, que escribe el primer capítulo, el apéndice y multitud de notas a pie de página que irán sembrando las dudas en el lector. 

El relato de Chéjov es pormenorizado, detallando los avatares de cada personaje en una pequeña ciudad rural y sus complejas relaciones, en las que se mezclan las clases, los celos y el alcohol. Un lector atento podría construir una hipótesis policial con los datos psicológicos que suministra Chéjov: con el desenfreno del conde Karnieiev, con el de Petrovich, con la resignación de Urbenim… Por todo ello se considera a esta obra como la precursora de la novela policial de tipo psicológico. 

La historia se desarrolla con pausa, sutileza y atención al detalle; pero no se agota en el caso detectivesco. También es una dura crítica a la nobleza rural rusa, embrutecida por el alcohol y envilecida por el ejercicio continuado de un poder omnímodo. La veracidad que consigue Chéjov parece insuperable; del mismo modo nos trasmite su profunda compasión por los rusos pobres, víctimas de sucesivos regímenes brutales y despóticos.

Manuel Peyrou señalaba en la introducción que acompañó a la edición de El Séptimo Círculo, que además del desproporcionado consumo de alcohol, por el texto "corre un torrente de vida rusa de fin de siglo, de ignorancia, de bestialidad; en un abismo de miseria física y moral."

El relato oculta deliberadamente las claves del crimen, pero nos ofrece todas las pistas para averiguar quién mató a la bella y vulgar Olenka, una joven campesina que levanta pasiones entre quienes la rodean. El lector deberá ir comprendiendo las extrañas relaciones que ligan a los personajes: el juez de instrucción, su amigo, el juerguista conde Alexei Karnieiev y el tosco y viejo criado de éste, Urbenim.

La narración escrita por el juez resulta interesada. Recoge inverosimilitudes, incongruencias en el comportamiento de los personajes y errores profesionales del juez. Las sospechas del editor, expuestas en notas a pie de página, ponen sobre aviso al lector y lo hace partícipe del desvelamiento.

—¿Cuál es el tema de su obra? —pregunté, con displicencia, al señor elegante, extremadamente ágil y desenvuelto, llamado Iván Kamychov, que necesitado de fondos y declarándose un principiante, me proponía la publicación de un grueso manuscrito.
    —¿Qué le puedo decir?… El tema no es nuevo… Amor…, asesinato… Lea, usted verá… Son las memorias de un juez de instrucción. —Sin duda fruncí las cejas, porque Kamychov pestañeó, se estremeció y agregó rápidamente—: Mi relato está en viejo estilo judicial, pero usted encontrará un hecho real…, la verdad… Todo lo que evoco pasó ante mi vista, de pe a pa; fui testigo y hasta participé en el hecho…
    —Lo importante no es la verdad, y no es indispensable haber visto un hecho para describirlo.
Así comienza esta intrigante y original novela. 


P.D. Esta obra de Chéjov, como algunos otros excelentes policiales, basa su atractivo en "la delicada infracción de las leyes" del género policial. Borges señaló en un artículo -"Leyes de la narración policial"- los mandamientos o convenciones que debe seguir el relato policial:  Rechazo del azar, declaración de todos los términos del problema, primacía del cómo sobre el quién, etc. Pero también, cuando dibujaba el plan de una improbable novela policial, declaró que la suya sería "un poco heterodoxa"; porque  "el género policial, como todos los géneros, vive de la continua y delicada infracción de sus leyes".

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