martes, 28 de junio de 2016

AHORA intenta DORMIR - de Emilio Bueso










Muy entretenido de leer, escrito con ese estilo ciertamente reconocible de Bueso -eléctrico, directo, muy visual, casi cinematográfico-; este volumen de relatos está lleno de brillantes ideas e imágenes perturbadoras que exploran tanto la fantasía, como el terror o la ciencia ficción. Un libro muy notable al que perjudica la heterogeneidad de sus planteamientos y la falta de punch en alguno de sus relatos.


El propio autor considera a sus cuentos como pequeños ensayos o pruebas para afrontar novelas. Muchos han aparecido en antologías. Otros son meros encargos. Lástima. Todo ello desluce el volumen; pero no lo suficiente como para que no sea un deleite asomarse a estos paisajes que tan bien relata Bueso.

Algunos relatos no pasan de una escueta anécdota, como En falta las palabras, donde un matrimonio sobrevive desesperado a una suerte de glaciación. O Me sigue desde hace rato, un declarado ejercicio a lo Ligotti que busca esa "pesadilla atmosférica". La vecina es sólo un flash, la imagen de una casa radiante de luz que quema todo a su alrededor. Apenas una sugerencia.

Por su parte La resaca de ella es un sobrio relato pero con un gran poder de evocación. Tan fantasmal como poético. Quizás no necesite más. Tiene todo el color y el sabor que aporta la sinestesia, una quimérica mujer y un profundo mar.
Obra de Sven Kroner

Abuela es muy bueno. El autor pone en pie un microcosmos muy americano, el de las granjas de maíz de Ohio, con las luces y surcos astrales que roturan los sembrados. La abuela despierta sentada bocabajo en el sofá del salón y acaba convertida en un espectral espantapájaros que conduce una cosechadora. Cada relato es presentado por el autor con una pequeña nota sobre su génesis o procedencia. Éste en concreto lo leyó "entre las tumbas del Cementerio de La Carriona, durante una de las veladas poéticas del Celsius 232. Fue una experiencia alucinante, tanto para mí como para los asistentes. Todo el mundo debería juntarse alguna vez con cien zumbados en un camposanto para soltarle al micrófono algo como esto." Fue publicado en el volumen cuarto de la serie Hijos de Mary Shelley (Imagine, 2014).

También de ambiente americano es Controller, donde un psicópata se esconde en la sala de control de un centro comercial. Un cuento que proporciona grandes dosis de inquietud. 
Por su parte Innsmouth, Massachusetts no pasa de ser el tópico homenaje al maestro Lovecraft. Aunque muy bien escrito.




Entre los más puramente terroríficos destaca el señalado Abuela, junto a Lamphead, El hombre revenido, Bola de mierda y Tras una persiana veneciana. Éste último, según palabras del propio autor, "un zombie walk bastante canónico". 
En Lamphead un pordiosero nos relata su llegada a una especie de Carcosa, donde descubre un templo que no lo es, con unas extrañas estatuas con cabeza de cristal. No faltan los infames encapuchados entonando cánticos.
El hombre revenido pasa por ser su mejor relato. No para mí. El extraño que llega a un pueblo para arrastrarlo a la putrefacción y la muerte tiene todos los tics del más clásico terror gótico...pero a la postre resulta insustancial. Una versión que no aporta nada nuevo a algo ya muy conocido. El autor nos informa que fue la semilla de su estupenda novela Diástole.


Bola de mierda, en cambio, es otro cuento rotundo, uno de los mejor acabados. El mismo autor lo nota primerizo y es verdad, en cuanto a sus excesivas reiteraciones y a un cierto tono impostado; pero tiene fuerza y sabe a donde va: un cobrador de aparcamiento nocturno se ve inmerso en una venganza fantasmal. Se inicia cuando un viejo presenta en taquilla un ajado billete que la máquina lectora revela inverosímil. 
"El sistema diciéndome que el abuelo venía a llevarse un coche que estaba aparcado en aquel sótano desde hacía setenta años. Importe del billete: 719.712,19 Euros."

Otro de los que más me gusta es Dial. No llega a la maestría de El diablo embotellado de Stevenson, pero tiene sus mimbres. El objeto fantástico es en esta ocasión una pequeña radio. Como el mismo autor relata en su presentación, quería realizar un "fantástico patrio y grotesco" y para eso eligió la Ceuta de la puta mili.
Pintura de Sven Kroner

A lo largo del libro se entreven dos corrientes que lo recorren, la onírica y la de ciencia ficción. La primera se recrea en la pesadilla y en su viscosidad se rompen los límites del espacio y tiempo. Así ocurre en De Lobos y Hombre, un sugerente cuento que afronta el mito del hombre lobo de una forma tangencial. El relato dio lugar a su novela Esta noche arderá el cielo ("mi novela más incomprendida", se lamenta el autor). También en Del vértigo de un hospital navegamos por la mente febril de un terrorista herido, después de colocar una bomba contra el Papa.

Otro puñado de relatos tienen que ver con la ciencia ficción, el cambio climático y un futuro de tintes pavorosos. En falta las palabras, un matrimonio sobrevive en medio de una glaciación. En Al garete, Bueso vuelve a ser brillante definiendo una vívida situación postapocalíptica: las aguas han cubierto las montañas, la humanidad malvive en una nube de pateras, balsas y balandras desarboladas que las corrientes oceánicas llevan y traen sin destino alguno.
Cartero de Medianoche plasma un viaje espaciotemporal que se produce en un determinado rincón del archivo de una oficina de correos.

La próxima vez que se desate la tormenta del infinito refleja lo mejor y lo peor del libro. Una imaginación rutilante, una situación puesta en pie con gran ingenio (un hogar del pensionista aislado del mundo que vive una especie de apocalipsis) ...y un remate trivial.

Me gustan los mundos de Emilio Bueso. Es consistente imaginando historias sean en Ceuta, Islandia, Ohio, Corea del Norte o el profundo mar. También como escribe. Es conciso, contundente y de vez en cuando irónico. Le gusta jugar con el lenguaje, "Pasan. Los. Minutos". En sus páginas verdean expresiones y metáforas afortunadas, "gente rota" (referida a los zombies). O "Dios puso el slow motion del DVD de mi vida. Lo puso tan lento que hasta se podían contar los frames, foto a foto."

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