domingo, 26 de abril de 2015

Los Justos - de Jorge Luis Borges

Homeless - de Lee Jeffries
2015 va a ser un año de elecciones municipales y generales mientras centenares de políticos de todo color están imputados por corrupción. Con desvergüenza vociferan su legalidad para amortajar la ética. España es un cenagal de trileros, rufianes y bellacos. Una chusma de cargos públicos medran como sabandijas al calor de lo público. Ellos no cultivan jardines, ni leen, ni prefieren que otros tengan razón. Prefieren desahuciar a los ceramistas y expulsar a los tipógrafos. El país más maravilloso para vivir es un áspero país. Cautivo de una horda de filibusteros que enarbolan la bandera de un nuevo absolutismo contra el ciudadano. Desearía un vendaval de viento frío que los recluyese en la sordidez de sus propios corazones. No ocurrirá. Como en los versos de Voltaire, "Un día todo estará bien, ésa es nuestra esperanza; todo está bien ahora, ésa es la ilusión", con la que pretenden engañarnos. 
En la melancolía de un atardecer busco el consuelo de unos versos.




                                            Los  Justos

    Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.
    El que agradece que en la tierra haya música.
    El que descubre con placer una etimología.
    Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
    El ceramista que premedita un color y una forma.
    Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
    Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
    El que acaricia a un animal dormido.
    El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
    El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
    El que prefiere que los otros tengan razón.
    Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
                                                                           
                                                                                           Jorge Luis Borges, en La Cifra







*   *   *


La poesía de Borges siempre tiene aspiraciones conceptuales y morales. La simple musicalidad o el mero hallazgo estético le son insuficientes: "Mi suerte es lo que suele denominarse poesía intelectual...; el intelecto (la vigilia) piensa por medio de abstracciones, la poesía (el sueño)por medio de imágenes, de mitos o de fábulas. La poesía intelectual debe entretejer gratamente estos dos procesos".

Al inicio del poema sitúa al hombre y al final el mundo. Entre ambos extremos Borges escarda la nobleza del alma humana. Como topónimos del mapa coloca a Voltaire y a Stevenson. Sobre Voltaire observó Borges que "no le fue difícil acumular ejemplos de catástrofes y desdichas, pero lo hizo con tal prodigalidad y con un estilo tan ingenioso que el efecto logrado no es una desoladora tristeza sino todo lo contrario. ¿Cómo puede ser malo el universo si ha producido un hombre bueno como Voltaire? Él se creía pesimista, pero su temperamento le vedó esa posibilidad melancólica." No olvidemos que su Cándido, que sufre todo tipo de infortunios, tiene como subtítulo, el optimismo.

También escribió, "como el de Montaigne, o el de Sir Thomas Browne, el descubrimiento de Stevenson es una de las perdurables felicidades que puede deparar la literatura." En estos autores impera la vitalidad, la racionalidad, la tolerancia y un alto sentido ético. Todos ellos atributos del hombre noble y justo, como los Lamed Wufniks de los que el propio Borges recogió noticia en El Libro de los seres imaginarios
"Hay en la tierra, y hubo siempre, treinta y seis hombres rectos cuya misión es justificar el mundo ante Dios. Son los Lamed Wufniks. No se conocen entre sí y son muy pobres. Si un hombre llega al conocimiento de que es un Lamed Wufnik muere inmediatamente y hay otro, acaso en otra región del planeta, que toma su lugar. Constituyen, sin sospecharlo, los secretos pilares del universo. Si no fuera por ellos, Dios aniquilaría al género humano. Son nuestros salvadores y no lo saben.

Esta mística creencia de los judíos ha sido expuesta por Max Brod.
La remota raíz puede buscarse en el capítulo dieciocho del Génesis, donde el Señor declara que no destruirá la ciudad de Sodoma, si en ella hubiere diez hombres justos.
Los árabes tienen un personaje análogo, los Kutb."
Lee Jeffries

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