lunes, 12 de enero de 2015

BIRDMAN - Alejandro G. de Iñárritu













LA LUCHA POR LA AUTENTICIDAD.-

En el plano inicial vemos al actor Riggan Thomson (Michael Keaton) de espaldas, sentado en la posición del loto y levitando en su camerino. La cámara se acerca hasta su nuca y de pronto se despeña al precipicio de un alma atormentada que deambula por un laberinto cuyas cuevas y estancias cobran la forma de un teatro. La cámara perseguirá al febril  protagonista por los recovecos de pasillos, tramoyas y escenarios. ¿Qué busca?

Riggan fue un actor célebre al haber protagonizado la trilogía del superhéroe Birdman. Ahora, ya maduro y con un cuerpo fofo, busca reinventarse, quiere demostrar su talento más allá de las mallas. Arriesga todo en el montaje de  What We Talk About When We Talk About Love, de Raymond Carver, en Broadway. El caos y la neurosis que rodean a un estreno junto a la ansiedad y el miedo al cambio provocarán una tormenta perfecta. Una lucha titánica se va a producir en el corazón de Riggan para escapar de las garras de un Birdman que viste la máscara de la adulación y la rutina.

Abre muchos frentes la película de Iñárritu y todos son interesantes. Encontrar tu camino en la madurez, cuando has comprobado la banalidad de tus éxitos; hallar la autenticidad en un arte basado en el fingimiento, soportar el miedo al fracaso y elucidar diversas críticas al mundillo de la escena: producciones hollywoodienses donde impera la acción y superficialidad, actores que buscan lo fácil ("¡Otro al que han puesto capa!" se queja) o que son tan obsesivos como extenuantes. Y contra los críticos: 
-Voy a hundir tu montaje. Eres una celebridad no un actor.-Le espeta una crítico teatral.
-¿Cual es tu talento? -Le responde. Tú no subes al escenario, no arriesgas nada.

Durante el metraje, vemos a Riggan Thomson quitarse la peluca hasta entre tres ocasiones. También pasearse en calzoncillos por Times Square. No son actos fútiles. Iñárritu quiere desnudar al personaje, penetrar sus capas. La cosa es la cosa no lo que se dice de la cosa, es el axioma que Riggan tiene pegado en el espejo de su camerino. Esa es su aspiración, la autenticidad. Platón fue quien dijo que la verdad es lo mejor -to aristón- lo más noble de las cosas. Riggan busca esa nobleza en medio de la tormenta y no le va a resultar fácil. La voz de Birdman asalta su mente con una voz en off que busca su flaqueza. El éxito sería fácil, con Birdman 4.

Michael Keaton está magnífico. Cansado, frágil, vehemente. No sólo ha de lidiar con su zozobra. Por allí rondan su amante, su hija en proceso de desintoxicación y, sobretodo, un compañero de reparto tan obsesionado con la verdad de su arte que sólo es capaz de empalmarse sobre el escenario: no hay verdad en mi vida, llega a decir, sólo soy de verdad en el escenario. Edward Norton interpreta a este Mike Shiner con el aura de encanto y pendencia que le caracteriza. Los duelos interpretativos entre ambos son una de las cimas de la película.


Los dos ayudan a que la cinta tenga una lectura más irónica, ya que los personajes, de algún modo, los reflejan. Keaton llevaba tiempo fuera de juego y no olvidemos que fue uno de los primeros superhéroes en pantalla, allá por 1989: Batman (Tim Burton). Por su parte Norton arrastra fama de ser un tipo problemático y puntilloso como pocos. 

Pero la película atesora además dos elementos de un virtuosismo extraordinario. Su narrativa, articulada en un constante plano secuencia que pega la cámara a los actores y los persigue sin pausa por pasillos y escenarios. Iñárritu logra inmiscuirnos en la acción. 
"Me entusiasmaba la urgencia de encontrar una gramática, un ritmo propio(...) Quería poner a la audiencia en los zapatos del personaje y para lograrlo esa era la única forma. Era un reto porque todo debía tener una congruencia y un sentido narrativo sin la manipulación tradicional que permite la edición."
Algunas transiciones son tan audaces como cuando Mike Shiner se asoma desde el torreón de la tramoya y se ve ya sobre el escenario.


El otro elemento es la música. La película se desarrolla en los dos días anteriores al estreno. Todo es preparativo, urgencia y trámite. En ese contexto la música es una elección maravillosa. Compuesta por unos solos muy jazzísticos de batería, acentúa la atmósfera de improvisación y delata el desorden emocional del personaje. El baterista mexicano Antonio Sánchez se estrena en el cine con esta banda sonora que suena espontánea y vigorosa.

Como curiosidad, Riggan Thomson se cruza en un recoveco del teatro con un baterista tocando; pero no es Antonio Sánchez, sino el jazzista Nate Smith. Lamentablemente Sánchez no podrá competir en los Oscar ya que su trabajo ha sido descalificado, alegando que la banda sonora original queda diluida por la "música incidental". Qué miopes.


Finalmente, el director arroja su propia luz sobre el metraje. En la madurez, uno anhela la verdad de las cosas :
"No planeé llegar a una película como Birdman, fue mi propia historia la que me llevó a ella.”
Y también,
“El ego puede ser bastante peligroso si no eres consciente de su existencia. Es necesario y hasta puede ser positivo, pero si te apegas a él se convierte en un dictador tremendo. Cuando se llega a esa situación, la única manera de sobrevivir es reírse de uno mismo.”
Pues eso, humor y del negro. Película grande.

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