miércoles, 26 de febrero de 2014

La VENUS de las PIELES - de Roman Polanski














¡Qué delicia de película! Qué juego tan sutil de espejos donde se erigen presencias insospechadas, efigies que nos zarandean y emborrachan de voluptuosidad. Es del amor de lo que trata este concentrado y también de la posesión, del sexismo y de la humillación. No en balde la acción tiene que ver con la adaptación de la novela homónima de Sacher-Masoch. Pero yo quisiera subrayar el acto de creación que supone esta película. El modo en que el director logra reproducir ese mágico instante donde, insospechadamente, un personaje cobra vida ante nuestros ojos y nos involucra sin remedio.

Wanda llega a la carrera a un pequeño teatro. Alli tiene lugar la audición para seleccionar a la intérprete de la obra. El director está recogiendo sus bártulos. Ella suplica la prueba. Él, en principio reacio, finalmente la invita a interpretar una escena.
Es a partir de ese momento cuando se obra la magia. La Venus cobra vida, una mujer ordinaria del siglo XXI, se transforma en una aristócrata refinada del XIX y arrastra al director en sus réplicas. El personaje despliega el velo de la seducción, inmiscuye al director, lo arrastra a la ficción. El límite con la realidad se diluye. Las dos personas/personajes entran y salen del texto, las capas del juego se multiplican sin cesar de forma prodigiosa.

El escenario como territorio único y total. Un hombre y una mujer solos, descritos como "yunque y martillo", conjurando a figuras de humo cambiantes: la ordinaria Wanda que llega de la calle, la aristócrata Wanda que escribió Sacher-Masoch, la bacante que primero exige el trato de madame, luego el de maitresse y finalmente el de diosa....Thomas, el director, arrastrado al juego de la seducción y la sensualidad, convertido finalmente en personaje. No olvidemos que la novela de Sacher-Masoch está encabezada con la misma cita del Libro de Judit con que concluye Polanski su película, «Dios le castigó, poniéndole en manos de una mujer.» 

Todas las capas y metahistorias actúan como réplicas. En el escenario se contrasta a la mujer del XIX con la del XXI y se establece un debate de dualidades entre amor y dominación, dolor y placer, tradición (del papel de la mujer) y modernidad (la mujer con iniciativa); entre Apolo (Thomas representa el orden, la racionalidad y no olvidemos que su novia le investiga antes de casarse, la represión) y Dionisio (el espíritu libre y creador de la mujer que logra arrastrar a Thomas). La suprema dualidad la encontramos en esa feliz confusión entre realidad y ficción.  Incluso la mujer resulta llamarse Wanda, como la protagonista de la obra y en un momento dado reconoce, "estoy familiarizada con el sadomasoquismo, trabajo en el teatro."

Wanda arrastra a Thomas a la sensualidad con frases de la Venus, pero se sale del papel para hacerle notar sus contradicciones, el sexismo que denota. Actúa de catalizador para que el propio director se mire en el espejo y se reconozca. En una escena, él mismo refiere la historia de Las Bacantes. Allí, del mismo modo que en La venus de las pieles, se castiga al hombre.
La novela de Sacher-Masoch versa sobre los abismos de la sensualidad humana y la dominación. De hecho, Thomas propone a Wanda el mismo contrato que firmó el autor con su amante: "el señor Leopold von Sacher-Masoch se compromete a ser el esclavo de la señorita von Pistor y de satisfacerla en todos sus deseos por un período de seis meses». Allí se fija el universo masoquista: fetiches, látigos, disfraces, humillaciones, castigos. Mientras que en Las Bacantes de Eurípides, el dios Dionisio castiga al rey Penteo por negar su origen divino y prohibir los ritos de las bacantes. Fatalmente lo convence para que acuda a una ceremonia disfrazado de mujer, muriendo a manos de su propia madre.

A pesar de tan altos referentes, Polanski no peca de trascendente o tedioso. Nunca abandona el tono de juego, de contrastes y hasta de picardía. Para ello cuenta con dos actores en estado de gracia. Su mujer, Emmanuelle Seigner, está magnífica, vibrante y contenida a la vez. Me maravilla cómo entra y sale de cada papel, la lujuria que despliega y en su momento la ordinariez. Sin duda es una de esas películas que ha de verse en versión original para apreciar los sutiles vaivenes que imprime a su personaje. Asimismo Mathieu Amalric que compone con naturalidad un personaje bien complejo; siempre ávido, a veces perplejo, extraviado entre tanto escarceo.

Leo muchas reseñas donde se habla de obra estimable pero menor. No estoy de acuerdo. La sencillez y naturalidad con que se desarrolla una trama que por momentos se abisma, esconde una habilidad pasmosa, un conocimiento profundo de los engranajes dramáticos. Hay un momento donde Wanda le indica al director que interprete él mismo a la Venus, dado el conocimiento que tiene de su intimidad. Esto mismo pasa con Polanski, cuyo talento sobrevuela cada timbre de esta obra. 

Comienza la película con cámara subjetiva entrando desde la calle y atravesando las puertas de un pequeño teatro hasta el escenario. Concluye del mismo modo pero al revés, saliendo desde el escenario a la calle. Yo me pregunto quién entra y sale. Cabría responder que Wanda, ya que es quien aparece en el teatro. Pero resulta curioso que posea el texto íntegro de la adaptación, que sepa de memoria todos los diálogos y que en su bolsa se encuentre todo lo necesario para la representación, sea un traje de época, un batín o unas altas botas de cuero para cuando exige a Thomas que la vista con su nuevo grado de dominatrice.     

Creo que vale aplicar a la película lo que dijo el filósofo francés Gilles Deleuze sobre la novela: «En mi opinión, ningún otro escritor empleó con tanto talento los recursos de la fantasía y del suspense. Tiene una manera muy particular de “desexualizar” el amor pero, a la vez, de sexualizar por entero toda la historia de la humanidad».


P.D.  El juego de espejos se da en la propia concepción de la película, la cual es una adaptación de la obra teatral escrita por David Ives que a su vez adapta la novela homónima de Leopold von Sacher-Masoch inspirada en el cuadro de Tiziano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.