lunes, 3 de febrero de 2014

AGOSTO - de John Wells

August: Osage County
EEUU, 2013









La familia y otras neuras.-
Agosto se compone de dos aspectos formales y uno de fondo. Una reunión familiar con motivo de la muerte del cabeza de familia y una casona en las llanuras asfixiantes de Oklahoma son los dos primeros y la amargura de la decepción es el segundo.

"La vida es demasiado larga" nos cuenta Beverly Weston (Sam Shepard) cuando se ilumina la pantalla. Citando el poema de T.S. Eliot -"Los hombres vanos"- nos sitúa de un plumazo en el tono sombrío de lo que se avecina. Seguidamente nos describe la situación de forma abrupta: "yo bebo y mi mujer es adicta a las pastillas". 

En la casona perdida en la inclemente llanura se acumula el polvo de la frustración y la bilis de la amargura acrecentada durante años. Su mujer Violet (Meryl Streep), con cáncer de boca, desastrada y colérica, se enfrenta de nuevo con él que se retira mascullando nuevos versos, "al corro del árbol del espino, al corro del árbol del espino". Ya sólo quedaría añadir los últimos versos de este desolador poema: "Así es como acaba el mundo, no con un estallido sino con un  quejido".
Las espinas de una relación condenada, el corro de repetir errores, el quejido de la decepción. 

Tracy Letts es el autor de la obra teatral con la que consiguió el Premio Pulitzer y es a la vez su adaptador cinematográfico. Admirador confeso de Tennessee Williams no oculta las concordancias de su obra con "De repente el último verano" o con Eugene O´Neill y su "Larga jornada hacia la noche". Letts enfrenta y actualiza los mismos conflictos personales y sobre todo familiares. La represión que daba juego en aquellas obras cede a unas relaciones más abiertas; pero nadie se libra de una enorme frustración.

Los diálogos poseen autenticidad, las réplicas son exactas y brutales. Sin reiteraciones vanas, la obra avanza por los rincones de cada personaje. Sin pausa afloran los rencores y secretos inconfesables hasta el estallido final. En el espacio cerrado de la casa, metáfora de las cadenas que atan a esta familia, encontramos a la matriarca Violet (Meryl Streep), dominante, agresiva y colérica; a la hija mayor, Bárbara (Julia Roberts), fiel reflejo de la madre, maniática del orden y en proceso de separación. A la pequeña y sensible  Ivy (Julianne Nicholson) y la casquivana Karen (Juliette Lewis), huida a la vida regalada de Miami. Todas ellas se cruzarán de nuevo en la casona y no saldrán indemnes de este naufragio. 

Montaje teatral de la obra
La secuencia de la cena del funeral es el corazón de la película, pura catarsis. Una tormenta desatada  entre los elementos de esta familia desquiciada, atacada por la descomposición. Entre el espacio exterior vacío y asfixiante y el interior cerrado  y opresivo, todos están prisioneros.
                                   
A pesar de haber reunido un lujoso elenco plagado de estrellas, son las dos protagonistas, Meryl Streep y Julia Roberts, las que se llevan el gato al agua. Sus interpretaciones a cara lavada y soltando sapos por la boca ("come, hija de puta", "si es tu padre dile que se vaya a la mierda") son intensas y poderosas. Juliette Lewis hace su papel de tontuela y Julianne Nicholson, en un papel pequeño, logra prenderse en nuestra retina por su encanto y contención. 

Los hombres quedan en un segundo plano y es que la obra supera con holgura el test de Bechdel (que se mide por estos criterios: dos personajes de mujeres con nombre en pantalla, conversando entre ellas y cuyo tema de conversación no sea un hombre).
Destacaré la presencia de un Sam Shepard que con sólo unos minutos en pantalla logra que su personaje perviva en los acontecimientos.

La obra está ubicada en Oklahoma, tierra natal de Letts: "pero quién coño tuvo la idea de asentarse aquí", bufa Bárbara en un momento de desesperación. Es el Medio Oeste, pero muy cercano al Sur de las sórdidas sagas familiares que narró Faulkner, o de los desencajados personajes que pululan por las páginas de Carson McCullers, a quien se cita en la película.

No es la primera familia disfuncional que Letts pone bajo su prisma. En otra de sus obras, Killer Joe, también había una familia desvencijada y aviesa; aunque con menos literatura: allí primaba la pasta. No parece un escritor de banalidades. También firmó Bug, un guión oscuro y malsano dirigido, como la anterior, por William Friedkin.

George Clooney figura como productor acompañando a los hermanos Weinstein y nos sigue demostrando la calidad de su olfato para entregar obras significativas. John Welles dirige sin grandes alardes. Ha intentado abrir el escenario  sacando la cámara a la carretera y al pueblo; pero todo el valor de la película está en el texto y en sus poderosos personajes. 

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