lunes, 4 de noviembre de 2013

UNA MIRADA A LA OSCURIDAD - de Philip K. Dick

-A Scanner Darkly-










La mirada del título es precisamente eso, un buceo inmisericorde y valeroso en la vida de un grupo de amigos adictos a M, una sustancia que te acaba fundiendo el cerebro. Encontramos aquí a un Dick en sazón, que ha regresado de su infierno particular con las drogas y vuelve una mirada resuelta a sus días de vino y rosas.
"He vivido la misma alucinación que Barris y Luckman. Hasta el fondo, hasta creerme perdido como ellos. Sintió un escalofrío que le hizo estremecerse y parpadear. Sabiendo todo lo que sé, les he seguido en esa pesadilla paranoica, viviéndola con tanta intensidad como ellos... en una confusión total. Otra vez la oscuridad. La misma oscuridad que les rodea, que me ahoga. La oscuridad del horrible mundo de sombras en el que flotamos." pág. 118
Fred es un agente secreto que está infiltrado en los bajos fondos como Bob Arctor. Dado que siempre acude a informar enfundado en el monotraje mezclador  que camufla su personalidad, nadie sabe quien es en realidad. Por diversas informaciones, entre la panda de drogadictos que frecuenta, su jefe decide investigar precisamente a Bob Arctor. Sus secretas ausencias y sus ingresos económicos le hacen sospechoso. Fred/Bob está pasando por un momento de neurosis muy delicado y esta situación de vivir la vida como Bob y luego observarse en las grabaciones como Fred acabarán volviéndole paranoico.
"¿Cuántos Bob Arctor existen?, se preguntó mentalmente Bob. Un pensamiento extraño y fastidioso. Al menos había dos, se dijo. Uno que se llama Fred y otro que se llama Bob y que está siendo vigilado por el primero. La misma persona. Aunque... ¿son la misma persona? ¿Fred y Bob son el mismo individuo? ¿Hay alguien que lo sepa con certeza? Si ese alguien existe, yo lo sabría, puesto que soy la unica persona en todo el mundo que sabe que Fred es Bob Arctor. Pero, ¿quién soy yo? ¿Fred o Bob?" pág. 113
Dick se muestra profundamente humano con sus personajes. En muchas de las páginas aflora la melancolía y hasta el patetismo. Sus conversaciones a veces son hilarantes como la que gira alrededor del carburador del coche; y otras son alucinadas y escalofriantes, como los capítulos iniciales con Jerry Fabin asaltado por miríadas de piojos que inundan su cuerpo y su habitación.
Jeremy Hush
 También su amiga Donna vislumbra la debacle.
"-No espero vivir muchos años. Así que me importa un bledo. No quiero vivir muchos años. ¿Tú sí? ¿Por qué? ¿Qué hay en este mundo que valga la pena?¿Y has visto...? Caramba, fíjate en Jerry Fabin, o en cualquiera que lleve mucho tiempo tomando sustancia M. ¿Qué podemos esperar de este mundo, Bob? Es un lugar de paso hasta la siguiente vida. Nos castigan aquí por nacimos malditos..." pag. 176
En la Nota del Autor que coloca al final, nos avisa de que "no soy un personaje de la novela; soy la novela en sí". También que no hay moraleja en ella.
"Esta novela se ha referido a varias personas que sufrieron un castigo excesivo por lo que habían hecho. Deseaban gozar de la vida, pero eran como niños jugando en la calle. Veían a sus amigos morir uno tras otro -atropellados, mutilados, destruidos-, pero ellos seguían jugando. Todo nosotros fuimos realmente felices durante algún tiempo, por más terriblemente breve que fuera. El posterior castigo superó todo lo imaginable."
Los dos primeros tercios del libro se dedican a este modus vivendi de trapicheos y neurosis en busca de una felicidad imposible. Pero Dick no iba a redactar una novela generacional y sesentera por mucho que esté trufada con las canciones de Jimmy Hendrix y Janis Joplin. Con estos mismos materiales el genio de Illinois es capaz de alumbrar toda una conspiración, la paranoia del doble y de nuevo, como en muchos de sus libros, el papel del estado como una gigantesca inquisición. He ahí las dos claves de la novela. 
Paranoia - Valentina Kallias
Por otro lado, su apuesta de ciencia ficción es muy escueta. Sitúa la acción apenas tres lustros más tarde, 1994, de cuando se publicó, y reúne un par de detalles futuristas como el monotraje y las cámaras holográficas que vigilan a Bob. 

Pero más allá de todo esto, lo que encuentro genial en Dick es cuando hace tambalearse a la mismísima realidad. Cuando te conduce hasta un punto donde la línea entre sueño y realidad ha desaparecido. En esta novela ese momento ocurre cuando Fred observa la holograbación de él mismo como Arctor mientras duerme con una yonki. En la grabación se ve cómo la chica se diluye y aparece la cara de Donna. Fred se ve a sí mismo como Arctor despertándose y asustándose por ver a Donna. A Bob aquella noche le pareció un sueño... pero está grabado.  Cuando Fred lo observa, duda; pero al ver cómo Arctor se asusta, dice: todo es verdad porque Arctor también lo ha visto. Hay en esta escena un escisión de la personalidad, un trasvase entre universos paralelos que sólo Dick es capaz de mostrar.
Una mirada a la oscuridad -Ed.Minotauro

Incluso cuando se impone la realidad e ingresan a Bob en un centro, no significa que el complot no exista. El maestro Dick es único imaginando historias donde se cumpla su aserto: "Es extraño cómo la paranoia y la realidad pueden coincidir de vez en cuando".



NOTA DEL AUTOR

"In memoriam. Fueron mis camaradas, los mejores que he tenido. Permanecen en mi recuerdo, y el enemigo nunca será olvidado. El "enemigo" fue el error que cometieron jugando. Dejadles que vuelvan a jugar, de algún otro modo, y permitidles que sean felices." pág. 311

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