domingo, 20 de octubre de 2013

Una cuestión de tiempo






















-About Time-
de Richard Curtis



Abonado a la comedia romántica, el director de Love Actually y guionista de Cuatro bodas y un funeral y Nothing Hill, nos entrega otra comedia romántica basada en situaciones cotidianas que pulsan las teclas de la autenticidad  y las emociones. 
Maestro en trazar personajes normales agitados por un poquito de caos, Curtis siempre logra que nos veamos reflejados en esas pandillas de amigos y familiares origen de malentendidos y problemas, pero también de las satisfacciones y emociones de esa cosa tan diáfana y fugaz que llamamos vida.

Al cumplir los 21 años, Tim recibe de su padre (Bill Nighy) una revelación. Los hombres de su familia pueden viajar en el tiempo, aunque sólo sea al pasado, a  momentos determinados. De este modo siempre es posible una segunda oportunidad, un revivir lo vivido. Así que el torpe y pelirrojo Tim (Domhnall Gleeson) tendrá la oportunidad de ir puliendo errores hasta conseguir finalmente a la chica de sus sueños, Mary (Rachel McAdams).















La película nos cuenta el noviazgo, matrimonio y primeros hijos de este héroe vulgar y corriente con mucho humor y una ligera emoción. Es muy fácil reconocerse en estos novios, amigos y hermanos y más si los actores destilan naturalidad y buen rollo. Como en sus otras películas, un amplio elenco de secundarios ayudan a cuadrar la función, como la hermana que no tiene suerte con los novios o el tío bonachón y superdespistado. Pero sobretodo destaca un brillantísimo Tom Hollander, como el ácido y gruñón dramaturgo con el que convive Tim en Londres.


Me gusta el tono divertido y la autenticidad de las situaciones, veo la película con gusto, pero la verdad es que hay poca chicha, escasean los conflictos que llevarse a la boca. Carece de la brillantez de Love Actually y por supuesto no hay ni un poquito de mala leche o vértigo. Tim se lleva bien con los padres y ayuda a su hermana. También echa un cable a un frikiamigo del trabajo. Los padres de ella sólo aparecen para hacer posible un chiste e incluso cuando se presenta el pibón que fue su primer amor para tentarle, el pobre Tim sale corriendo por calles y andenes para pedirle matrimonio a Mary. 

La anécdota del viaje en el tiempo se circunscribe primero a rehacer pequeños fallos, luego a revivir los días para apreciarlos en toda su extensión (esta sería la posición filosófica de la película, tan liviana como bienintencionada) para llegar a la conclusión: vive cada día como si fuese el último, sin remisión.

Entretenida, pero un tanto insustancial.

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