miércoles, 23 de octubre de 2013

Prisioneros

-Prisoners-
de Denis Villeneuve



El autor de la extraordinaria Incendies nos entrega un thriller tenso y absorbente que indaga en los pliegues donde se esconde nuestro animal vengativo y primigenio.

En una pequeña comunidad desaparecen dos niñas. El policía encargado del caso y los padres de ambas criaturas deberán afrontar una investigación que lo es tanto de los escasísimos indicios como de su propio dolor.

Porque una vez desaparecidas las niñas no volvemos a saber nada de ellas, ni del secuestrador. A los padres de ambas, y a nosotros como espectadores, la cinta nos abandona en un vacío espeso y agobiante capaz de enloquecer al más pintado. 

Los prisioneros a los que se refiere el título no son tanto las niñas secuestradas como los padres.  Prisioneros de sus miedos, de sus valores, de una sociedad enferma y de su desolación.

Los primeros días se convierten en una tortura. El mundo se le viene encima a Keller (Hugh Jackman): sabe que la vida de su hija puede ser cuestión de horas. La policía detiene a un joven apocado que suele merodear con una caravana. Keller, rabioso e impotente lo secuestra y tortura.
Llama la atención que siendo una película de estrellas tenga un plan tan desnudo: no hay acción, ni pirotecnia; simplemente un sólido guión de los que te agarra las entrañas -obra de Aaron Guzikowki- y unas interpretaciones tan contundentes como veraces. Hugh Jackman nos demuestra que es capaz de expresar tanto el infinito dolor de un padre como el cóctel amargo del que ejecuta una venganza teniendo presente que es deleznable. Él mismo se siente torturado y prisionero.

Jake Gyllenhaal no le va a la zaga. Vuelve a un papel como el de Zodiac, investigador honrado pero sobrepasado por las circunstancias. En el fondo es nuestro asidero. Presionado por sus superiores y el entorno, huérfano de pruebas, asiste indefenso a un drama que se vuelve opresivo.

Aunque creo que es inferior a ella, no puedo dejar de recordar el ambiente malsano de Mystic River, la obra maestra de Clint Eastwood.


Prisioneros es un thriller amargo que no duda en retratar algunos aspectos poco amables de la sociedad americana. Su individualismo a ultranza o su aceptación de la tortura como medio legítimo. Cuando Keller descubre al otro matrimonio el secreto de su tortura, en principio les repugna, pero finalmente transigen: "No participaremos, ni se lo impediremos. Nos desentenderemos". En la resolución también aparece la religiosidad entendida como fanatismo. Un buen conjunto de fotografías morales de una sociedad.

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