miércoles, 3 de julio de 2013

After Earth

de M. Night Shyamalan










Querido Will Smith:
De verdad que soy superfan tuyo. Me regalaste muchas sobremesas divertidas desde la casa de tu tía en Bel Air y por gustar me gustó hasta Soy leyenda, a pesar de su infumable final. Pues eso, que si lo que querías era hacerle un regalo guay a tu hijo en plan te voy a montar un parque de atracciones superchulo con vuelos, peleas, saltos y entrega de medallas final, haber avisado: sólo para colegas de Jaden.

Y además el pobre Shyamalan. Fíjate que de este tío me gusta hasta El Incidente, película tan denostada por ahí como sutil y terrorífica según mi parecer: qué mayor pavor que el infligido por lo inasible y lo inexplicable, aquello que nos arranca esa silla tan cómoda sobre la que nos sentamos llamada causa-efecto.

Así que dices, vaya,  ¿y si un tío superduro que te cagas, se lleva a su hijo alfeñique a una aventura en la que ambos se jugarán la vida hasta casi perderla, pero el chico logra superarse y acaba convertido en un hombre hecho y derecho?. Pues oye tío, a mí me gusta la idea. Viene reverberando por las culturas del mundo desde que el tiempo es tiempo: ritos de pubertad, novelas de formación (bildungsroman) o mitos de iniciación tribal de los jóvenes en el trance de convertirse en adultos. Mira si no El Lazarillo de Tormes, Tom Sawyer, El guardián en el centeno o Paul Muad´Dib, heredero de la casa ducal Atreides en Arrakis y hasta el delicioso Cándido del bienamado Voltaire. Historias magníficas donde la aventura exterior se corresponde con la interior y nos trasladan la emoción de ese violento oleaje que sacude la ruta iniciática del protagonista. Pero este regreso del joven Kitai a una Tierra abandonada por la humanidad es sosa a rabiar y justito sirve para pasar el rato, tío.  En fin, espero que nos veamos pronto. 
Recibe un abrazo.














En la estela de Los juegos del Hambre de tan blandita adaptación, parece que nos amenaza un frente de películas de ciencia ficción con jóvenes jugándose la vida en un futuro distópico: También se prepara la adaptación de Divergente, de Verónica Roth. 

Respecto a la cinta que nos ocupa la idea original es de Will Smith y el encargado de su desarrollo para la pantalla es Gary Whitta, guionista del notable western postapocalíptico El Libro de Eli.

Después de tener que abandonar la Tierra por diversos cataclismos , la Humanidad está asentada en Nova Prime. Allí encuentra a su Némesis encarnada en los ursa, monstruos ciegos que son capaces de oler el miedo en los humanos para destruirlos. El general Cypher es un soldado legendario por ser capaz de fantasmar: no sentir miedo ante el enemigo y por lo tanto ser invisible para él. En una misión extraplanetaria le acompaña su hijo Kitai, cuando una tormenta de asteroides dañan la nave y tiene que aterrizar en.....su antiguo planeta Tierra. Los dos son los únicos supervivientes pero el general está muy mal herido; así que será Kitai el encargado de arrostrar mil peligros para llegar hasta una baliza desde donde pedir ayuda.














Si al germen de una idea se le suma una estrella como Will Smith, un director capaz (aunque en horas bajas), unos escenarios naturales espectaculares en un Parque de Costa Rica y un rodaje en 4K para que los efectos digitales luzcan en todo su esplendor, parecería que el resultado estaba asegurado. Pues no. 

El desarrollo es muy artificial. Ahora toca montaña, ahora toca río, ahora toca una pizca sentimental. Shyamalan, que también figura como guionista, no ha sabido imprimir ninguna de las sutilezas que desbordaban sus primeras obras.
No hay épica ni emoción. La aventura no tiene pulso. La actuación del pobre Will Smith tampoco: permanentemente envarado y monocromático en un rictus de amargura. En una de las peripecias participa una espléndida águila imperial: primero persigue por el aire a Kitai y cuando lo captura lo encierra en su nido. Al ser atacado éste por unos pumas, el joven se defenderá a sí mismo y a los polluelos. Posteriormente el águila le devolverá el favor salvándole la vida. Todo ello está expuesto con gran aparato y vuelos espectaculares, pero fríamente, quedando la subtrama descafeinada. Ni el rodaje, muy mecánico, ni la interpretación de Jaden transmiten nada. 

Para quien además quiera conocer los componentes propagandísticos que guarda sobre la iglesia de la Cienciología, aquí un buen artículo.

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