miércoles, 15 de mayo de 2013

Efectos Secundarios

de Steven Soderbergh









Las películas con psiquiatra invitan al efectismo y a giros estrambóticos, cuando no lanzan el anzuelo fácil de un tratamiento erótico.

Ésta que nos ocupa avanza pulcramente hasta la mitad con una exposición de los hechos muy medida y clara. Una joven con historial depresivo (Rooney Mara) ha matado a su marido. Coincide que está tomando unos antidepresivos en proceso de experimentación. Coincide que es su psiquiatra (Jude Law) quien se los medica, eso sí, avisándola de que están a prueba y que él cobra por participar en estas pruebas. A este posible conflicto de intereses se añade que la joven viene rebotada de otra ciudad y otra psiquiatra (Catherine Zeta-Jones). Ya se sabe que el pasado nunca es inocente.

Los personajes y sus motivaciones se desenvuelven en esta primera mitad de forma elegante y diáfana. El crimen puede implicar al psiquiatra que poco a poco se ve atrapado en una situación muy ambigua y perniciosa. Las culpas pueden caer sobre la enferma, sobre el fármaco o sobre él mismo. 

La joven es encerrada en un psiquiátrico pendiente de evaluación. Mientras tanto la farmacéutica y los socios abandonan al psiquiatra. Es un asunto muy delicado y tanto su carrera como su vida personal se acercan al abismo.

A partir de ese momento la película podría haber elegido varios caminos. El íntimo drama de la depresión, la denuncia de los usos de las grandes corporaciones, el juego de intereses que rodea a todo sistema de salud o las maniobras judiciales para tapar los abusos. Incluso la relación morbosa de psiquiatra y paciente. 

Soderbergh elige la intriga. Como un tiralíneas va despojando al médico, conduciéndolo hacia un punto sin retorno en el que hasta su mujer le abandona; y con regla y cartabón va juntando los puntos sueltos de lo que parecía un desarrollo normal de los hechos, para descubrir que detrás de todo ello se cernía un pérfido plan.

La película es notable y tiene una puesta en escena magnífica, marca de la casa de un Soderbergh ya contrastado. Posee intriga y no decae en ningún momento; aunque se hecha de menos una mayor denuncia o preocupación social. Peca de excesivamente fría inclinándose por una trama perfectamente dibujada, con sucesivos giros, eso sí, que ahondan el interés y el suspense. 

Jude Law está solvente, pero sin exagerar; mientras Rooney Mara demuestra un enorme talento en un papel complejo y lleno de matices. 

Si buscamos compañeras en la carpeta de películas con psiquiatras, quizás encontremos allí Las dos caras de la verdad (Primal Fear) de G. Hoblit, que también contiene alicientes detectivescos y judiciales, además de la enorme interpretación de Edward Norton.

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