viernes, 26 de abril de 2013

Oblivion

de Joseph Kosinski


Jack y Vika son la última pareja de humanos sobre la Tierra.  Ha habido una guerra contra los alienígenas scavs y la Tierra ha quedado arrasada. Hicimos lo que teníamos que hacer, nos cuenta Jack, utilizamos las bombas nucleares: ganamos la guerra, pero perdimos la Tierra.
Todos los supervivientes han sido evacuados a Titán. A ellos dos los relevarán pronto. Su trabajo es contener los últimos escarceos de los scavengers, arreglar equipos y vigilar las gigantescas plataformas que apuran los recursos de los cada vez más disminuidos océanos. Pronto descubrirá Jack que no está solo, ni su función es tan inocente. El borrado de memoria al que fue sometido tiene grietas.

El paisaje es desolador, roca y ceniza por doquier. La soledad absoluta. El planeta aparece desierto. 
La película se basa en una novela gráfica del propio director junto a Arvid Nelson. La historia ocupa sólo 15 páginas y eso se nota. La trama es muy delgada. La película tarda más de media hora en arrancar mientras se recrea en los paisajes.















El otro problema es la falta de épica. Llegado el momento, Jack tendrá en sus manos el destino de la Humanidad, y a pesar de ello no sentimos ese aliento trágico. Quizás por impericia del director cuyo primer trabajo -Tron Legacy- ya resultó bastante anodino o quizás porque Tom Cruise elige el sencillo camino de entregar un correcto pasatiempo sin más.

Porque eso sí, la película es un buen entretenimiento y sobretodo todo posee una factura visual impactante, gracias a ese mago que es el chileno Claudio Miranda; un director de fotografía que ya nos deslumbró en La vida de Pi e incluso en la citada Tron Legacy. 

La cinta colecciona un puñado de extraordinarias imágenes postapocalípticas: la luna hecha escombros flotando en el espacio, los rascacielos sobresaliendo de un mar de ceniza y los típicos puentes y estatua de la Libertad que no puede faltar desde el clásico de Schaffner, El planeta de los simios.


Me gusta especialmente el giro que provoca una nave caída desde espacio. Cuando Jack acude a supervisar los restos, rescata a una joven superviviente (Olga Kurylenko) que permanecía en animación suspendida. Su encuentro activará ciertos recuerdos de Jack, pondrá en marcha una nueva serie de acontecimientos y lo que es más importante, desvelará a Jack su verdadera identidad. 
¿Ganaron de verdad los humanos la guerra? ¿Hay sólo una estación de vigilancia? ¿Quién ejerce el control desde la central espacial?


Es verdad que peca de falta de originalidad, el comienzo con un Jack aburrido de mecánico de los drones, recuerda demasiado a Wall-e; y cuando la central sigue su rutina al caer él prisionero, recuerda a  la estupenda Moon de Duncan JonesPero la película está muy bien acabada, es entretenida y el diseño conceptual es fascinante.

Rodada en paisajes de Islandia,  juega la baza de un acusado contraste entre el mundo a ras de tierra, ceniciento e inerte, y el color de las dos viviendas de Jack: el habitáculo oficial, transparente y tecnológico, situado sobre una finísima torre por encima de las nubes y un refugio escondido entre montañas que es todo un vergel, con cabaña, riachuelo y árboles.


Los escenarios y paisajes son espectaculares. En este vídeo nos presentan cómo lo hicieron.

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