lunes, 16 de enero de 2012

Sherlock Holmes


de Guy Ritchie
Incluiré en este post las dos películas interpretadas por Robert Downey Jr. porque aunque la primera se beneficia de la sorpresa y obtiene una clara ventaja en su planteamiento y desarrollo sobre la segunda; tanto monta, monta tanto una como otra.
Un Sherlock en su época, pero con todos los aditamentos de la más pura acción, luchas, persecuciones, explosiones, peleas. Alejado todo del intelecto prístino de nuestro querido detective.

Me gusta mucho el diseño de producción, la ambientación, el modo de rodar de Ritchie, su montaje eléctrico. En la primera era más atractivo este nuevo acercamiento a pesar de las traiciones y me resultó muy entretenida. Pero en la segunda ya es cansino, no aporta nada y hasta la propia aventura está muy descafeinada.

Las traiciones son notables: le gusta el puñetazo, domina el karate, se muestra desaliñado en el atuendo y en su higiene personal, aparece como impenitente mujeriego quien fuera misógino empedernido. Su acción es tan trepidante que el famoso spleen que abocaba a Sherlock hacia el opio, en este caso se trueca en adrenalina. Irene Adler y Mycroft Holmes tienen apariciones pírricas. Demasiadas traiciones a cambio de una aventura superflua. 

Sobretodo esta segunda película es demencial. La parte cómica está exagerada hasta la naúsea y tarda más de media película en mostrarte a dónde quiere ir. Demasiada purrela.
Quedémonos con las escenas donde se visualiza la pelea antes de que ocurra en la primera y con el duelo final entre Moriarty y Holmes en la segunda. Los dos en una terraza que se asoma a un precipicio en los Alpes jugando una partida mental de ajedrez. A la vez en los salones interiores sus peones y alfiles ejecutan el juego.


Conan Doyle hizo morir a su personaje en este duelo y en estos parajes (aunque la presión popular le obligó a resucitarlo). Del mismo modo parece ser que los productores nos amenazan con una saga que les aporte pingües beneficios. Y entonces ¿Si se gastan una pasta enorme en la producción, si cuentan con grandísimos actores y un director dotado, por qué no parar y templar; y destinarlo a una buena película?
En estos tiempos de revisión coincide el estreno de Holmes con la serie Sherlock que propone la BBC. Aquí sí tenemos un acierto pleno. Coloca a Sherlock en nuestra época actual, con el doctor Watson de vuelta de la guerra pero en este caso de la de Afganistán. Los guiones afilan su intriga, la realización posee brío y la pareja protagonista tiene carisma. El año pasado se estrenó la primera temporada, ¡de sólo tres capítulos! y nos dejó un sabor de boca extraordinario. Justo en estas fechas se está estrenando la segunda temporada y el primer capítulo mantiene el listón muy alto. Otro acierto es que cada capítulo es realmente una película de 90´,  donde se desarrolla un caso rebosante de misterio y donde Sherlock muestras sus mejores armas: ingenio, agudeza y extravagancia. No faltan ingredientes como el conocimiento de culturas exóticas, de sectas y del submundo de Londres o la utilización de pilluelos para el trabajo de campo.



Y ya que hablamos de Sherlock Holmes, recordar la que para mí es la más memorable de sus películas, La vida privada de Sherlock Holmes, dirigida por el maestro Billy Wilder. Incluso para quien prefiera una actualización más cómica podrá disfrutar viendo Sin Pistas de Tom Eberhardt: una comedia donde el doctor Watson después de crear al personaje del detective, se verá obligado a contratar a un actor para que le acompañe en sus pesquisas. Los maravillosos Michael Caine y Ben Kingsley lo bordan.

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