sábado, 10 de diciembre de 2011

The Fades

Creada por Jack Thorne

Un nuevo acierto de la tv británica, y van. Véanse sino Misfits o el Sherlock Holmes  del siglo XX, cuya primera temporada (de sólo tres capítulos) disfrutamos hace pocos meses. En las islas están especialmente dotados para los relatos de género y en este caso nos regalan una serie de terror de tensión creciente en cada capítulo. 

Paul es un jovencito que sufre pesadillas apocalípticas en las que finalmente se verá inmiscuido. Junto a su colega Mac conforman una típica pareja de frikis sin habilidades sociales para relacionarse. En una de sus correrías acaban conociendo a los Angélicos y a los Fades.
Los Fades son una especie de fantasmas que una vez muertos no han podido realizar la ascensión. Los puntos por donde llevarlo a cabo se están cerrando, así que permanecen entre los dos mundos, sufrientes y desesperados. Pero ahora han encontrado la forma de corporeizarse (comer carne humana), por lo que se avecina una batalla encarnizada por la supervivencia.

Una costumbre bastante extendida entre las producciones británicas es la de realizar series de pocos capítulos. En este caso se circunscribe a sólo seis, lo que dota a la historia de una intensidad enorme. La soterrada lucha entre Angélicos y Fades irá saliendo a la luz y el papel de Paul pasará de las visiones oníricas a descubrir su papel y su poder como pieza clave en esta batalla.

La narración nos somete a una intriga cada vez más agobiante. Los mejores capítulos son precisamente el tres, cuatro y cinco, en los que el protagonista llega incluso a morir antes de asumir su rol. Además nos ofrece buenas historias secundarias: Mac, el amigo inseparable de Paul, un friki del cine que para resolver o definir cualquier situación siempre utiliza una escena de película (sobre todo Star Wars). El personaje que dirige a los angélicos, luchador atormentado o la primera angélica que vemos caer y transformarse en fade.
La escenografía está muy conseguida  con mínimos elementos: el tétrico bosque donde vagan las almas, los sótanos abandonados, el instituto donde todos confluyen y las habitaciones de nuestros dos protagonistas: "hey tío, no toques mis cosas. Algunas valen un pastón en E-bay".


El careto despistado de Iain Caestecker da el pego muy bien para este héroe que ha de aprender a serlo y Daniel Kaluuya, como amigo que todo lo refiere al cine aporta la vis cómica. Al principio puede resultar un poco cargante, pero según avanza la historia acabas queriéndolo y sus presentaciones al principio de cada capítulo son geniales. Sobre su lamentable situación familiar le comenta a su amigo: "¿sabes que en la cultura inuit si alguien no está conforme con su familia no tiene más que arrastrarse hasta otro iglú y cambiarla por otra?"

Es curioso que a pesar de que Paul es un angélico poderoso, está solo, no recibe ninguna indicación divina, ha de descubrir por su cuenta qué hacer. Siempre está en la encrucijada, primero por el desprecio de su hermana mayor, luego porque no está de acuerdo con la estrategia del jefe de los Angélicos y finalmente en un duelo con el renacido líder de los Fades que encima se ha convertido en inmortal.

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