sábado, 2 de abril de 2011

LA CASA de las BELLAS DURMIENTES - de Yasunari Kabawata














Lirismo, vitalidad, erotismo. La tragedia del paso del tiempo. Kawabata siempre tañe nuestras fibras más sensibles apelando a lo más íntimamente humano.

En esta obra unos ancianos pagan para poder acostarse al lado de jóvenes tersas y desnudas, pero sin poder despertarlas, ni hacer el amor, o repetir muchacha dos noches. Aunque desconcertante, no se trata de un suplicio chino, sino de la vulnerabilidad y la desolación. Se trata del vértigo de asomarse al río de la vida, en lo alto florece un loto mientras los troncos viejos se deshacen en el fondo y se convierten en limo.

La casa de las bellas durmientes (1961) es uno de los relatos más hermosos del escritor japonés, una novela de atmósferas que reflexiona sobre la vejez, la decadencia física, el transcurso del tiempo y los recuerdos.

Encontramos siempre en Kabawata un poso enormemente vitalista, siempre en busca del amor y la belleza, que contrasta con que se suicidara.

El anciano yace insomne junto a la muchacha desnuda y dormida. Qué sensaciones le asaltan, qué recuerdos. Quizás el desamparo, quizás la belleza en todo su esplendor o el deseo. Quizás ese placer delicadísismo que como un perfume poco a poco nos abandona.

Kawabata nació en Osaka en 1899. Huérfano a los 3 años, la soledad marcó profundamente su personalidad: insomne perpetuo, lector voraz tanto de los clásicos como de las vanguardias europeas, fue un solitario empedernido. La soledad, la angustia ante la muerte, la búsqueda de la belleza y la atracción por la psicología femenina, expresado todo ello en un estilo simbólico y lírico, fueron los temas centrales de sus obras, entre las que destacan El rumor de la montaña, El maestro de Go y Lo Bello y lo Triste. Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1.968.

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