miércoles, 26 de enero de 2011

El lector

Dir.: Stephen Daldry



Un adolescente tiene sus primeras relaciones sexuales con una mujer adulta en la Alemania de la postguerra. No hay más que los vaivenes propios del deseo, de la duda, la dificultad de dos vidas muy diferentes. Mas con un punto de unión, ella adora los libros y el joven se dedica a ser su lector empedernido: Homero, Chejov, etc. En la segunda parte aparece el joven ya universitario y en unas prácticas asiste a un juicio. Allí encuentra de nuevo a la mujer pero en este caso, acusada por delitos contra la humanidad al haber colaborado con los nazis.

Y aquí está el quid de la cuestión muy bien representado por el gran Bruno Ganz, profesor que guía a los alumnos hasta la sala del tribunal. ¿Hasta dónde somos culpables? ¿cómo vivir todo un país después de un genocidio como el cometido por los nazis?

El desarrollo de la película ocurre sobre largos flashback en los cuales asistimos al desarrollo de la historia pasional. Finalmente la actualidad y el juicio se impone.

Asistimos a momentos especialmente dramáticos cuando el resto de acusadas se conchaban para delatar a la protagonista. Ella puede librarse fácilmente reconociendo su analfabetismo. Pero ni ella ni su ex-amante lo declaran. Parece que la fiera de la culpabilidad se aquieta con ella en la cárcel, donde finalmente aprende a leer y escribir. No, finalmente se suicida justo cuando iba a salir y por fin su amante, hasta entonces lejano, la iba a ayudar.

¿Cómo actuamos, qué nos mueve, qué nos maniata? Los alumnos de la facultad, compañeros del joven, tienen prejuicios contra ella; pero a la vez son ciudadanos de un país que por entero se entregó a la barbarie. Hasta dónde llega nuestra culpabilidad. La propia mujer explica que cogió el trabajo del campo de concentración porque estaba mejor pagado.

Nunca, ni en el juicio, quiso reconocer su analfabetismo. Lo dicho, ambigüedad, culpa, juicio, prejuicio. La película es una muy buena adaptación del libro homónimo de Bernhard Schlinck, autor asimismo de las novelas con el detective Selb, enternecedor septuagenario también con un pasado abrumador, pero con una filosofía de la vida y unos amigos entrañables. Muy recomendable.

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